Vivimos el séptimo día del mes de enero. Inicia la tercera década del siglo XXI. Periodo que traerá al recuerdo de los mexicanos, varios y disímbolos acontecimientos, que conforman la memoria histórica de México.
Celebraremos sin boato; sí con sencillez, Quicentenarios, Bicentenarios y hasta Centenarios.
Dentro de esos anales, destacan hechos de trascendencia histórica. La conquista. Años de dominio colonial. Imposición de una religión entre los nativos sobrevivientes. Destrucción de centros ceremoniales para construir templos de alta y baja jerarquía. Florecimiento de las letras en modalidades de prosa y poesía.
Tollocan, capital matlatzinca sería tomada por Gonzalo de Sandoval con ayuda otomí en el desventurado año de 1521.
Eso, es parte del pasado remoto, del que evocamos el 13 de agosto de 1521. Día en que los mexicas defensores de Tenochtitlán testimoniaron cómo Cuauhtémoc la entregaba a Hernán Cortés. El 15 de octubre de ese año, Cortes sometería al reo a tormento. Quería saber dónde escondía el tesoro del reino
En 1522, sería nombrado Gobernador y Capitán de la Nueva España.
1524, ordenó la construcción cerca del lugar en que se encontró con el emperador Moctezuma, de un hospital que llamaría “Hospital de la Purísima Concepción y Jesús Nazareno”. Existe. En él tuvo consultorio el doctor Gustavo Baz, gobernador en dos ocasiones del Estado de México.
El 13 de mayo ese año, llegarían a Veracruz, los humanistas frailes, Martín de Valencia, Pedro de Gante, Toribio de Benavente, llamado por el pobrísimo atuendo, “Motolinía”, vocablo nativo que se traduce, como “pobre”.
El 28 de febrero de 1525, el último emperador azteca es ahorcado por Cortés en Izancanac, poblado del hoy estado de Tabasco. A su regreso de Honduras, en 1826, rubricaría su Quinta Carta de Relación. Tres años antes en 1522, se había editado la segunda. La primera y la última no se editarían en vida del extremeño.
El 20 de julio de 1529, una vez remontado un juicio de residencia, impuesto por Carlos V, él mismo emperador, con una cédula real lo convertiría en Marqués del Valle de Oaxaca; dejando el cargo de Capitán General y Justicia Mayor, en la que sería Nueva España.
Volvió a España en 1541. Falleció en 1547. Sus restos después de larga trashumancia, descansan desde 1947, en un muro del Hospital de Jesús.
Ya en auge, la Nueva España destruiría la lacustre ciudad de Tenochtitlán.
Su cosmogonía, arte, historia, desaparecerían. Por las viejas brechas llagaban peninsulares con nuevas costumbres, leyes; con todo eso, un aparato represivo: La Santa Inquisición.
La vida de los antiguos mexicanos, la rescataría Fray Bernardino de Sahagún con “La Historia General de las Cosas de la Nueva España”.
Bernal Díaz del Castillo, haría la crónica de la conquista.
En 1821, trescientos años después de aquel 1521, desaparecería la Nueva España. Nacía un nuevo país independiente, llamado México. (Continuará)