/ viernes 5 de enero de 2024

La política mexicana: entre el morbo y el aburrimiento

En la extraordinaria película de producción rusa y francesa “El Gran Concierto”, Ana Kamenkova da vida al personaje de Irina Filipovna, una mujer rusa que se dedica, entre otras cosas, a contratar “extras” para los mitines del partido comunista; la escena en donde Ivan Gavrilov (líder del partido comunista en Moscú e interpretado por Valeri Barinov) hace cuentas por el número de personas asistentes a un mitin, bien pudo ser filmada en cualquier mitin político de nuestro país. La política mexicana es cada vez menos interesante y cada vez más lejana del gusto de la gente.

Desde hace ya algunos años se dice que en México la política atrae el interés de la gente solo en las cercanías de los procesos electorales pero parece que ya ni las elecciones logran hacer que las personas volteen a ver ese mundo en el que los líderes de cualquier partido se olvidan de sus discusiones y golpeteos para “bajar” al mundo terrenal y acercarse con los ciudadanos de apio a solicitarles, de nueva cuenta que confíen en ellos a través del voto para, después, continuar en su juego de simulaciones y engaños.

En días recientes se pudo ver, por ejemplo: que en un evento en Mérida, Yucatán, los asistentes abandonaban el lugar mientras que la aspirante a la candidatura de la coalición PRI-PAN-PRD, Xóchitl Gálvez, daba su discurso a los asistentes pero esto no es privativo de un grupo político o de otro; esto también le ha pasado también a Claudia Sheinbaum a quien abandoran en Queretaro por allá de noviembre o quien de plano tuvo que cancelar un evento en el Estadio Azul por falta de interés en la ciudad que ella misma gobernó.

El tema no es privativo, tampoco, de las campañas políticas a la Presidencia de la República, un par de semanas a tras, la zacatecana y candidata a la gubernatura de Veracruz y exsecretaria de Energía del gobierno federal, Rocío Nahle, también tuvo que observar cómo parte de la militancia que acudió a verla en un mitin la abandonaban mientras estaba tratando de convencerlos de ser la mejor opción para aquella entidad.

De igual forma, se puede ver en un evento de Santiago Taboada a un grupo de extranjeros (se ha mencionado que son haitianos) que ondean banderas del PAN por lo que, en respuesta, también se empezaron a postear videos de presuntas mujeres extranjeras que también están en un mitin político pero ahora sosteniendo pancartas con la imagen de Claudia Sheinbaum; el acarreo como sea; al más puro estilo de Filipovna y Gavrilov.

El desinterés en la política por parte de los mexicanos es cada vez más notable y sensible; si bien las redes sociales parecen estar inundadas de personas que tienen un punto de vista sobre lo que ocurre en el país, en la gran mayoría de los casos se trata de perspectivas fundamentadas en el “me gusta”-“no me gusta” o “me cae bien”-“me cae mal” más allá de tener un fundamento racional o algún sustento informativo sólido.

Más aun, todavía, las respuestas a favor o en contra de un tema se personalizan sobre la imagen de un funcionario, un político (que no necesariamente son lo mismo) o una institución (ya sea partido o gobierno) y terminan siendo sospechosamente similares si no es que idénticas unas con otras, utilizando los mismos argumentos de ataque o defensa como si de granjas de bots se tratara.

La triste realidad que no se puede ocultar a la vista de nadie es que cada vez hay menos interés en la participación de candidatos ciudadanos en los procesos electorales, por ejemplo, o incluso de acudir a las urnas el día de la elección, si es que la gente se entera de qué día toca votar, porque ya hasta ese nivel de desinterés hemos llegado.

Lo cierto es que si bien se trata de una obligación ciudadana, la realidad es que cada vez es más difícil mantener el interés en un tema que ha dejado fuera el debate y la discusión pública a la ciudadanía y se ha centrado en si unos lo hacen peor que los otros o si antes los otros eran peores que los de ahora; para la gente, da lo mismo porque ninguno ha podido resolver las necesidades de las personas.

