/ viernes 12 de enero de 2024

Marko Cortés entrega la elección 2024

Bien dicen que en política se debe tener la mente fría y no reaccionar de manera imprudente porque, en esos casos, se suelen cometer errores muy graves que posteriormente tendrán consecuencias que afecten de manera negativa a los objetivos planteados; es el caso de la respuesta que dio Marko Cortés, presidente nacional del PAN, en su pleito con Manolo Jiménez, gobernador priísta de Coahuila, al acusarlo de no cumplir los acuerdos firmados durante la campaña de 2023.

La manzana de la discordia en esta discusión bizantina se llama Torreón, en el acuerdo firmado por los partidos y el entonces candidato se indica que para 2024 tanto la alcaldía como el distrito federal de esta localidad serán encabezadas por candidatos del albiazul pero el gobernador desea imponer un candidato de su partido para la capital de la entidad por lo que el líder nacional panista saltó de inmediato en defensa de su negociación del año pasado.

El ahora gobernador asegura que el acuerdo consistía en que si el PAN alcanzaba 20 por ciento de la votación, obtendría la candidatura de Torreón pero que esto no ocurrió y que apenas lograron un miserable muy lejano 6 por ciento, por lo que le correspondía a su partido encabezar dicha posición, algo que Marko Cortés dijo que era falso y que la negociación nunca fue en ese sentido.

El problema principal radica en que, al hacer su defensa a través de los medios digitales, el presidente del panismo nacional exhibió el documento firmado, entre otros, por el líder nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, y el entonces candidato Manolo Jiménez, en donde se observa que efectivamente no se menciona ningún porcentaje de votación para obtener ninguna de las candidaturas asignadas de antemano por lo que, en estricto apego a lo que dice el texto, estas le corresponden al PAN sin ninguna condicionante.

Ensimismado en su pleito con el gobernador coahuilense, Marko Cortés no se dio cuenta que al publicar el documento completo del acuerdo, también dejó en evidencia lo que el PRD denunció en su momento y que casi ocasiona que abandonara la alianza con panistas y priístas y que estos negaron que existiera rotundamente: una negociación entre PRI y PAN para repartirse entre ambos las candidaturas de las gobernaturas de 2023 a los tricolores y las de la Presidencia de la República y la jefatura de gobierno en la Ciudad de México para los albiazules en 2024.

El texto publicado por Marko Cortés claramente señala: “El Partido Revolucionario Institucional conducirá y siglara (sic) la gobernatura (sic) del Estado de México y Coahuila en el año 2023; mientras que el Partido Acción Nacional siglara (sic) y conducirá los procesos 2024 (sic) de la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México”. Dicho de otra manera, es el reconocimiento público de que sí existió un acuerdo entre panistas y priístas para dejar fuera de la jugada al PRD en ambas elecciones.

El tema se hizo notar desde el momento mismo en que Marko Cortés hizo público el acuerdo que, además de mostrar la cantidad de faltas de ortografía y redacción en que pueden incurrir los políticos en solo un párrafo y la simpleza de un acuerdo que parece el de alumnos de secundaria definiendo quién será el jefe de grupo de este año y quién el del que sigue, sin ninguna formalidad legal que indique que se trata de un contrato serio; también muestra la negociación en ausencia del líder nacional del PRD, Jesús Zambrano cuya firma no aparece en ninguna parte del documento y quien, debido a esto, queda como el burlado por sus pares priísta y panista.

En este momento vale recordar que justo el día en que se tenía previsto el registro de Alejandra del Moral como candidata de la alianza en el Instituto Electoral del Estado de México, los perredistas no se presentaron a la cita (lo que terminó con la cancelación del evento en ese momento para su postergación hasta el día siguiente) debido a que se habían enterado de la existencia de una negociación bajo la mesa entre priístas y panistas para repartirse las candidaturas de 2023 y 2024.

