De acuerdo con el Banco de Alimentos, la canasta básica es todo un conjunto de bienes y servicios esenciales que una persona o familia promedio necesita para cubrir sus necesidades básicas de alimentación, vivienda, vestimenta y otros elementos esenciales para mantener un nivel de vida adecuado.
Esta definición aplica para casi todos los países de América Latina con quienes compartimos algunos elementos y características de la canasta básica, sin embargo, también al revisar de manera detallada, encontramos algunas diferencias.
En nuestro país y en gran parte de las naciones del mundo, a partir de la pandemia de Covid-19 se registraron algunos cambios en los hábitos de compra y consumo. Lo que, en el caso de México, llevó a las autoridades a realizar ajustes a los enseres que integran esta figura por lo que recientemente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) actualizó los bienes y servicios de la canasta básica, la cual pasó de tener 299 productos a 292; en el caso de los 7 productos que ya no se enlistan, no significa que ya no se contemplen, sino que han perdido relevancia en el gasto que los consumidores hacen.
De acuerdo con el INEGI, entre los bienes y servicios que se agregaron se encuentran los paquetes de fiesta, que ahora representan un 0.69 por ciento del gasto nacional. Los servicios en el mantenimiento, reparación y seguridad de la vivienda, con 0.22 puntos, también se incluyen; además el streaming de películas y música. También como ahora el gasto que se destina a los servicios recreativos y centros nocturnos y a las bebidas energéticas es de 0.02 puntos, respectivamente, se agregaron a la lista de genéricos del Índice Nacional de Precios al Consumidor.
Estos cambios y modificaciones nos hacen pensar ¿qué tan esenciales son los ajustes que se realizaron? ¿Los ajustes se apegan a la realidad y a los nuevos hábitos de consumo?
Si bien, el tema del esparcimiento es de suma importancia física y mental al favorecer la relajación, disminuir la ansiedad, estimular la concentración, la memoria y el aprendizaje, debemos considerar ¿qué tan importante es agregar el consumo de internet y/o datos para el consumo de streaming de películas y música, dentro de los servicios básicos de una persona?
Ante los nuevos estilos de vida, tendencias y hábitos de consumo que se han establecido dentro de la población, será bueno preguntarnos si es acertado que la actualización de la canasta básica se realice cada 2 años ¿no resulta ocioso observar patrones de cambio en un periodo de tiempo tan corto? ¿no resultará más eficiente realizar estos ejercicios en periodos que abarquen una década, quinquenio o trienio?
Estos cambios surgen a partir de una premisa que merece ser resuelta ¿qué tantos cambios en los hábitos de consumo de una persona se pueden presentar en tan sólo 2 años? Todo esto a partir de que se ha observado que los cambios se generaron por la presencia de una pandemia y no por causa de la evolución humana.
Lic. Gilberto Javier Sauza Martínez / Vicepresidente de CONCAEM
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