El debate político se ha vuelto de niveles tan bajos que bien podrían ser cualquier escena del cine de ficheras de los 80 en las que los protagonistas daban cátedra de insultos, dobles sentidos y albures en los que todo terminaba con la indignación de unos y la burla de los otros pero en donde a final de cuentas no terminaba pasando nada porque se trataba de discusiones vacías para aparentar que algo ocurría sin que nada, en realidad, estaba pasando en la historia.

Las discusiones políticas de hoy en día se limitan a insultos y reclamos por no pensar exactamente igual que la contraparte, se llega al nivel de las agresiones verbales y hasta físicas porque ya no se trata de demostrar razones o argumentos, sino simplemente de tener la razón por tenerla o para defender los dichos de algún “jefe” que decidirá si la carrera política sigue o se termina, al más puro estilo del priismo dinosáurico de lo Díaz Ordaz o los Echeverrías.

A esto se le suman fenómenos como el rápido aumento de “especialistas de prepago” que por una no tan módica cantidad se ponen el disfraz de periodista y se suben a las redes sociales para defender o atacar (según indique el contrato) a cualquier gobierno, político, funcionario, institución o lo que sea que se necesite en el momento, realizando rebuscadas justificaciones o, de plano, cínicas afirmaciones sobre lo que se tenga que justificar.

El desinterés sobre lo que ocurre en la política es cada vez mayor y, aunado a la tendencia de banalizar las discusiones sobre los temas públicos, advierte un severo problema para un país que comenzaba a manifestar brotes de democracia participativa y que ahora se perfila con una celeridad alarmante hacia el cruel destino de la tiranía de los partidos que, siempre e indudablemente, termina convertida en tiranía del gobierno.

Hoy arranca formalmente el proceso electoral local en el Estado de México donde renovaremos diputados, senadores y presidentes municipales y si los actores que participarán en este ejercicio no elevan el nivel del debate y se acercan genuinamente a la ciudadanía a dialogar y proponer soluciones reales es altamente probable que la respuesta se dé el 2 de junio próximo con un alto nivel de abstencionismo y todas las consecuencias que eso acarrea.

En la extraordinaria película de producción rusa y francesa “El Gran Concierto”, Ana Kamenkova da vida al personaje de Irina Filipovna, una mujer rusa que se dedica, entre otras cosas, a contratar “extras” para los mitines del partido comunista; la escena en donde Ivan Gavrilov (líder del partido comunista en Moscú e interpretado por Valeri Barinov) hace cuentas por el número de personas asistentes a un mitin, bien pudo ser filmada en cualquier mitin político de nuestro país. La política mexicana es cada vez menos interesante y cada vez más lejana del gusto de la gente.

Desde hace ya algunos años se dice que en México la política atrae el interés de la gente solo en las cercanías de los procesos electorales pero parece que ya ni las elecciones logran hacer que las personas volteen a ver ese mundo en el que los líderes de cualquier partido se olvidan de sus discusiones y golpeteos para “bajar” al mundo terrenal y acercarse con los ciudadanos de apio a solicitarles, de nueva cuenta que confíen en ellos a través del voto para, después, continuar en su juego de simulaciones y engaños.

En días recientes se pudo ver, por ejemplo: que en un evento en Mérida, Yucatán, los asistentes abandonaban el lugar mientras que la aspirante a la candidatura de la coalición PRI-PAN-PRD, Xóchitl Gálvez, daba su discurso a los asistentes pero esto no es privativo de un grupo político o de otro; esto también le ha pasado también a Claudia Sheinbaum a quien abandoran en Queretaro por allá de noviembre o quien de plano tuvo que cancelar un evento en el Estadio Azul por falta de interés en la ciudad que ella misma gobernó.

El tema no es privativo, tampoco, de las campañas políticas a la Presidencia de la República, un par de semanas a tras, la zacatecana y candidata a la gubernatura de Veracruz y exsecretaria de Energía del gobierno federal, Rocío Nahle, también tuvo que observar cómo parte de la militancia que acudió a verla en un mitin la abandonaban mientras estaba tratando de convencerlos de ser la mejor opción para aquella entidad.

