/ lunes 4 de noviembre de 2024

Contexto | La Alameda Park de Toluca

Toluca en los años 60 y 70 era una ciudad que se transformaba. No solo experimentaba un crecimiento importante en prácticamente todos los sectores, impulsado por los efectos de la industrialización, sino porque ese proceso empezó a cambiar las formas en las relaciones sociales.

Fueron décadas en donde se mezclaban las tradiciones y costumbres de una sociedad provinciana con una rebelión silenciosa e intensa de las generaciones más jóvenes que bajo en impulso del movimientos en todo el mundo como las rebeliones y protestas estudiantiles del 68 pero también movimientos globales como los hippies que rompían el molde tradicional en las relaciones entre sexos así como al interior de las familias.

Por las mañanas las familias conservaban la tradición de ir a misa por las mañanas. Unas iban a El Ranchito y otras se dividían sobre todo entre la Santa Veracruz y El Carmen. En buena medida la distribución de los feligreses se hacia por su nivel de ingreso o por la cercanía del templo a sus hogares. Todos iban bien vestidos a las iglesias, incluso los jefes de familia iban de traje y corbata y a los niños los vestían “con ropa de domingo”.

Al salir de la iglesia las cosas cambiaban.

A los más pequeños, y después de que los padres habían revisado la clasificación de las películas a la entrada de las iglesias, los llevaban a la matiné sea al cine Rex (que estaba en Hidalgo frente a los portales) o al Florida (que estaba en la calle de Juárez), al Coliseo (que aunque era el único teatro y un lugar emblemático de la ciudad siempre estaba descuidado) casi nunca los manda porque decían que había ratas y piojos.

Los mayores se iban a sus casas y algunos, con permisos de sus papas, se cambiaban de ropas y se ponían sus pantalones acampanados, sus camisas de colores y sus cinturones de hebilla en la cintura, las mujeres se ponían sus minifaldas y en otras épocas sus hotpants y se iban a dar la vuelta a la Alameda que era el lugar en donde se paseaban y veían a los “muchachos que les gustaban”.

La Alameda era el lugar de encuentro de las niñas y los niños bien de Toluca. Ellas daban la vuelta a la Alameda en sentido contrario a la dirección de los coches mientras ellos, sea a pie o en sus coches lo hacían en sentido contrario. Cosas de provincia pero así era.

“La viste”, decían los jóvenes en sus coches, “como que se hizo la disimulada. Date otra vuelta a para verla”, mientras sacaba la cabeza por la ventanilla del carro y veía como ella volteaban más discretamente para verlo, mientras ella pensaba “casi casi lo traigo muerto, esta guapísimo”.

Y así se la pasaban durante horas vuelta y vuelta solo para verse y desearse a distancia. Algunos mas atrevidos de plano se bajaban y caminaban en sentido contrario para encontrarse con su pretendida mientras los acompañaba el aroma de la loción Brut o la Jockey Club de sus papas (aunque los más galanes si tenían sus lociones propias).

Y mientras esos sucedía en las banquetas de la Alameda, ahí cerquita en la esquina de Quintana Roo e Hidalgo frente al camellón se encontraba uno de los lugares más emblemáticos de esa época: la Alameda Park que era algo así como lo mas cercano de la aspiración de los jóvenes al american dream. Era una cafetería en la que se vendían nieves, refrescos, malteadas, hotdogs y papas y hasta tenía servicio y te lo llevaban al coche, como se veía en las películas americanas, porque tenía estacionamiento, y ponían la charola sujeta a la puerta del coche, mientras las mas atrevidas, porque eran mayores y mas liberadas, se sentaban en los cofres de los coches, los hombres se ponían mascadas en la cabeza al más puro estilo hippie, la música que salía de casettes que reproducían la música de radios de pilas. En algunos meses del año y ante la mirada celosa de las toluqueñas los mas galanes se llevaban ahí a las gringuitas que venían a aprender español a unos cursos que se organizaban en Toluca y todos los galanes se concentraban en pasearlas y enseñarles la galanura de los toluqueños. Ahí se escribieron muchas historias de una generación que cambio la moral de Toluca.

Correo: contextotoluca@gmail.com

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