/ lunes 23 de octubre de 2023

Desinterés ciudadano, un riesgo para la democracia

El proceso electoral de 2024 ha comenzado anticipadamente en el Estado de México, en los distintos municipios ya hay varios actores que se apuntan abiertamente e incluso comenzaron a gastar en propaganda con el único objetivo de ser identificados por la ciudadanía y tener alguna ventaja respecto a otros posibles contendientes.

En distintas partes de la entidad podemos observar lo mismo espectaculares que bardas pintadas con cal, con los nombres de quienes ya se están apuntando para ser presidentes municipales, diputados locales, e incluso diputados federales; utilizando, eso sí, los colores del partido que esperan que los postule o al que han pertenecido durante algunos años.

También es posible observar ya algunas estrategias de quién es están haciendo este tipo de prácticas; por ejemplo, de quienes se cuelgan del #EsClaudia para poner #EsErick, #EsAndrea o algún otro que pueda servir para anclar la imagen de los políticos locales con la de los que ya están haciendo su campaña a nivel nacional.

También están los políticos en funciones que no se quieren quedar atrás en la difusión de sus actividades con el objetivo de intentar una reelección en junio del año que viene, ansiosos de que la gente vea que han trabajado en este año y medio de funciones, se apropian decisiones tomadas en consenso para presentarlas como logros personales y generar una imagen de eficiencia y alejarse de la percepción social de ociosidad y falta de resultados.

Conforme vayan avanzando los días la contaminación visual será más persistente, habrá cada vez menos lugares que estén libres de anuncios políticos y esto generará un desgaste entre la ciudadanía que ya no estará interesada en conocer las propuestas de quienes se perfilen para ser participantes en el siguiente proceso electoral.

Esta situación representa un problema muy importante para la democracia en general y para los procesos electorales en particular, dado que genera un desgaste innecesario en el interés ciudadano por participar en las elecciones; como pudo observarse en la elección de gobernadora o como puede verse actualmente en el desinterés ante la convocatoria para formar parte de las vocalías y consejerías municipales y disfrútales locales pese a la difusión que se ha hecho sobre el tema.

El desgaste ciudadano, muchas veces, también forma parte de las estrategias de los partidos, beneficia a aquellos que cuentan con una gran estructura para movilización del voto y perjudica a aquellos que tienen una propuesta más ciudadana y por lo tanto menos vinculada a los intereses partidistas, propuestas que se pierden en el tumulto de mensajes que terminan por generar desinterés en la gente.

El problema que se enfrenta, en este momento, en el estado de México, es el desgaste que ella vive la gente con los procesos electorales; en la percepción ciudadana no hay diferencia entre un partido y otro. En el ámbito municipal Morena ha decepcionado respecto a la expectativa generada en 2018 y 2021 pero mantienen vigencia colgados de la imagen presidencial que todavía alcanza para cargar hasta a quien será su candidata a la máxima magistratura.

En el contexto, la polarización que el Presidente ha provocado y mantenido en el terreno nacional, contra los partidos de oposición, los fantasmas del pasado y ahora, más recientemente, contra el Poder Judicial; acciones que mantienen enardecidos a sus seguidores de quienes aprovecha ese sentimiento de odio para encausarlo hacia sus opositores y seguir cosechando votos para alcanzar el objetivo de controlar por completo el Ejecutivo, el Legislativo y minimizar lo más posible al Judicial.

Si los ciudadanos no se interesan por participar de las actividades políticas dejan el terreno fértil para que los políticos actúen libremente sin vigilancia de nadie y con instituciones minimizadas, permitiendo el avance de acciones que no solo ponen en riesgo los objetivos de la democracia sino su propia existencia.

Decisiones como la conformación de fideicomisos que fortalecen la industria militar en la vida civil, aprobadas la semana pasada por los diputados federales, sólo advierten el fortalecimiento de un proceso de militarización nacional que le permite más influencia a las fuerzas castrenses y reduce las posibilidades de participación en las actividades del gobierno a los civiles.

