Tenemos en la puerta un llamado a la responsabilidad colectiva que implica transitar como Estado de México hacia un futuro que siempre será promisorio para esta entidad; por lo que representa, por lo que pesa y por lo que aporta. Este es el estado de los grandes retos y de las grandes oportunidades, el que se asume como ejemplo y como pilar nacional, pero que hoy se encuentra a prueba.
Decenas de elecciones han transcurrido en la vida democrática del Estado de México en que la indiferencia ciudadana sobresalió, pero otra parte de la población mantuvo un firme interés de participar activamente en los asuntos públicos, sin embargo pocas veces hemos visto verdaderamente al ciudadano como centro de las decisiones.
Hoy seguimos teniendo el poder de decisión, el poder de evaluar, de dar o remover la confianza a quienes toman la gran responsabilidad de gobernar.
Nos toca ya, a los que aquí vivimos ser actores con responsabilidad participar diseñar y construir el rumbo del gran Estado de México. La entidad con uno de los mayores presupuestos del país, el de la mayor población, el de la mayor mano de obra, el de los mayores contrastes. El gigante que históricamente ha sido ejemplo de lo bueno y lo malo.
Tenemos una elección histórica por sus características. Propuestas que hemos escuchado innumerables ocasiones basadas en un fuerte sostenimiento social, válido, pero no en equilibrio con el resto de los factores que debieran sentar bases sólidas para el desarrollo de largo plazo.
¿Estamos listos para evaluar seis años a nuestro gobierno? ¿Estamos listos para exigir buenos resultados? ¿Estamos listos para reclamar que nuestra entidad esté en condiciones ejemplares? ¿Estamos listos para propiciar una mejor calidad de vida con gobiernos también de calidad?
¿O vamos a pasar un nuevo sexenio viendo como crece el deterioro de la seguridad, los servicios, la movilidad, la infraestructura, así mismo como la corrupción de la mano de la impunidad se elevan?
Nuestro desafío social será conseguir ser electores protagonistas, exigentes, propositivos y congruentes. Solo así tendremos el estado que nuestros antepasados soñaron, que nuestros padres construyeron y que nuestros hijos gozarán.
Esta época democrática exige involucramiento social, construcción de ideas, contraste y debate ciudadano. Los equilibrios se deberán observar, las desigualdades reducir y los discursos terminar. El largo plazo jugará un papel determinante en las decisiones: las que nunca más deberán ser tomadas unilateralmente. El Estado de México es de todos. No de unos cuantos.