Hay muchas cosas que mejorar y corregir en el Estado de México. El pueblo mexiquense entiende bien que la gran mayoría de estas cosas son pesadas herencias del régimen anterior, es por ello por lo que dio un mandato democrático tan amplio en la pasada elección al proyecto de la Transformación. Gracias a eso, las instrucciones de la gobernadora de acelerar el paso de la transformación de la vida pública mexiquense tienen ahora una fuerza renovada, con una mayoría en la siguiente legislatura local.
Con esa fuerza, los funcionarios estatales deberán comenzar a concretar los proyectos prioritarios para liberar a nuestro estado de la corrupción que tanto ha dañado los servicios públicos que todos y todas nos merecemos. Entre ellos, están el “Estado de México libre de corrupción” y “Un nuevo servicio público”, ambos proyectos son parte del Eje 1 del Plan de Desarrollo. Estos proyectos mandatan de los funcionarios estatales “una nueva ética […] en la que la honestidad sea el eje rector para desempeñar sus tareas y […] atender de manera empática las necesidades de la población, garantizar el uso transparente de los recursos e incidir en forma positiva en la comunidad.”
Más allá de la discusión constitucional, burocrática o legalista de los órdenes de gobierno y los poderes, todos los que nos digamos parte del proyecto transformador debemos atender este llamado. Incluso, los ayuntamientos tienen la obligación de hacer que su plan municipal de desarrollo esté alineado a los objetivos del Plan Estatal.
Es por ello por lo que el Secretario de Gobierno, Horacio Duarte, recientemente firmó un convenio entre la iniciativa privada y el Sistema Anticorrupción estatal. No hay parte de la vida pública mexiquense que pueda decir que no le toca participar en este combate frontal contra la corrupción. Así como el dinero privado puede influir en los niveles de corrupción, la gestión del presupuesto en el poder legislativo local y sobre todo, en los ayuntamientos, tiene un gran poder e influencia para cambiar la vida de la gente. Por el contrario, si quienes ejercen el presupuesto público a nivel municipal (el nivel más cercano a la gente) fallan, muy pronto tendremos muestras de inconformidad y exigencias de mejora.
La gente no tendrá paciencia para dinastías familiares ni ninguna otra práctica política que cause dudas de cómo se está ejerciendo el presupuesto público. Esta cuestión, muy sensible para nuestra gente mexiquense, exige de todos nosotros un compromiso mucho más fuerte que en el pasado reciente, cuando no éramos mayoría en casi todos los ámbitos. Quienes tengan la enorme responsabilidad de gobernar un territorio, deberán ayudar a que el buen trabajo del gobierno estatal resuene y no dar pretextos o razones para que el pueblo mexiquense retire la confianza a los gobiernos locales de la transformación.
Así como los gobiernos locales deben aspirar a representar ese nuevo servicio público quienes estamos en la legislatura deberemos cumplir el papel de revisar las cuentas públicas entregadas a esta soberanía. La gente exigirá de nosotros que no convalidemos ningún mal uso de los recursos y en ello, mucho puede hacer el Congreso Local para que esta nueva ética pública comience a desterrar la corrupción heredada y la tentación que pueda existir de continuar con esas prácticas del pasado.
El gran equipo transformador estatal, legislativo y municipal tiene todos los elementos para atacar este gran problema. Deberemos hacerlo de manera coordinada, ordenada y disciplinada. Solo así podremos preservar el gran capital político que la gente mexiquense nos ha otorgado.