Si a todo esto le sumamos el incremento de la inseguridad en el país, con el aumento de secuestros, desapariciones, robos, entre otras más; encontramos una fórmula bastante desalentadora para motivar la participación de los ciudadanos en los procesos electorales de 2024.

En este sentido debemos de considerar algunas zonas que ya son controladas por la delincuencia organizada y en las que las autoridades ya no tienen ningún poder de influencia para la toma de decisiones; municipios en los que los grupos criminales participan activamente a través de amenazas y actos de coacción Para propiciar la participación activa de quienes puedan ser más afines a sus intereses.

Cuándo lo observamos en su conjunto, conjuntamos una serie de factores y elementos que se vuelven determinantes en el desinterés de la ciudadanía por participar en las actividades relacionadas con la vida electoral, generando un vacío que puede ser llenado por cualquier actor que esté interesado en controlar la vida política de las localidades o, incluso, de la entidad.

La única forma de evitar que estos grupos se sigan posicionando en ese terreno, es a través de fomentar la participación de los ciudadanos en las actividades electorales, no limitándose sólo a salir ejercer su derecho al voto el día de la jornada, sino también siendo parte de los procesos de revisión, conformación de los institutos, revisión de las actividades de quienes ya fueron elegidos, análisis de resultados, entre otros.

Una ciudadanía activa, que no se debilita ante el constante bombardeo de mensajes propagandistas vacíos, que cuestiona a sus autoridades, que se interesa por lo que los funcionarios electos estén haciendo respecto a sus compromisos y y que busca acceder a los procesos de participación en sus diversas modalidades, puede aspirar a un cambio social en beneficio de todos.

Depende, entonces, del interés de la ciudadanía en fortalecer a las instituciones para lograr que en 2024 de los procesos electorales sean no sólo más interesantes, sino también existen mayor compromiso de los políticos que quieran formar parte de estos. Ser críticos y vigilantes debe ser una obligación ciudadana permanente.

El proceso electoral de 2024 ha comenzado anticipadamente en el Estado de México, en los distintos municipios ya hay varios actores que se apuntan abiertamente e incluso comenzaron a gastar en propaganda con el único objetivo de ser identificados por la ciudadanía y tener alguna ventaja respecto a otros posibles contendientes.

En distintas partes de la entidad podemos observar lo mismo espectaculares que bardas pintadas con cal, con los nombres de quienes ya se están apuntando para ser presidentes municipales, diputados locales, e incluso diputados federales; utilizando, eso sí, los colores del partido que esperan que los postule o al que han pertenecido durante algunos años.

También es posible observar ya algunas estrategias de quién es están haciendo este tipo de prácticas; por ejemplo, de quienes se cuelgan del #EsClaudia para poner #EsErick, #EsAndrea o algún otro que pueda servir para anclar la imagen de los políticos locales con la de los que ya están haciendo su campaña a nivel nacional.

También están los políticos en funciones que no se quieren quedar atrás en la difusión de sus actividades con el objetivo de intentar una reelección en junio del año que viene, ansiosos de que la gente vea que han trabajado en este año y medio de funciones, se apropian decisiones tomadas en consenso para presentarlas como logros personales y generar una imagen de eficiencia y alejarse de la percepción social de ociosidad y falta de resultados.

Conforme vayan avanzando los días la contaminación visual será más persistente, habrá cada vez menos lugares que estén libres de anuncios políticos y esto generará un desgaste entre la ciudadanía que ya no estará interesada en conocer las propuestas de quienes se perfilen para ser participantes en el siguiente proceso electoral.

Esta situación representa un problema muy importante para la democracia en general y para los procesos electorales en particular, dado que genera un desgaste innecesario en el interés ciudadano por participar en las elecciones; como pudo observarse en la elección de gobernadora o como puede verse actualmente en el desinterés ante la convocatoria para formar parte de las vocalías y consejerías municipales y disfrútales locales pese a la difusión que se ha hecho sobre el tema.

