“Siempre hay líderes a la espera, listos a dar el paso para tomar el control si acaso el líder en funciones tropieza”. Así explica Kenneth A. Shepsle (Analizar la política. Comportamiento, instituciones y racionalidad. 2018), los riesgos que enfrentan las personas que asumen posiciones de liderazgo. “Deben asegurar no sólo el apoyo, sino la cooperación, de sus seguidores. El apoyo es necesario para que el líder pueda alcanzar los diversos objetivos del grupo y también para conservar su liderazgo”, precisa.
De eso se trató la jornada del sábado pasado, cuando en “morena” se eligió a quien dirigirá ese partido en el Estado de México. Se puso “a prueba” el liderazgo de la gobernadora, Delfina Gómez Álvarez, porque la esencia de “morena” es la existencia de diferentes grupos. El más visible es el del senador Higinio Martínez Miranda, quien luchó por la candidatura a la gubernatura contra la hoy jefa del Poder Ejecutivo estatal y, posteriormente, intentó mantener el control de la Legislatura local, a través de Maurilio Hernández González. Ambos intentos fueron fallidos.
No es nuevo que -al interior de un partido político y un gobierno- haya actores aguardando la toma del poder. “Mientras haya otros esperando tras bastidores, un líder en funciones sabe que no es indispensable. En el momento de la ‘renovación del contrato’, el líder debe saber responder de manera satisfactoria a un número suficiente de seguidores la antiquísima pregunta: ‘¿Qué has hecho por mí últimamente?’”, señala Shepsle.
Desde 1999, el senador Higinio Martínez Miranda ha intentado ganar la gubernatura del Estado de México y desde hace poco más de un año -cuando la maestra Delfina Gómez arribó a la oficina principal de Lerdo 300 en la capital mexiquense-, el senador ha buscado la manera de sostener su liderazgo entre las filas de “morena”. Este fin de semana impulsó a Mariela Gutiérrez Escalante -su compañera senadora- para controlar ese instituto político. Nuevamente, el esfuerzo fue infructuoso, porque Luz María Hernández Bermúdez ganó la votación con 259 sufragios ante los 136 de Gutiérrez.
Sin embargo, debe reconocerse que si bien la elección fue a puerta cerrada -con distribución de información a periodistas-, fue un proceso democrático en el que se midieron las fuerzas internas de “morena” y la gobernadora -como principal líder política de ese partido- avanzó en el control institucional. Sin estridencia -aunque con firmeza- operó lo necesario para afianzar su posición y cuidarse las espaldas.
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Dick Morris lo advierte: “En política, las heridas más letales son las infligidas desde atrás. El partido opositor rara vez causa tanta angustia como el propio”.
Docente de la Universidad Autónoma del Estado de México.