/ jueves 5 de septiembre de 2024

Cuando los extremos ganan elecciones

El calendario electoral 2024 no marcaba a los comicios locales de Alemania entre sus prioridades. Teniendo decenas de elecciones presidenciales que observar, no pareciera tener sentido enfocar la atención en un puñado de elecciones subnacionales a las que apenas fue convocado el 6% del padrón nacional.

Ese escenario cambió esta semana, una vez que se conoció que una organización abiertamente ultra-derechista ganó los comicios en Turingia y por poco lo hace también en Sajonia, ambas regiones del Este alemán. Alternativa de Alemania (AfD) se ha distinguido por su euroescepticismo, posiciones extremas en temas de migración y desapego a derechos fundamentales. De hecho, Björn Höcke, uno de los líderes de la referida agrupación en Turingia, fue sancionado ya por utilizar lemas nazis en sus actividades.

Es improbable que la AfD logre hacer una alianza de gobierno en Turingia, en virtud de que todos los partidos opositores se aliaron para impedirlo. Sin embargo, el abultado tamaño de su bancada en ambos parlamentos lo convierte en un jugador de veto importante. Además, no debemos olvidar que, en un par de semanas, otro estado del Este, Brandenburgo, irá a elecciones , con lo que se reabre el riesgo de nuevos triunfos extremistas.

La literatura electoral alemana suele situar a las elecciones locales como predictores del resultado de lo que ocurrirá en las elecciones nacionales. De ahí que el Canciller Olaf Scholz –quien aspira a la reelección– haya llamado a todos los partidos a impedir que AfD siga creciendo y se convierta en un peligro de cara a las elecciones nacionales 2025.

A 35 años de la caída del Muro de Berlín, conviene indagar las razones que motivan el voto en algunos de los territorios que alguna vez conformaron la Alemania Oriental. Por un lado, tenemos el enojo de la población por sentirse descuidada, sin inversión suficiente para su prosperidad económica y con una creciente percepción de violencia. En estos estados el ingreso promedio es 20% inferior que en aquellos que conformaron la Alemania Occidental.

Por otro lado, tenemos que el desempleo provocó que sectores de la población rechazaran a los inmigrantes, mientras que la crisis energética provocó en otros el deseo de recuperar las relaciones con Rusia. Estos factores conjugados facilitaron el crecimiento del apoyo a partidos anti-sistema y presentan un riesgo para hacer gobierno en Alemania.

La academia ha estudiado el surgimiento y ascenso de los partidos de extrema derecha en Europa. Sobresalen dos acercamientos. Por el lado de la demanda se sostiene que los intereses, emociones y actitudes de los votantes han cambiado por procesos macroestructurales (crisis económica, migración, cambio climático, violencia, etc.) y han generado rompimiento social que parte de la xenofobia y descontento político. Del lado de la oferta se argumenta que existen elementos asociados a los sistemas electorales que hacen más visibles a los extremos y, por ende, más proclives a atraer nuevos militantes.

Charlotte Knobloch, una de las supervivientes del Holocausto más reconocidas, lamentó que la primera victoria de la ultra-derecha en elecciones estatales se dio sin que siquiera se cumpliera un siglo desde la Segunda Guerra Mundial. Esto debe alertar a la comunidad internacional sobre las implicaciones que estos triunfos tendrán sobre los avances logrados en el campo de la justicia transicional: en reconciliar, garantizar la no repetición, reparar, entre otros.

Las elecciones locales nos permiten tener un termómetro de la sociedad. Las propuestas de los partidos políticos y los resultados de los procesos no ocurren en el vacío. Pesan la historia y el contexto. El surgimiento y ascenso de grupos extremistas arrojan luz sobre el estado actual de la población votante y es importante entender que esto es parte de la democracia. Hay mayorías, minorías, clivajes, partidos de extrema, etc. Lo importante es encontrar el balance entre éstos para no vulnerar derechos y, sobre todo, no repetir el pasado.

