Con el control del partido en sus manos, Alejandro Moreno Cárdenas “Alito” terminó por quebrantar el máximo principio revolucionario que le dio sentido y guía al tricolor desde su fundación: el principio de no reelección. Para colmo de males, el PRI eligió para reelegirse al presidente que más derrotas ha permitido y el que más militantes ha perdido desde su fundación en 1929.
El mediodía de este domingo 7 de junio los priístas congregados en su asamblea nacional votaron a mano alzada las reformas que permiten la reelección de Alejandro Moreno al frente del tricolor, con lo que se da fin a la esperanza de la base de que el partido se pueda recuperar del declive que ha vivido durante los últimos años con la llegada de un presidente con más talento político, capaz de plantarle cara a la 4T y, sobretodo, más raigambre. Eso difícilmente sucederá.
Las esperanzas de las bases tricolores y algunos liderazgos que no comulgan con Alejandro Moreno estaban puestas en la posibilidad de que Beatriz Paredes o Manlio Fabio Beltrones regresen a retomar las riendas del partido y comenzar la reconstrucción con miras a los siguientes procesos electorales; esto se vuelve poco probable de pasar, el PRI seguirá el mismo camino que hasta ahora, Einstein decía que su definición de locura era esperar resultados diferentes haciendo las mismas cosas así que los priístas estarían locos si creen que habrá un cambio de ruta ante la virtual reelección de Moreno.
Para el PRI el periodo de Alejandro Moreno ha sido el más lamentable de su historia; en cinco años perdió 11 gubernaturas, tiene al partido como la cuarta fuerza política por debajo de Movimiento Ciudadano, perdió más de 600 mil militantes y varios liderazgos que, hoy más que nunca, le hacen falta al tricolor para recuperarse de la debacle en la que se encuentra.
Desde agosto de 2019, cuando Alejandro Moreno asumió la presidencia del tricolor, surgieron las voces de militantes que advertían del riesgo para este partido y lo que representaba como oposición, dada la cercanía que se advertía del entonces aspirante a la presidencia del partido y el Presidente de la República.
En los siguientes años siguieron algunas situaciones, por llamarlas de algún modo, extrañas: por ejemplo, cuando la recién llegada gobernadora de Campeche, Layda Sansores San Román, lanzó una ofensiva para encarcelar a su antecesor, ahora presidente del PRI, fue el propio López Obrador quien salió en defensa de priísta; Sansores comenzó publicando audios de conversaciones privadas de Moreno Cardenas, después la ofensiva subió de nivel con denuncias penales ante la Fiscalía estatal y cuando se llegó a las acciones con un cateo; fue en una mañanera donde se hizo el regaño publico ala gobernadora y donde el Presidente manifestó “no estoy de acuerdo con el procedimiento porque es indigno”.
Seis días después se filtró la investigación en contra de Alejandro Moreno, de nueva cuenta el presidente López Obrador justificó la acción como “un error que se cometió aquí, porque nosotros no teníamos por qué difundir eso”, el mandatario se refería a la publicación en las redes sociales gubernamentales de que la Fiscalía General de la República, supuestamente independiente del gobierno federal, había iniciado una carpeta de investigación contra el presidente del PRI.
Las acciones de Sansores y de la FGR en contra de Alejandro Moreno fueron leídas y entendidas por los analistas políticos como amenazas al presidente del PRI, advertencias de su destino en caso de querer actuar como una oposición seria al frente del entonces principal partido opositor de Morena, pero en el interior del tricolor aumentaron las sospechas de ¿por qué el Presidente López Obrador habría intervenido para frenar a Layda Sansores y su ofensiva en contra de “Alito”? Porque lo cierto es que, después de eso, la gobernadora de campeche jamás volvió a arremeter contra el priísta.
Después vinieron las derrotas, una elección tras otra, Alejandro Moreno demostró una enorme impericia, demostrada incapacidad o un insultante cinismo en cada proceso; en algunos casos imponía a los peores candidatos, como ocurrió en Hidalgo donde pasó por encima de todos los liderazgos para que Carolina Viggiano, la entonces secretaria general del PRI nacional se hiciera con una candidatura en la que fue arrasada al no contar con el respaldo de los priístas hidalguenses.
Pifia tras pifia, error tras error, las gubernaturas priístas se fueron perdiendo una a una sin que nada pareciera detener esa seguidilla de derrotas de las que el tricolor no ha podido levantarse y de las que, curiosamente, el único beneficiado ha sido el propio Alejandro Moreno descalificando a los liderazgos locales y haciendo a un lado a quienes no se quieran alinear a los deseos de la actual dirigencia nacional, así también, se fueron seleccionando los integrantes de la asamblea que le permitirá reelegirse.
Ante la decisión tomada en la asamblea nacional priísta, más de un liderazgo tricolor analiza en este momento sus posibilidades reales de continuar en el partido o si será mejor decisión sumarse a la lista de tránsfugas que ya no ven en este partido una opción para continuar su carrera y empiezan a analizar las posibilidades entre un rojo más quemado, el naranja, el verde y hasta el azul.
Mientras eso ocurre, el PRI se perfila a la reelección de Moreno Cardenas y en gran medida dependerá de las opciones reales que se presenten para poner fin a la hegemonía que el actual presidente nacional priísta tiene en el partido para conocer si darán el paso hacia nuevos rumbos o se mantendrán en el tricolor para, probablemente, seguir el destino del partido del sol azteca que en su negación de la realidad hoy vive su proceso de liquidación como partido nacional.
Habrá que esperar cuál será el impacto que tenga en lo local esta nueva determinación que le permitiría, también, a Ana Lilia Herrera perpetuarse en la presidencia estatal del PRI junto con “Alito” Moreno, quien la nombró delegada especial del directivo nacional en el histórico proceso de 2023 y presidenta para hacer frente a la elección de presidentes municipales y diputados locales con los desastrosos resultados que ya conocemos.