En el mundo, al menos 1,8 niños por segundo, desde mediados de marzo de 2020, ingresan a las filas de la pobreza multidimensional debido a la pandemia por Covid-19: un aumento del 10 por ciento desde 2019 y el mayor retroceso de la infancia en los 75 años de existencia del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF).
Además de los efectos ocasionados por la crisis mundial de salud, en México la niñez es víctima de una visión electorera que dejó de invertir en la próxima generación y eliminó sin justificación ni alternativas, programas que garantizaban alimentación, salud y educación para niñas, niños y adolescentes, como Estancias Infantiles, Escuelas de Tiempo Completo, Comedores Comunitarios, Prospera, Seguro Popular, Seguros de Vida para Mujeres Jefas de Familia y este año 2022, recortó hasta los recursos para la leche Liconsa.
Y no es añoranza, sino indignación ante la injusticia, la omisión y la mentira de un país mejor, por parte de un gobierno que apuesta todo por la próxima elección, cuando la directora ejecutiva de UNICEF, Henrietta Fore, advierte que cuando aumenta “el número de niños y niñas que pasan hambre, no van a la escuela, sufren abusos, viven en la pobreza o se ven obligados a casarse, disminuye la cantidad de niños y niñas que cuentan con acceso a atención de la salud, vacunas, alimentos suficientes y servicios esenciales. En un año en el que deberíamos mirar hacia adelante, estamos retrocediendo”.
Según cifras de la citada agencia de Naciones Unidas, el número de menores de edad sometidos al trabajo infantil llegó a los 160 millones en todo el mundo, lo que implica un aumento de 8,4 millones de niños en los últimos cuatro años. Del mismo modo, otros 9 millones de niños corren el riesgo de verse obligados a trabajar para finales de 2022, como resultado del aumento de la pobreza provocado por la pandemia.
Por su parte, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) en México prevé que por la pandemia pasaremos de 3.3 millones a mas de 5 millones de niñas y niños laborando, un problema que se refleja en el abandono escolar y que en nuestro país alcanza cifras alarmantes, pues según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 5.2 millones de niños, adolescentes y jóvenes entre los 3 y los 29 años de edad, no se inscribieron al ciclo escolar 2020-2021 por motivos económicos y por causas de la COVID-19.
En el Estado de México, hasta 2019 realizaban algún tipo de trabajo 230 mil 462 menores de edad, cifra que tendría un incremento en 2022 ante los efectos de la pandemia por Covid-19. Niñas, niños y adolescentes mexiquenses, han sido víctimas de la desaparición de programas federales; sin embargo, cabe señalar que en nuestro estado, la Secretaría estatal del Trabajo ha implementado acciones como las certificaciones a empresas para garantizar que no exista mano de obra de infantes y proporciona ayuda a las familias de donde provienen los menores que laboran, además de impulAr el Modelo de Identificación de Riesgo de Trabajo Infantil, diseñada por la OIT y la CEPAL, para diseñar e implementar estrategias preventivas en los territorios locales.
A decir de UNICEF, recuperar la década perdida nos llevará entre siete y ocho años en el mejor de los casos, siempre y cuando reconstruyamos el mundo de forma más sólida, garantizando una educación de calidad, protección y buena salud mental para la niñez. Es decir, más recursos y menos discursos por parte del gobierno federal, los estatales y los municipales. El futuro se construye hoy.
*Diputada federal reelecta por el Distrito 27 del Estado de México.
@AnaLiliaHerrera.
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