/ jueves 31 de agosto de 2023

Imagogenia | Imagen: Trump: Víctima


En el complejo escenario de la política estadounidense, Donald Trump ha encontrado una estrategia que parece funcionar como un imán para su base de seguidores: la victimización. Mientras su nombre y su imagen se ven inmersos en un sinfín de casos judiciales y acusaciones, que teóricamente deberían poner la imagen del expresidente en muy malas condiciones, este ha decidido utilizar la situación a su favor en las primarias republicanas y, posiblemente, en las próximas elecciones presidenciales.

Hablemos primero de “la fotografía”, una que por su mera existencia ya se hizo viral, y es que no es ordinario ver la foto de un expresidente como parte de un fichaje penal. Una imagen frontal de rostro donde aparece con el ceño completamente fruncido, los ojos rojos y ciertamente molesto, una postura y gesticulación que en primera instancia y sin analizar el contexto podría restar a su imagen ya que raya en lo agresivo. Sin embargo, la foto del expresidente siendo fichado en la prisión de Fulton, Georgia, con un gesto de desafío en su rostro, se ha convertido en uno de los símbolos base de su campaña política. Ciertamente, Trump parece estar aprovechando la publicidad gratuita que este proceso le brinda, recordándole al público su presencia y sus aspiraciones políticas, una táctica que nos recuerda que en política, a veces, no existe publicidad negativa. Y tan es así que al parecer, el equipo de Donald Trump discutió la foto policial antes de que se le tomará el jueves pasado, según dijeron a CNN dos fuentes familiarizadas con las discusiones.

La importancia de esta estrategia radica en la percepción que Trump quiere crear en su audiencia. Se presenta como un perseguido político, un líder antagonista que lucha contra un sistema que intenta silenciarlo y evitar su regreso a la vida pública tanto política como empresarial. Así, al utilizar la victimización como el núcleo de su campaña y construirse como un guerrero “desafiante” que no se queda callado, busca presentarse como un mártir que está dispuesto a enfrentar al sistema corrupto. Y no sólo eso, Trump, como muchos políticos, es experto en manejar la narrativa a su favor, él es hoy una víctima del sistema que quiere cambiar, y esa es la imagen que quiere vender a su audiencia. Esta estrategia está funcionando, por algo lidera las primarias republicanas con una ventaja de más de 30 puntos sobre los otros candidatos.

Sin duda, Trump entiende el poder de la imagen en la política moderna y utiliza cada oportunidad para moldearla a su favor. Por ejemplo, la declaración que hizo tras salir de la cárcel diciendo "No hice nada malo" y su descripción de los casos penales en su contra como una "parodia de la Justicia", además de considerar todo como “interferencia electoral”, reafirman su narrativa de ser una víctima injustamente perseguida.

Además, para la imagen de Trump, el tiempo también es clave. La fecha del juicio, fijada por la jueza Tanya Chutkan para el 4 de marzo, es un día antes del llamado "súpermartes", cuando varios estados celebrarán sus elecciones primarias. Esta coincidencia temporal significa que practica y mediáticamente un día será acusado y al siguiente aspirante a la presidencia. Además, si algo aprovechará Trump es la agenda política y mediática, para que por motivo de sus juicios o por motivo de sus mítines, esté centrada en él procurando, incluso, alargar las causas hasta más allá de la elección presidencial de noviembre de 2024.

Todo este conjunto de estrategias se alinean perfectamente bien con la esencia de Donald Trump, que busca transformar su imagen en la de un mártir, pero no uno cualquiera uno que, acorde a su esencia, sea auténticamente desafiante del sistema y no permita los atropellos a su persona y lo más importante que esto parece resonar con una base de seguidores que lo ven como un líder que no se queda callado y luchará contra las injusticias.

Al final, lo que muchos deben entender es que cuando la narrativa se usa a favor de la imagen de un personaje -sea político o no-, esta ayudará a generar el posicionamiento adecuado, pero siempre se debe poner atención a la imagen global porque, de no tener cuidado los resultados a largo plazo de esta estrategia pueden ser inciertos, ya que puede pasar de ser una víctima desafiante del sistema a ser el victimario que el sistema está queriendo demostrar que es.

