/ martes 23 de julio de 2024

COMEXI | México, Taiwán y los semiconductores

En el libro Chip War: the fight for the world's most critical technology, Chris Miller nos cuenta una historia de intriga, espías y confrontación geopolítica que ha dado lugar al arribo del mundo digital a nuestras vidas.

La fascinante historia de los semiconductores comienza en Silicon Valley con la explotación de los transistores por parte de William Shockley en 1955 y culmina en Asia, con el improbable éxito de la compañía taiwanesa, Taiwan Semiconductor Manufacturing Company Limited (TSMC).

En el recorrido de sus páginas podemos entender por qué la Unión Soviética no pudo crear una industria de los semiconductores, por más intentos que hizo y, por lo tanto, no supo adaptarse a la tercera revolución industrial. Esto, en parte, explica su colapso. De la misma manera, la China comunista siempre ha estado a la saga en lo que se refiere al diseño, producción y venta de chips. Esto se explica, en buena parte, por la ceguera de Mao Tse-Tung y su revolución cultural que retrasó el surgimiento de la industria de vanguardia en China.

Los ganadores asiáticos en esta competencia fueron Corea del Sur y Taiwán. En el primer caso, la empresa Samsung logró hacerse de un importante nicho en el mercado de semiconductores. En el segundo caso, TSMC se ha convertido en la mayor empresa de producción de chips a nivel global. Dos cosas contribuyeron a esto. Primero, la visión estratégica de los gobiernos en Seúl y Taipéi para darse cuenta de las macrotendencias geoeconómicas y, segundo, la adopción de democracias liberales en ambas sociedades.

En efecto, el éxito de Corea del Sur y Taiwán, así como el fracaso de la Unión Soviética y China nos debe hacer meditar acerca de las desventajas de las sociedades cerradas y las ventajas de las sociedades abiertas a la innovación.

Hoy que México busca por medio de la estrategia de relocalización de empresas desarrollar su propia industria de semiconductores, haría bien en apreciar el modelo taiwanés. Quizás ha llegado el momento de fortalecer la alianza entre México y Taiwán. El momento geopolítico así lo aconseja. Como sabemos, recientemente el gobierno estadounidense implementó una serie de medidas que afectarán las importaciones mexicanas de acero que provienen de China.

Se abre entonces una ventana de oportunidad para que México establezca una alianza estratégica con Taipéi para que la empresa TSMC - y otras también - invierta en una o más fábricas de semiconductores en México. Sabemos que existe la voluntad de realizar estas inversiones por parte del CEO. Para que esto beneficie a México, la alianza estratégica con Taiwán deberá tener una cláusula de transferencia de tecnología, para que podamos aprender las técnicas de producción taiwanesas. Igualmente, nuestro país tendría que acordar con las autoridades en Taipei que ya no se requiera visa para el ingreso de ciudadanos hacia ambas naciones. Otros dos aspectos para considerar son el aumento de intercambio tecnológico y científico, así como facilidades fiscales para el establecimiento de las inversiones taiwanesas en México.

Nada de esto significa, desde luego, que México no pueda seguir manteniendo buenas relaciones económicas con China. Se trata más bien de aprovechar las oportunidades que la coyuntura nos presenta.

El futuro de México está en juego.

ÁNGEL JARAMILLO TORRES es internacionalista y politólogo. Actualmente es miembro del SNI, nivel 1 y asociado del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (COMEXI). Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Sociedades del conocimiento y educación del COMEXI.

Su correo electrónico es angeljaramillo989@gmail.com

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