El desgaste ciudadano, muchas veces, también forma parte de las estrategias de los partidos, beneficia a aquellos que cuentan con una gran estructura para movilización del voto y perjudica a aquellos que tienen una propuesta más ciudadana y por lo tanto menos vinculada a los intereses partidistas, propuestas que se pierden en el tumulto de mensajes que terminan por generar desinterés en la gente.

El problema que se enfrenta, en este momento, en el estado de México, es el desgaste que ella vive la gente con los procesos electorales; en la percepción ciudadana no hay diferencia entre un partido y otro. En el ámbito municipal Morena ha decepcionado respecto a la expectativa generada en 2018 y 2021 pero mantienen vigencia colgados de la imagen presidencial que todavía alcanza para cargar hasta a quien será su candidata a la máxima magistratura.

En el contexto, la polarización que el Presidente ha provocado y mantenido en el terreno nacional, contra los partidos de oposición, los fantasmas del pasado y ahora, más recientemente, contra el Poder Judicial; acciones que mantienen enardecidos a sus seguidores de quienes aprovecha ese sentimiento de odio para encausarlo hacia sus opositores y seguir cosechando votos para alcanzar el objetivo de controlar por completo el Ejecutivo, el Legislativo y minimizar lo más posible al Judicial.

Si los ciudadanos no se interesan por participar de las actividades políticas dejan el terreno fértil para que los políticos actúen libremente sin vigilancia de nadie y con instituciones minimizadas, permitiendo el avance de acciones que no solo ponen en riesgo los objetivos de la democracia sino su propia existencia.

Decisiones como la conformación de fideicomisos que fortalecen la industria militar en la vida civil, aprobadas la semana pasada por los diputados federales, sólo advierten el fortalecimiento de un proceso de militarización nacional que le permite más influencia a las fuerzas castrenses y reduce las posibilidades de participación en las actividades del gobierno a los civiles.

Si a todo esto le sumamos el incremento de la inseguridad en el país, con el aumento de secuestros, desapariciones, robos, entre otras más; encontramos una fórmula bastante desalentadora para motivar la participación de los ciudadanos en los procesos electorales de 2024.

En este sentido debemos de considerar algunas zonas que ya son controladas por la delincuencia organizada y en las que las autoridades ya no tienen ningún poder de influencia para la toma de decisiones; municipios en los que los grupos criminales participan activamente a través de amenazas y actos de coacción Para propiciar la participación activa de quienes puedan ser más afines a sus intereses.

Cuándo lo observamos en su conjunto, conjuntamos una serie de factores y elementos que se vuelven determinantes en el desinterés de la ciudadanía por participar en las actividades relacionadas con la vida electoral, generando un vacío que puede ser llenado por cualquier actor que esté interesado en controlar la vida política de las localidades o, incluso, de la entidad.

La única forma de evitar que estos grupos se sigan posicionando en ese terreno, es a través de fomentar la participación de los ciudadanos en las actividades electorales, no limitándose sólo a salir ejercer su derecho al voto el día de la jornada, sino también siendo parte de los procesos de revisión, conformación de los institutos, revisión de las actividades de quienes ya fueron elegidos, análisis de resultados, entre otros.

Una ciudadanía activa, que no se debilita ante el constante bombardeo de mensajes propagandistas vacíos, que cuestiona a sus autoridades, que se interesa por lo que los funcionarios electos estén haciendo respecto a sus compromisos y y que busca acceder a los procesos de participación en sus diversas modalidades, puede aspirar a un cambio social en beneficio de todos.

Depende, entonces, del interés de la ciudadanía en fortalecer a las instituciones para lograr que en 2024 de los procesos electorales sean no sólo más interesantes, sino también existen mayor compromiso de los políticos que quieran formar parte de estos. Ser críticos y vigilantes debe ser una obligación ciudadana permanente.