Una de las características de las instituciones mexicanas es su sumisión al poder.
Muchos en la sociedad mexicana pensaban que con los pequeños logros de la incipiente democracia mexicana se habían dado pasos para consolidar entidades autónomas frente al poder, sobre todo instituciones que protegieran valores democráticos o al menos que los ciudadanos cuyas libertades no dependieran de la voluntad de los poderosos.
La realidad ha demostrado que no es así.
Da la impresión que se ha vuelto a los viejos tiempos: el uso del poder en favor de los intereses de la clase gobernante, sí esa que dominada todo el espectro político sin más limite que el de la voluntad de un solo grupo...o de un solo hombre.
Se pensaba era cosa del pasado, pero tal parece está en la genética de la clase política: el atentar contra la democracia escudándose en la miseria, en la pobreza y hablando en nombre del pueblo mexicano. Eso parece una constante en nuestra historia. Los políticos ven ese discurso la fuente de su legitimidad y el derecho a hacer lo que se quiera.
Este fenómeno se replica tanto a nivel federal, como estatal como municipal…los titulares de los ejecutivos se han venido convirtiendo en dueños y señores de destinos y voluntades y eso no es bueno para la democracia y solo hace a ciudadanos más débiles frente al poder.
Durante los últimos días la actitud del INE, del SAT y de las fiscalías ha sido lamentable y sus actos solo han venido debilitando no solo a la frágil democracia mexicana sino no también al ciudadano para solo hacerlo más sumiso frente a las clases gobernantes.
El comportamiento de esas instituciones ha sido lamentable.
Por su parte el INE, o más concretamente sus integrantes, no tienen claro como ir modelando a la insuficiente democracia mexicana. El INE no solo debe hacer buenas y creíbles elecciones sino sobre todo cuidar de que la lucha por el poder, cualquiera que sea su nivel, sea equitativa…eso en un sistema político tan pervertido como el mexicano es fundamental. El establecer términos para que todos los actores políticos tengan las mismas posibilidades es lo menos que se puede pedir al órgano regulador…pero eso no está sucediendo y las erráticas decisiones de las últimas semanas está llevando al órgano electoral a perder de manera acelerada su credibilidad. Esto puede deteriorar la percepción que tiene la ciudadanía del INE como institución confiable. El INE debe ser garante de mantener el equilibrio entre los actores políticos para que exista una lucha política que permita contiendas electoras más justas…pero contrariamente a eso ha sido permisivo con los ya innumerables actos de simulación en las actividades para buscar candidatos a la presidencia de la república por parte de las fuerzas políticas…lo mismo sucede con la intromisión de uno de los actores políticos, como lo es el presidente de la república, cuyo peso es mucho mayor al de cualquier personaje o actor político y su actuar afecta a una contienda electoral equitativa.
Lo mismo ha venido ocurriendo con el SAT, institución utilizada con propósitos políticos para amedrentar, atemorizar a ciudadanos activos sea en la política o en sectores económicos. El uso de información privilegiada en contra de ciudadanos solo es muestra de estados autoritarios como se ha visto en Nicaragua…y está sucediendo en México.
Y finalmente las fiscalías cuyo papel para ser estar más a la voluntad de los poderosos que al servicio de la gente en una conducta cómplice y benevolente con los actores del crimen.
La moral de la república está deteriorada y tres de sus instituciones principales para salvar lo poco que queda de democracia y de protección a los ciudadanos están entrando en crisis por la sumisión que tienen frente a quien ejerce el poder.
…mientras el pueblo sigue indefenso en sus libertades más elementales. El INE, el SAT, las fiscalías deben decidir entre estar con el pueblo o con el poder en turno…de mucho de ello dependen las libertades y la seguridad de toda una nación. Ojalá y no se sigan equivocando.
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