/ martes 18 de junio de 2024

COMEXI | Los obstáculos de la libertad

La historia ha confirmado, una y otra vez, que la libertad es necesaria para la prosperidad. Esta aseveración no debe sorprendernos. Sin libertad un gran porcentaje de las cosas que hacemos diariamente y damos por sentadas, no serían posibles.

Hablo de cosas tan simples como elegir el color de tu cepillo de dientes o tan complejas como las bases mismas de la sociedad en la cual vivimos. Hablo del sustento que tenemos como humanos para relacionarnos. De la evolución y el progreso.

El planteamiento es contundente: sin libertad no existiría nuestra capacidad humana para decidir y todos los aspectos esenciales que conlleva.

El ejercicio de la libertad es a veces poco dimensionado y reflexionado. Pasa un poco como el aire que respiramos o el agua que bebemos, lo tomamos por sentado. Y al hacerlo, perdemos de vista los retos que tenemos actualmente.

El día de hoy estamos lejos de encontrar una solución ideal para los problemas de la humanidad. En lo político vivimos guerras y una búsqueda ideológica constante para atender las necesidades de progreso. En lo económico la inteligencia artificial nos está empujando a replantear nuestros esquemas de trabajo y la preparación para los mismos.

En medio de ambas arenas, los cambios sociales se dan con nuevas formas de comunicación e interacción. Las redes sociales y la inmediatez de la información han democratizado las voces creando esquemas novedosos (y caóticos) de poder e influencia.

Todo esto convive en tiempos en los que nos adaptamos al cambio. Todo se mueve tan rápido, que difícilmente percibimos que cada aspecto de este rompecabezas es una oportunidad y reto para la libertad. El fino límite entre libertad, control y progreso es tan incierto, como las soluciones para este complejo galimatías.

Y se agudiza si reflexionamos lo que la gente en general piensa sobre la libertad. Temo decir que es poco comprendida, recientemente antropólogos sociales descubrieron que en México el concepto no existe como tal, sino que se relaciona con lo que hacemos con nuestro tiempo libre, y con un intercambio de obligaciones en contra de permisiones.

Me atrevería a decir que esta es la concepción que se tiene en muchos países del mundo. Hay un abismo grande entre el concepto de la libertad y el aspecto palpable de la misma. Sin ir tan lejos, hoy la libertad no está presente en la vida diaria de un campesino, de un joven o de cualquier persona, frente a sus necesidades primordiales. Tampoco está en la discusión pública.

El mayor reto, está en cómo despertamos esta consciencia, pero, sobre todo, cómo podemos entenderla para mejorar lo que nos rodea. Sin duda alguna, al momento no tenemos el “hilo negro”, pero considero que podemos comenzar con entenderla de forma sencilla desde nuestra vida diaria.

Porque la libertad está en nuestras ideas y participación. Está en nuestras decisiones y responsabilidades. En el intercambio de ideas. Está en el emprendimiento y creatividad. Está en la democracia, en la equidad, en el respeto de los derechos y creencias, en la tolerancia y apertura. Está en nuestra empatía.

En fin, la libertad está presente, simplemente hay que hacerla evidente. Hay que hablar de ella, pero, sobre todo, ejercerla. Y eso se hace, participando, manteniéndonos críticos, exigiendo lo que nos corresponde, y lo más importante, actuando y haciendo nuestra parte en todos los ámbitos de nuestra vida para mejorar lo que tenemos y lo que nos rodea.

CÉSAR D. ARMENTA MARTÍNEZ es Internacionalista y licenciado en literatura. Profesional con amplia experiencia en el ámbito diplomático, legislativo, y en los sectores público y privado. Es Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Sociedades del conocimiento y educación del COMEXI.

Lo encuentras en X como @friederichwn

La historia ha confirmado, una y otra vez, que la libertad es necesaria para la prosperidad. Esta aseveración no debe sorprendernos. Sin libertad un gran porcentaje de las cosas que hacemos diariamente y damos por sentadas, no serían posibles.

Hablo de cosas tan simples como elegir el color de tu cepillo de dientes o tan complejas como las bases mismas de la sociedad en la cual vivimos. Hablo del sustento que tenemos como humanos para relacionarnos. De la evolución y el progreso.

El planteamiento es contundente: sin libertad no existiría nuestra capacidad humana para decidir y todos los aspectos esenciales que conlleva.

El ejercicio de la libertad es a veces poco dimensionado y reflexionado. Pasa un poco como el aire que respiramos o el agua que bebemos, lo tomamos por sentado. Y al hacerlo, perdemos de vista los retos que tenemos actualmente.

El día de hoy estamos lejos de encontrar una solución ideal para los problemas de la humanidad. En lo político vivimos guerras y una búsqueda ideológica constante para atender las necesidades de progreso. En lo económico la inteligencia artificial nos está empujando a replantear nuestros esquemas de trabajo y la preparación para los mismos.

En medio de ambas arenas, los cambios sociales se dan con nuevas formas de comunicación e interacción. Las redes sociales y la inmediatez de la información han democratizado las voces creando esquemas novedosos (y caóticos) de poder e influencia.

Todo esto convive en tiempos en los que nos adaptamos al cambio. Todo se mueve tan rápido, que difícilmente percibimos que cada aspecto de este rompecabezas es una oportunidad y reto para la libertad. El fino límite entre libertad, control y progreso es tan incierto, como las soluciones para este complejo galimatías.

Y se agudiza si reflexionamos lo que la gente en general piensa sobre la libertad. Temo decir que es poco comprendida, recientemente antropólogos sociales descubrieron que en México el concepto no existe como tal, sino que se relaciona con lo que hacemos con nuestro tiempo libre, y con un intercambio de obligaciones en contra de permisiones.

Me atrevería a decir que esta es la concepción que se tiene en muchos países del mundo. Hay un abismo grande entre el concepto de la libertad y el aspecto palpable de la misma. Sin ir tan lejos, hoy la libertad no está presente en la vida diaria de un campesino, de un joven o de cualquier persona, frente a sus necesidades primordiales. Tampoco está en la discusión pública.

El mayor reto, está en cómo despertamos esta consciencia, pero, sobre todo, cómo podemos entenderla para mejorar lo que nos rodea. Sin duda alguna, al momento no tenemos el “hilo negro”, pero considero que podemos comenzar con entenderla de forma sencilla desde nuestra vida diaria.

Porque la libertad está en nuestras ideas y participación. Está en nuestras decisiones y responsabilidades. En el intercambio de ideas. Está en el emprendimiento y creatividad. Está en la democracia, en la equidad, en el respeto de los derechos y creencias, en la tolerancia y apertura. Está en nuestra empatía.

En fin, la libertad está presente, simplemente hay que hacerla evidente. Hay que hablar de ella, pero, sobre todo, ejercerla. Y eso se hace, participando, manteniéndonos críticos, exigiendo lo que nos corresponde, y lo más importante, actuando y haciendo nuestra parte en todos los ámbitos de nuestra vida para mejorar lo que tenemos y lo que nos rodea.

CÉSAR D. ARMENTA MARTÍNEZ es Internacionalista y licenciado en literatura. Profesional con amplia experiencia en el ámbito diplomático, legislativo, y en los sectores público y privado. Es Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Sociedades del conocimiento y educación del COMEXI.

Lo encuentras en X como @friederichwn

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