Revisando las tendencias del año pasado, hay cosas que para 2020 no cambian: China aún no es primera potencia económica pues sigue en fase de crecimiento moderado, pero lo será; contrario al pronóstico negativo de 2019, se frena la desaceleración económica en el mundo, aunque América Latina y en especial México seguirán teniendo crecimientos bajos o nulos (aún hay que esperar los efectos de la guerra comercial entre EU y China y la salida del Reino Unido de la Unión Europea); se mantienen como temas importantes la migración centroamericana y los ataques de Trump a nuestro país en el año electoral estadounidense; la reducción de gases de efecto invernadero sigue quedando en promesas vanas y los incendios en Australia son el mejor ejemplo del cambio climático. A ello debemos sumar eventos como la crisis generada en Medio Oriente por el asesinato del segundo hombre más fuerte de Irán.
Las tendencias de México también se mantienen: la 4T sigue su marcha imparable, ya no de combate a la corrupción y de sacar al país de la pobreza, como prometió en campaña, sino de destruir todas las instituciones a las que califica de neoliberales y manipuladoras de la “voluntad popular”, aunque se hayan construido en democracia, y de concentrar la mayor cantidad posible de poder a costa de restringir ciertas libertades de los mexicanos.
Por las tendencias tan pesimistas es que este inicio de año más bien quiero expresar mis expectativas en forma de deseos:
Deseo que la 4T se convierta en alternativa sensata de desarrollo, lejos de las desigualdades neoliberales y de los desequilibrios generados por regímenes populistas; lejos del combate selectivo a la corrupción (castigo a los enemigos, gracia a los amigos) y las decisiones de política pública erróneas (cancelación NAICM y de presupuesto a programas sociales funcionales; construcción de obras onerosas e inútiles: refinería de Dos Bocas, Tren Maya, sucursales del Banco de Bienestar); una 4T cercana a la transparencia y libertad económicas, no a la estatización (apuesta fallida por el petróleo, más deuda, intentos de control de precios, alza de salarios sin acuerdo con sectores económicos, terrorismo fiscal); acciones acordes con gobiernos abiertos y democráticos (varios no: a la reelección de cargos y extensión de mandatos, a las consultas patito, a limitar la libertad de expresión, a acabar con la independencia de los poderes); que asuma su responsabilidad (que deje de culpar al pasado y a Calderón de sus errores); y, sobre todo, mayor seguridad (combate efectivo al crimen organizado en el marco del Estado de Derecho).
Pero, al parecer, los míos sólo se quedarán en deseos. Habría que esperar un milagro para que se materialicen. Ojalá me equivoque.
rodrigo.pynv@hotmail.com; Facebook: Rodrigo Sánchez; Twitter: RodrigoSanArce