A final de cuentas, en ese momento, priístas y panistas aseguraron públicamente que dicho acuerdo era inexistente que todo se trataba de una acusación falsa de los morenistas para tratar de derrumbar la alianza PRI-PAN-PRD pero que ya habían arreglado todo el asunto y que la confusión habría terminado, con lo que los registros tanto en Coahuila como en el Edoméx continuaron.

Independiente de que, como salió a defender Marko Cortés, los acuerdos en las democracias existen en todos los países, lo que quedó en evidencia fue la falsedad de panistas y priístas con sus propios aliados perredistas quienes, de buena fe, y como el resto de los ciudadanos de este país, creyeron que todo el proceso interno de selección de candidatos, tanto de 2023 como de 2024, era real y se basaba en los principios de competitividad y cualidades o posibilidades de triunfo de los aspirantes.

El acuerdo mostrado por el líder panista no solo exhibe las negociaciones “en lo oscurito” entre él y su similar Alejandro Moreno en torno a los procesos electorales para “repartirse el pastel” entre ellos y solo dejar las migajas para sus demás aliados, también los deja como mentirosos y personajes que no son dignos de confianza ante la ciudadanía, situación que ya están aprovechando en Morena para facilitarse el triunfo en las urnas el próximo 2 de junio.

Aunque lo parezca, el error de Marko Cortés no fue el haber exhibido el acuerdo con los priístas sino el haber signado un documento para tratar de beneficiarse de sus propios aliados dejando ver que las acusaciones en su contra respecto a la falta de confiabilidad en su palabra son más que ciertas y que aquellas declaraciones en las que aseguraba que no existía el acuerdo que recién acaba de mostrar públicamente eran total y absolutamente falsas.

La pregunta que sigue ahora es ¿seguirán confiando los demás actores políticos, no solo priístas y perredistas sino los propios panistas, en que los acuerdos que hayan realizado con Marko Cortés (sean cuales fueren) serán respetados? Y más aún, ¿puede la ciudadanía confiar en partidos que traicionan a sus aliados? Me parece que no.

Bien dicen que en política se debe tener la mente fría y no reaccionar de manera imprudente porque, en esos casos, se suelen cometer errores muy graves que posteriormente tendrán consecuencias que afecten de manera negativa a los objetivos planteados; es el caso de la respuesta que dio Marko Cortés, presidente nacional del PAN, en su pleito con Manolo Jiménez, gobernador priísta de Coahuila, al acusarlo de no cumplir los acuerdos firmados durante la campaña de 2023.

La manzana de la discordia en esta discusión bizantina se llama Torreón, en el acuerdo firmado por los partidos y el entonces candidato se indica que para 2024 tanto la alcaldía como el distrito federal de esta localidad serán encabezadas por candidatos del albiazul pero el gobernador desea imponer un candidato de su partido para la capital de la entidad por lo que el líder nacional panista saltó de inmediato en defensa de su negociación del año pasado.

El ahora gobernador asegura que el acuerdo consistía en que si el PAN alcanzaba 20 por ciento de la votación, obtendría la candidatura de Torreón pero que esto no ocurrió y que apenas lograron un miserable muy lejano 6 por ciento, por lo que le correspondía a su partido encabezar dicha posición, algo que Marko Cortés dijo que era falso y que la negociación nunca fue en ese sentido.

El problema principal radica en que, al hacer su defensa a través de los medios digitales, el presidente del panismo nacional exhibió el documento firmado, entre otros, por el líder nacional del PRI, Alejandro “Alito” Moreno, y el entonces candidato Manolo Jiménez, en donde se observa que efectivamente no se menciona ningún porcentaje de votación para obtener ninguna de las candidaturas asignadas de antemano por lo que, en estricto apego a lo que dice el texto, estas le corresponden al PAN sin ninguna condicionante.

