Una de las insistencias más profundas y de los reclamos más insistentes en los diferentes espacios en los que tenemos participación, es la inclusión de la población femenil en las actividades productivas a la par del sexo masculino. Sin embargo, pese a las buenas intenciones y a los mensajes en pro de esta iniciativa, no hemos alcanzado los resultados deseados.
En los últimos años hemos escuchado más voces que se pronuncian por un equilibrio de tareas domésticas y de índole laboral entre hombres y mujeres, con resultados escasos.
Hoy, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) nos hace darnos cuenta de realidades que no hemos podido superar como sociedad desde hace años, y es que la división sexual del trabajo continúa recargando las tareas domésticas y de cuidados en el sexo femenino. En lo que corresponde para la región de América Latina, la necesidad de realizar este tipo de trabajo no remunerado es una de las principales razones por las que algunas mujeres no logran involucrarse dentro del mercado laboral.
Mientras que en lo que corresponde a nuestro país, la CEPAL ubicó que el 72 por ciento de las mujeres mexicanas que no trabajan, indicaron que su principal actividad son labores relacionadas con el cuidado del hogar. Cifra que contrasta con únicamente el 9 por ciento de hombres que no trabajan de manera remunerada y se ocupan del trabajo doméstico y de cuidados.
Si bien, la CEPAL se enfoca en la región de Latinoamérica, a nivel global también existen retos por superar en esta materia. En todo el mundo, de acuerdo con datos proporcionados por ONU Mujeres, más de 2 mil 700 millones de mujeres están sujetas a restricciones legales que les impiden gozar de la misma libertad de elección de trabajo que los hombres.
Mientras que un dato por demás alarmante es el que indica que hasta en 190 economías evaluadas durante 2023, en más de un tercio (69 economías) se mantienen vigentes leyes que limitan la decisión de las mujeres de trabajar.
Es claro que limitar la participación femenina en actividades relacionadas a los cuidados personales, así como al hogar, mientras se restringe su acceso al mercado laboral es una apuesta en la que la sociedad siempre saldrá perdiendo.
El panorama hacia el futuro es claro en este sentido, si México no incluye a más mujeres en la economía durante los próximos 10 años, el Producto Interno Bruto (PIB) crecerá tan sólo 5 por ciento. Y en caso de cambiar el escenario, hasta 2.8 millones de mujeres mexicanas podrán integrarse a actividades productivas y se podría alcanzar un crecimiento de 15 por ciento el 2030, esto con datos publicados por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
El llamado a la acción para un acceso igualitario al trabajo siempre será el punto de partida de todas nuestras acciones. Pese a los esfuerzos para integrar a más mujeres a la economía, en México la tasa de participación económica de las mujeres ha venido oscilando entre 40 y 45 por ciento en los últimos 17 años.