El calendario electoral 2024 no marcaba a los comicios locales de Alemania entre sus prioridades. Teniendo decenas de elecciones presidenciales que observar, no pareciera tener sentido enfocar la atención en un puñado de elecciones subnacionales a las que apenas fue convocado el 6% del padrón nacional.

Ese escenario cambió esta semana, una vez que se conoció que una organización abiertamente ultra-derechista ganó los comicios en Turingia y por poco lo hace también en Sajonia, ambas regiones del Este alemán. Alternativa de Alemania (AfD) se ha distinguido por su euroescepticismo, posiciones extremas en temas de migración y desapego a derechos fundamentales. De hecho, Björn Höcke, uno de los líderes de la referida agrupación en Turingia, fue sancionado ya por utilizar lemas nazis en sus actividades.

Es improbable que la AfD logre hacer una alianza de gobierno en Turingia, en virtud de que todos los partidos opositores se aliaron para impedirlo. Sin embargo, el abultado tamaño de su bancada en ambos parlamentos lo convierte en un jugador de veto importante. Además, no debemos olvidar que, en un par de semanas, otro estado del Este, Brandenburgo, irá a elecciones , con lo que se reabre el riesgo de nuevos triunfos extremistas.

La literatura electoral alemana suele situar a las elecciones locales como predictores del resultado de lo que ocurrirá en las elecciones nacionales. De ahí que el Canciller Olaf Scholz –quien aspira a la reelección– haya llamado a todos los partidos a impedir que AfD siga creciendo y se convierta en un peligro de cara a las elecciones nacionales 2025.

A 35 años de la caída del Muro de Berlín, conviene indagar las razones que motivan el voto en algunos de los territorios que alguna vez conformaron la Alemania Oriental. Por un lado, tenemos el enojo de la población por sentirse descuidada, sin inversión suficiente para su prosperidad económica y con una creciente percepción de violencia. En estos estados el ingreso promedio es 20% inferior que en aquellos que conformaron la Alemania Occidental.

Por otro lado, tenemos que el desempleo provocó que sectores de la población rechazaran a los inmigrantes, mientras que la crisis energética provocó en otros el deseo de recuperar las relaciones con Rusia. Estos factores conjugados facilitaron el crecimiento del apoyo a partidos anti-sistema y presentan un riesgo para hacer gobierno en Alemania.

La academia ha estudiado el surgimiento y ascenso de los partidos de extrema derecha en Europa. Sobresalen dos acercamientos. Por el lado de la demanda se sostiene que los intereses, emociones y actitudes de los votantes han cambiado por procesos macroestructurales (crisis económica, migración, cambio climático, violencia, etc.) y han generado rompimiento social que parte de la xenofobia y descontento político. Del lado de la oferta se argumenta que existen elementos asociados a los sistemas electorales que hacen más visibles a los extremos y, por ende, más proclives a atraer nuevos militantes.

Charlotte Knobloch, una de las supervivientes del Holocausto más reconocidas, lamentó que la primera victoria de la ultra-derecha en elecciones estatales se dio sin que siquiera se cumpliera un siglo desde la Segunda Guerra Mundial. Esto debe alertar a la comunidad internacional sobre las implicaciones que estos triunfos tendrán sobre los avances logrados en el campo de la justicia transicional: en reconciliar, garantizar la no repetición, reparar, entre otros.

Las elecciones locales nos permiten tener un termómetro de la sociedad. Las propuestas de los partidos políticos y los resultados de los procesos no ocurren en el vacío. Pesan la historia y el contexto. El surgimiento y ascenso de grupos extremistas arrojan luz sobre el estado actual de la población votante y es importante entender que esto es parte de la democracia. Hay mayorías, minorías, clivajes, partidos de extrema, etc. Lo importante es encontrar el balance entre éstos para no vulnerar derechos y, sobre todo, no repetir el pasado.