Ensimismado en su pleito con el gobernador coahuilense, Marko Cortés no se dio cuenta que al publicar el documento completo del acuerdo, también dejó en evidencia lo que el PRD denunció en su momento y que casi ocasiona que abandonara la alianza con panistas y priístas y que estos negaron que existiera rotundamente: una negociación entre PRI y PAN para repartirse entre ambos las candidaturas de las gobernaturas de 2023 a los tricolores y las de la Presidencia de la República y la jefatura de gobierno en la Ciudad de México para los albiazules en 2024.

El texto publicado por Marko Cortés claramente señala: “El Partido Revolucionario Institucional conducirá y siglara (sic) la gobernatura (sic) del Estado de México y Coahuila en el año 2023; mientras que el Partido Acción Nacional siglara (sic) y conducirá los procesos 2024 (sic) de la Presidencia de la República y la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México”. Dicho de otra manera, es el reconocimiento público de que sí existió un acuerdo entre panistas y priístas para dejar fuera de la jugada al PRD en ambas elecciones.

El tema se hizo notar desde el momento mismo en que Marko Cortés hizo público el acuerdo que, además de mostrar la cantidad de faltas de ortografía y redacción en que pueden incurrir los políticos en solo un párrafo y la simpleza de un acuerdo que parece el de alumnos de secundaria definiendo quién será el jefe de grupo de este año y quién el del que sigue, sin ninguna formalidad legal que indique que se trata de un contrato serio; también muestra la negociación en ausencia del líder nacional del PRD, Jesús Zambrano cuya firma no aparece en ninguna parte del documento y quien, debido a esto, queda como el burlado por sus pares priísta y panista.

En este momento vale recordar que justo el día en que se tenía previsto el registro de Alejandra del Moral como candidata de la alianza en el Instituto Electoral del Estado de México, los perredistas no se presentaron a la cita (lo que terminó con la cancelación del evento en ese momento para su postergación hasta el día siguiente) debido a que se habían enterado de la existencia de una negociación bajo la mesa entre priístas y panistas para repartirse las candidaturas de 2023 y 2024.

A final de cuentas, en ese momento, priístas y panistas aseguraron públicamente que dicho acuerdo era inexistente que todo se trataba de una acusación falsa de los morenistas para tratar de derrumbar la alianza PRI-PAN-PRD pero que ya habían arreglado todo el asunto y que la confusión habría terminado, con lo que los registros tanto en Coahuila como en el Edoméx continuaron.

Independiente de que, como salió a defender Marko Cortés, los acuerdos en las democracias existen en todos los países, lo que quedó en evidencia fue la falsedad de panistas y priístas con sus propios aliados perredistas quienes, de buena fe, y como el resto de los ciudadanos de este país, creyeron que todo el proceso interno de selección de candidatos, tanto de 2023 como de 2024, era real y se basaba en los principios de competitividad y cualidades o posibilidades de triunfo de los aspirantes.

El acuerdo mostrado por el líder panista no solo exhibe las negociaciones “en lo oscurito” entre él y su similar Alejandro Moreno en torno a los procesos electorales para “repartirse el pastel” entre ellos y solo dejar las migajas para sus demás aliados, también los deja como mentirosos y personajes que no son dignos de confianza ante la ciudadanía, situación que ya están aprovechando en Morena para facilitarse el triunfo en las urnas el próximo 2 de junio.

Aunque lo parezca, el error de Marko Cortés no fue el haber exhibido el acuerdo con los priístas sino el haber signado un documento para tratar de beneficiarse de sus propios aliados dejando ver que las acusaciones en su contra respecto a la falta de confiabilidad en su palabra son más que ciertas y que aquellas declaraciones en las que aseguraba que no existía el acuerdo que recién acaba de mostrar públicamente eran total y absolutamente falsas.

La pregunta que sigue ahora es ¿seguirán confiando los demás actores políticos, no solo priístas y perredistas sino los propios panistas, en que los acuerdos que hayan realizado con Marko Cortés (sean cuales fueren) serán respetados? Y más aún, ¿puede la ciudadanía confiar en partidos que traicionan a sus aliados? Me parece que no.