Los jóvenes viven...

La fiebrede la palabra hablada, en el Concurso Nacional de Oratoria, organizado desde 1926 por el periódico El Universal, que en su etapa semifinal desde ayer se efectúa en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.

De esta justa habrán de salir 16 finalistas que afanosamente buscarán el codiciado primer lugar en la fase final del certamen a efectuarse el 3 y 4 de septiembre próximo en la ciudad de Querétaro, Querétaro.

La particularidad de estos últimos concursos radica en que los organizadores han prescindido de las universidades. Una de ellas es la nuestra. Es inexplicable que le hayan despojado de ese evento tan pleno de cultura, de emoción provocada por la retórica y elocuencia de los jóvenes oradores.

La Fundación Ealy Ortiz ha preferido buscar apoyo de gobiernos estatales para el concurso estatal. El caso de nuestro estado, “comedidamente” se ofreció la Comisión Estatal de Derechos Humanos; debió ser en todo caso la Secretaría de Cultura, o bien el Instituto de la Juventud; en algunos estados este organismo lo convocó y lo hizo. Pocas fueron las universidades que realizaron esta justa.

En otras entidades, la fundación recurrió a organismos empresariales que incluso prestaron sus auditorios. Bueno, hasta un corporativo extranjero participó en la organización.

The World Peace Builders, en los estados de Coahuila y Morelos, estuvo presente, su representante formó parte del jurado.

Que bueno que impulsen este ejercicio intelectual sólo que, algunos corporativos similares, venden cursos de oratoria. Preparan "líderes", pero para las empresas; no líderes políticos que dominen la oratoria política.

En la última campaña presidencial, senatorial, diputadil, los candidatos, salvo uno, pronunciaron arengas; se concretaron a hacer "propuestas" que no convencieron. El que habla pausado les ganó.

En estos certámenes se vieron hecho inéditos. Particularmente en el del estado resultaron dos vencedores. Luis Daniel Gutiérrez e Irving Ramírez que ya deben estar en Monterrey como representantes del Estado de México.

Extraño fue el fallo del jurado calificador. En qué momento se dio el empate; durante el discurso, o en el debate político. En cualquier caso debió someterlos a otra prueba. Pero no fue así, ¿alguien de ese par conquistará el campeonato nacional? Sería honroso para la juventud mexiquense.

Hubo un caso excepcional, quizá después de dos confrontaciones en el renglón del debate político a los concursantes se les sometió a uno más; ya no asistió uno. El jurado hizo ganador al que estuvo presente. Ganó por "default", escribió el autor de la crónica. Debo al lector, el dato veraz. Se me extravió la nota.

Otro caso raro paso en Baja California. La publicación de la fecha fue confusa. En el internet se dio una, en la convocatoria otra. Se presentó una joven. El jurado esperó dos horas y no llegaron más concursantes; fue escuchada la joven y se le otorgó la representación.

La no participación de las universidades en los concursos estatales fue cubierta en algunos casos por los Institutos de la Juventud; por círculos culturales o las dependencias impulsadoras de la cultura.

Todo lo citado hace diferentes los concursos de ahora con los anteriores. Empero, con esas diferencias deben los jóvenes continuar su formación intelectual y física, no sólo para disertar, sino para debatir. En este renglón se muestran respetuosos entre sí; nunca una ofensa, un agravio. Gana quien vence con argumentos sólidos, que también como la oratoria, convencen, persuaden que su argumentación se coloca por encima de los de su adversario. Esta prueba capital, la llaman los organizadores "debate político".

¿Quién ganará? El mejor.

Hacemos votos porque uno de los dos mexiquenses mañana se sitúe como finalista y que ciña su frente en el certamen nacional el laurel de la victoria.