/ martes 4 de junio de 2024

COMEXI | Primeras Presidentas de LATAM: Algunas reflexiones para México

Desde 1990, América Latina se ha convertido en un referente mundial en la representación política de las mujeres. Nicaragua fue, con Violeta Barrios de Chamorro, el primer país latinoamericano en lograr que su Primera Presidenta tuviera un gran apoyo por un voto popular arrollador vs su opositor masculino.

Al día de hoy, la región cuenta con un total de 16 Jefas de Estado; una cifra bastante alta a diferencia de lo que ha ocurrido en otras regiones “progresistas” como Europa occidental o el Asia-Pacífico.

Si hablamos de las 10 economías más grandes de la región, solo Ecuador, Perú, Argentina, Chile y Brasil han tenido al menos UNA primera Presidenta elegida por voto popular y que ha sido, en su mayoría, representante del movimiento de izquierda de su país.

Esta lista sigue ampliándose con grandes victorias como la sucedida en México, donde la candidata del partido oficialista de izquierda, Claudia Sheinbaum, se ha convertido en la Primera Mujer Presidenta con un respaldo de más del 50% de los votantes, una cifra que ni su antecesor logró tras más de 12 años como candidato.

Tener una primera Presidenta en cualquier nación, sea de la ideología que sea, sí que permite romper el gran techo de cristal para las mujeres en la política que le preceden, pero es sabido que ello no implica gobernar con perspectiva de género, y tampoco la priorización de un enfoque progresista-feminista vs una agenda de política interior/exterior tradicionalista.

Un ejemplo de ello es el mandato de izquierda de Dilma Rousseff en Brasil, que, si bien obtuvo gran popularidad por el éxito de sus programas sociales como el de “Luz para todos”, así como al exterior en procesos de integración de América del Sur (a través del MERCOSUR y la Unasur), en cuestión de avances en igualdad de género y eliminación de la violencia contra las mujeres de su país, no obtuvo avances sustantivos. Al contrario, mostró que a pesar del poder que ostentó, no se alejó de los escándalos por corrupción, represión, feminicidios y violación a los derechos humanos. Algo que le cobró factura rápidamente e interrumpió su mandato tras el impeachment de 2016.

En contraste, la ex-presidenta de centro-izquierda de Chile, Michelle Bachelet, ha sido reconocida tanto al interior y como al exterior de su país por convertirse en una de las mejores líderes que lograron no solo romper los techos de cristal para las mujeres, sino también destacar por su carácter progresista-feminista y pragmático para los asuntos internos y externos, garantizando la paz y respeto a los ddhh, al igual que por fortalecer la integración regional (p.ej. la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR), priorizando a sus aliados tanto al norte como al sur de LATAM y en otras partes del mundo.

México, tras 200 años de independencia y con más de 100 años de experiencia en procesos democráticos, tiene hoy a su Primera Presidenta. Empero, siendo el país más violento de la región para las mujeres (así como para activistas y ambientalistas), la nueva Primera Presidenta deberá reflexionar sobre el rumbo de su gobierno, así como de su política exterior donde hay una agenda pendiente no solo con LATAM, sino con sus grandes aliados de la Unión Europea, Asia-Pacífico, y América del Norte, sobre todo respecto a una agenda que logre priorizar el comercio y crecimiento económico, la igualdad de género, la innovación, la tecnología y la sostenibilidad ambiental del futuro. Sólo así, América Latina seguirá avanzando e impulsando una tendencia de grandes primeras presidentas.

ANDREA NAVARRO es Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico. Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM-FES Aragón y miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD–Mujeres Líderes de las Américas. Es Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Sociedades del conocimiento y educación del COMEXI.

Pueden seguirla en X como @andie_nr

Desde 1990, América Latina se ha convertido en un referente mundial en la representación política de las mujeres. Nicaragua fue, con Violeta Barrios de Chamorro, el primer país latinoamericano en lograr que su Primera Presidenta tuviera un gran apoyo por un voto popular arrollador vs su opositor masculino.

Al día de hoy, la región cuenta con un total de 16 Jefas de Estado; una cifra bastante alta a diferencia de lo que ha ocurrido en otras regiones “progresistas” como Europa occidental o el Asia-Pacífico.

Si hablamos de las 10 economías más grandes de la región, solo Ecuador, Perú, Argentina, Chile y Brasil han tenido al menos UNA primera Presidenta elegida por voto popular y que ha sido, en su mayoría, representante del movimiento de izquierda de su país.

Esta lista sigue ampliándose con grandes victorias como la sucedida en México, donde la candidata del partido oficialista de izquierda, Claudia Sheinbaum, se ha convertido en la Primera Mujer Presidenta con un respaldo de más del 50% de los votantes, una cifra que ni su antecesor logró tras más de 12 años como candidato.

Tener una primera Presidenta en cualquier nación, sea de la ideología que sea, sí que permite romper el gran techo de cristal para las mujeres en la política que le preceden, pero es sabido que ello no implica gobernar con perspectiva de género, y tampoco la priorización de un enfoque progresista-feminista vs una agenda de política interior/exterior tradicionalista.

Un ejemplo de ello es el mandato de izquierda de Dilma Rousseff en Brasil, que, si bien obtuvo gran popularidad por el éxito de sus programas sociales como el de “Luz para todos”, así como al exterior en procesos de integración de América del Sur (a través del MERCOSUR y la Unasur), en cuestión de avances en igualdad de género y eliminación de la violencia contra las mujeres de su país, no obtuvo avances sustantivos. Al contrario, mostró que a pesar del poder que ostentó, no se alejó de los escándalos por corrupción, represión, feminicidios y violación a los derechos humanos. Algo que le cobró factura rápidamente e interrumpió su mandato tras el impeachment de 2016.

En contraste, la ex-presidenta de centro-izquierda de Chile, Michelle Bachelet, ha sido reconocida tanto al interior y como al exterior de su país por convertirse en una de las mejores líderes que lograron no solo romper los techos de cristal para las mujeres, sino también destacar por su carácter progresista-feminista y pragmático para los asuntos internos y externos, garantizando la paz y respeto a los ddhh, al igual que por fortalecer la integración regional (p.ej. la Alianza del Pacífico y el MERCOSUR), priorizando a sus aliados tanto al norte como al sur de LATAM y en otras partes del mundo.

México, tras 200 años de independencia y con más de 100 años de experiencia en procesos democráticos, tiene hoy a su Primera Presidenta. Empero, siendo el país más violento de la región para las mujeres (así como para activistas y ambientalistas), la nueva Primera Presidenta deberá reflexionar sobre el rumbo de su gobierno, así como de su política exterior donde hay una agenda pendiente no solo con LATAM, sino con sus grandes aliados de la Unión Europea, Asia-Pacífico, y América del Norte, sobre todo respecto a una agenda que logre priorizar el comercio y crecimiento económico, la igualdad de género, la innovación, la tecnología y la sostenibilidad ambiental del futuro. Sólo así, América Latina seguirá avanzando e impulsando una tendencia de grandes primeras presidentas.

ANDREA NAVARRO es Maestra en Marketing Digital y Comercio Electrónico. Licenciada en Relaciones Internacionales por la UNAM-FES Aragón y miembro de la Fundación española Ciencias de la Documentación FD–Mujeres Líderes de las Américas. Es Miembro de la Unidad de Estudio y Reflexión sobre Sociedades del conocimiento y educación del COMEXI.

Pueden seguirla en X como @andie_nr

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