De igual forma, se puede ver en un evento de Santiago Taboada a un grupo de extranjeros (se ha mencionado que son haitianos) que ondean banderas del PAN por lo que, en respuesta, también se empezaron a postear videos de presuntas mujeres extranjeras que también están en un mitin político pero ahora sosteniendo pancartas con la imagen de Claudia Sheinbaum; el acarreo como sea; al más puro estilo de Filipovna y Gavrilov.

El desinterés en la política por parte de los mexicanos es cada vez más notable y sensible; si bien las redes sociales parecen estar inundadas de personas que tienen un punto de vista sobre lo que ocurre en el país, en la gran mayoría de los casos se trata de perspectivas fundamentadas en el “me gusta”-“no me gusta” o “me cae bien”-“me cae mal” más allá de tener un fundamento racional o algún sustento informativo sólido.

Más aun, todavía, las respuestas a favor o en contra de un tema se personalizan sobre la imagen de un funcionario, un político (que no necesariamente son lo mismo) o una institución (ya sea partido o gobierno) y terminan siendo sospechosamente similares si no es que idénticas unas con otras, utilizando los mismos argumentos de ataque o defensa como si de granjas de bots se tratara.

La triste realidad que no se puede ocultar a la vista de nadie es que cada vez hay menos interés en la participación de candidatos ciudadanos en los procesos electorales, por ejemplo, o incluso de acudir a las urnas el día de la elección, si es que la gente se entera de qué día toca votar, porque ya hasta ese nivel de desinterés hemos llegado.

Lo cierto es que si bien se trata de una obligación ciudadana, la realidad es que cada vez es más difícil mantener el interés en un tema que ha dejado fuera el debate y la discusión pública a la ciudadanía y se ha centrado en si unos lo hacen peor que los otros o si antes los otros eran peores que los de ahora; para la gente, da lo mismo porque ninguno ha podido resolver las necesidades de las personas.

El debate político se ha vuelto de niveles tan bajos que bien podrían ser cualquier escena del cine de ficheras de los 80 en las que los protagonistas daban cátedra de insultos, dobles sentidos y albures en los que todo terminaba con la indignación de unos y la burla de los otros pero en donde a final de cuentas no terminaba pasando nada porque se trataba de discusiones vacías para aparentar que algo ocurría sin que nada, en realidad, estaba pasando en la historia.

Las discusiones políticas de hoy en día se limitan a insultos y reclamos por no pensar exactamente igual que la contraparte, se llega al nivel de las agresiones verbales y hasta físicas porque ya no se trata de demostrar razones o argumentos, sino simplemente de tener la razón por tenerla o para defender los dichos de algún “jefe” que decidirá si la carrera política sigue o se termina, al más puro estilo del priismo dinosáurico de lo Díaz Ordaz o los Echeverrías.

A esto se le suman fenómenos como el rápido aumento de “especialistas de prepago” que por una no tan módica cantidad se ponen el disfraz de periodista y se suben a las redes sociales para defender o atacar (según indique el contrato) a cualquier gobierno, político, funcionario, institución o lo que sea que se necesite en el momento, realizando rebuscadas justificaciones o, de plano, cínicas afirmaciones sobre lo que se tenga que justificar.

El desinterés sobre lo que ocurre en la política es cada vez mayor y, aunado a la tendencia de banalizar las discusiones sobre los temas públicos, advierte un severo problema para un país que comenzaba a manifestar brotes de democracia participativa y que ahora se perfila con una celeridad alarmante hacia el cruel destino de la tiranía de los partidos que, siempre e indudablemente, termina convertida en tiranía del gobierno.

Hoy arranca formalmente el proceso electoral local en el Estado de México donde renovaremos diputados, senadores y presidentes municipales y si los actores que participarán en este ejercicio no elevan el nivel del debate y se acercan genuinamente a la ciudadanía a dialogar y proponer soluciones reales es altamente probable que la respuesta se dé el 2 de junio próximo con un alto nivel de abstencionismo y todas las consecuencias que eso acarrea.