/ jueves 19 de octubre de 2023

Agenda IP | Guerra y economía

El terrible enfrentamiento entre Israel y Palestina (más específicamente el grupo terrorista Hammas), ha acaparado la atención de la opinión pública desde hace casi dos semanas.

En este espacio queremos referirnos a aspectos de la economía de ese país y destacar primero, que la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, en el marco de la reunión anual de hace unos días del Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM), aseguró, como lo han reproducido medios internacionales, que hasta ahora (afortunadamente), no se ha detectado nada que sugiera que el conflicto pueda tener un impacto muy significativo para la economía globlal.

De acuerdo con la página oficial de su embajada en México, Israel es en la actualidad un país industrializado con una producción basada “en una intensa y sofisticada labor de investigación y desarrollo (IyD) y en la aplicación de procesos, maquinaria y herramientas altamente tecnificados, como resultado de un proceso de desarrollo muy rápido e intenso”, cuyo sector industrial evolucionó a partir de pequeños talleres creados a fines del siglo XIX para manufacturar implementos agrícolas y procesar productos agropecuarios, que se convirtieron luego en plantas industriales.

Como añade la fuente y es bien sabido, Israel carece de recursos naturales y materias primas, por lo cual “su única ventaja relativa radica en su fuerza de trabajo altamente calificada, sus institutos científicos y sus centros de IyD y su industria se concentra en la producción de artículos de alto valor agregado, desarrollando productos basados en creatividad científica e innovación tecnológica”.

En lo que respecta a su relación económica con nuestro país, según lo destaca la página oficial de la Secretaría de Relaciones Exteriores del gobierno federal, ésta “se enmarca en el Tratado de Libre Comercio (TLC) vigente desde el año 2000, cuyo Protocolo Modificatorio fue aprobado en 2008. El TLC entre México e Israel ha impulsado el comercio bilateral que entre 1999 (año previo a la entrada en vigor de dicho instrumento) y 2021 creció 499.05 por ciento, al pasar de 210.6 millones de dólares, a mil 051 millones de dólares. En el periodo enero-junio de 2022, el comercio total sumó 558 millones de dólares”

“Los principales productos mexicanos de exportación a Israel son automóviles de turismo; teléfonos, incluidos los teléfonos celulares; vehículos para el transporte de mercancías; unidades de memoria; y unidades de proceso. Por otro lado, los principales productos de importación son productos farmoquímicos, medicamentos, equipo médico, procesadores y controladores; circuitos modulares; unidades de control o adaptadores; y placas, láminas, hojas y tiras de plástico”, señala la página de la SRE.

En cuanto a la macroeconomía, el sitio Datosmacro.com destaca que Israel es la economía mundial número 28 por volumen de su Producto Interno Bruto (PIB), con una deuda pública (en 2020), de 255 mil 846 millones de euros, lo cual representa el 70.65 por ciento del PIB. Su deuda per cápita es de 27 mil 767 euros por habitante. La última tasa de variación anual del IPC, de septiembre de 2023 y fue del 3.8 por ciento.

El sitio resalta que “el PIB per cápita es un muy buen indicador del nivel de vida y en el caso de Israel, en 2022, fue de 53 mil 275 euros, por lo que ocupa el puesto 15 del ranking, que incluye a 196 países. Asimismo se ubica en el puesto 35, entre los 190 que conforman el ranking Doing Business, que clasifica los países según la facilidad que ofrecen para hacer negocios.

Israel pertenece a organismos como el Fondo Monetario Internacional (FMI), la Organización La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y la Organización de Naciones Unidas (ONU).

Si hablamos del viejo conflicto árabe-israelí, que en los últimos días tristemente ha presentado una gran intensidad, es conveniente destacar las implicaciones que ha tenido en el aspecto económico. El sitio leyderecho.org, subraya que “Israel debe destinar una parte importante de su presupuesto a la defensa y éste ha aumentado durante las guerras y las hostilidades armadas. La carga total de defensa (incluyendo los gastos no presupuestados) alcanzó su máximo tamaño relativo durante y después de la Guerra del Yom Kippur de 1973, cerca del 30 por ciento del PNB en 1974-1978”, destaca la fuente.

Las partes en conflicto tienen cada una apoyos de distintos países, militar y financiero, pero sin duda esta etapa tendrá un impacto económico muy importante para ambos lados.


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