Se dice que Toluca está por conmemorar sus 500 años de existencia. No sé si sea la fecha precisa. No hay documento que la avale ni la explique. ¿Cuándo se fundó? ¿Cuándo los toltecas? ¿Cuándo los Franciscanos? ¿Cuándo los matlazincas? ¿Cuándo la visitó Cortez? ¿Cuándo? ¿nadie lo sabe a ciencia cierta?
Pero nos dicen que fue el 19 de marzo de 1522 porque alguien la escogió y no hay documento que la avale, pero la historia oficial la quiere instaurar como tal…y así se queda, al menos por algún tiempo.
Suponiendo que la fecha fuera la correcta, Toluca no llega en su mejor forma para la celebración. No es ya la “Toluca la Bella”, ni “la tacita de plata” como en otros tiempos le cantaron.
Todo lo contrario. Esa fecha se le acerca a Toluca sin mucho que celebrar o de que enorgullecerse o de que presumir para presentarse ante el mundo.
La celebración de las ciudades normalmente permite reforzar la identidad, hacer que el conjunto de la sociedad participe de un sentimiento colectivo de pertenencia, en fin, de crear comunidad.
Eso no sucede y no sucederá.
Toluca está en conflicto con su pasado, pero también con su presente. Se puede decir que es una ciudad funcional porque sus habitantes tienen acceso a ciertos satisfactores, pero nunca se podrá decir que Toluca sea una comunidad.
El recorrer sus calles o revisar rápidamente su historia nos muestra el estado deplorable en el que llega a esa conmemoración.
He aquí algunos datos que van desde la historia hasta la vida cotidiana de cualquier habitante y que hacen, en su conjunto, la ciudad en la vivimos. Una ciudad sin memoria, sin identidad ni arquitectónica ni simbólica y en muchos sentidos sin valores compartidos.
Toluca niega su pasado indígena y lo aniquila día con día.
Cuenta con una Universidad que parece no existir y una comunidad estudiantil y de profesores que poco significan.
Sus calles están dominadas por la arbitrariedad y la falta de orden. Se ve en los sitios de taxis en ya casi todas las calles, en lo desordenado del transporte público en paradas y rutas.
En sus calles ya mas cercanas a estacionamientos que a vialidades que faciliten la movilidad.
En la falta de civismo y de respeto de los ciudadanos porque no se ha sabido crear una conducta colectiva de respeto y tolerancia.
En el desorden de los servicios de televisión de cable que muestran a una ciudad digna de las peores ciudades del mundo con cables por todas y cada una de las calles que tarde o temprano se habrán de constituir en un verdadero peligro. Las compañías actúan como si Toluca fuera tierra de nadie.
El desarrollo urbano se caracteriza por su desorden y anarquía.
Su vida intelectual y artística es cada día más pobre cuando podría ser, con su promoción, la impulsora de identidades.
Sus pocos testimonios arquitectónicos valiosos y de otras épocas se hacen invisibles ante el desastre urbano.
En las escuelas poco se sabe de la historia y de los posibles símbolos de Toluca.
Su modernidad ha sido mal entendida y solo ha reforzado su imagen de subdesarrollo y falta de causas comunes.
Visible es su falta de integración económica con sus entornos inmediatos.
Su gastronomía y artesanía como la palma y el alfeñique están en vías de extinción y los huaraches han sobrevivió gracias al esfuerzo de productores y comerciantes.
Y en todo este desastre hasta su equipo de futbol Toluca, que era uno de los símbolos de identidad, está en una de sus épocas más triste.
Toluca no tiene pasado y por eso es difícil imaginar su futuro.
Una conmemoración en la que no hay nada que celebrar.
Correo: contextotoluca@gmail.com