Doctoranda en Imagen Pública
Directora π en SCIO Group
Facebook: Mar Nava Argüelles
Twitter: @Mar_Naa


En el complejo escenario de la política estadounidense, Donald Trump ha encontrado una estrategia que parece funcionar como un imán para su base de seguidores: la victimización. Mientras su nombre y su imagen se ven inmersos en un sinfín de casos judiciales y acusaciones, que teóricamente deberían poner la imagen del expresidente en muy malas condiciones, este ha decidido utilizar la situación a su favor en las primarias republicanas y, posiblemente, en las próximas elecciones presidenciales.

Hablemos primero de “la fotografía”, una que por su mera existencia ya se hizo viral, y es que no es ordinario ver la foto de un expresidente como parte de un fichaje penal. Una imagen frontal de rostro donde aparece con el ceño completamente fruncido, los ojos rojos y ciertamente molesto, una postura y gesticulación que en primera instancia y sin analizar el contexto podría restar a su imagen ya que raya en lo agresivo. Sin embargo, la foto del expresidente siendo fichado en la prisión de Fulton, Georgia, con un gesto de desafío en su rostro, se ha convertido en uno de los símbolos base de su campaña política. Ciertamente, Trump parece estar aprovechando la publicidad gratuita que este proceso le brinda, recordándole al público su presencia y sus aspiraciones políticas, una táctica que nos recuerda que en política, a veces, no existe publicidad negativa. Y tan es así que al parecer, el equipo de Donald Trump discutió la foto policial antes de que se le tomará el jueves pasado, según dijeron a CNN dos fuentes familiarizadas con las discusiones.

La importancia de esta estrategia radica en la percepción que Trump quiere crear en su audiencia. Se presenta como un perseguido político, un líder antagonista que lucha contra un sistema que intenta silenciarlo y evitar su regreso a la vida pública tanto política como empresarial. Así, al utilizar la victimización como el núcleo de su campaña y construirse como un guerrero “desafiante” que no se queda callado, busca presentarse como un mártir que está dispuesto a enfrentar al sistema corrupto. Y no sólo eso, Trump, como muchos políticos, es experto en manejar la narrativa a su favor, él es hoy una víctima del sistema que quiere cambiar, y esa es la imagen que quiere vender a su audiencia. Esta estrategia está funcionando, por algo lidera las primarias republicanas con una ventaja de más de 30 puntos sobre los otros candidatos.

Sin duda, Trump entiende el poder de la imagen en la política moderna y utiliza cada oportunidad para moldearla a su favor. Por ejemplo, la declaración que hizo tras salir de la cárcel diciendo "No hice nada malo" y su descripción de los casos penales en su contra como una "parodia de la Justicia", además de considerar todo como “interferencia electoral”, reafirman su narrativa de ser una víctima injustamente perseguida.

Además, para la imagen de Trump, el tiempo también es clave. La fecha del juicio, fijada por la jueza Tanya Chutkan para el 4 de marzo, es un día antes del llamado "súpermartes", cuando varios estados celebrarán sus elecciones primarias. Esta coincidencia temporal significa que practica y mediáticamente un día será acusado y al siguiente aspirante a la presidencia. Además, si algo aprovechará Trump es la agenda política y mediática, para que por motivo de sus juicios o por motivo de sus mítines, esté centrada en él procurando, incluso, alargar las causas hasta más allá de la elección presidencial de noviembre de 2024.

Todo este conjunto de estrategias se alinean perfectamente bien con la esencia de Donald Trump, que busca transformar su imagen en la de un mártir, pero no uno cualquiera uno que, acorde a su esencia, sea auténticamente desafiante del sistema y no permita los atropellos a su persona y lo más importante que esto parece resonar con una base de seguidores que lo ven como un líder que no se queda callado y luchará contra las injusticias.

Al final, lo que muchos deben entender es que cuando la narrativa se usa a favor de la imagen de un personaje -sea político o no-, esta ayudará a generar el posicionamiento adecuado, pero siempre se debe poner atención a la imagen global porque, de no tener cuidado los resultados a largo plazo de esta estrategia pueden ser inciertos, ya que puede pasar de ser una víctima desafiante del sistema a ser el victimario que el sistema está queriendo demostrar que es.

Doctoranda en Imagen Pública
Directora π en SCIO Group
Facebook: Mar Nava Argüelles
Twitter: @Mar_Naa