De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el acceso a un trabajo seguro, productivo y remunerado de manera justa, asalariado o por cuenta propia, es un factor fundamental para la autoestima de las personas y las familias, ya que les afirma su sentimiento de pertenencia a una comunidad, y les permite hacer una contribución productiva.
Mientras que cuando se tiene una escasez de empleos o medios de vida, se mantiene a los hogares en la pobreza, hay menos crecimiento, menos seguridad y menos desarrollo humano y económico dentro de las naciones.
En lo que respecta a México, de acuerdo a cifras extraídas de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), que levanta el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), durante enero de 2024, la población económicamente activa (PEA) en el país fue de 60.6 millones de personas de 15 años y más, lo que representó una tasa de participación de 59.8 por ciento. Un incremento de 478 mil personas en comparación con enero de 2023.
Estas cifras dimensionan los retos que como país tenemos para generar de manera constante espacios de trabajo dignos para las y los mexicanos que desean ser productivos y obtener una remuneración económica. Sin embargo, adicional a ello, las y los colaboradores deben responder con resultados y productividad las oportunidades que se les brindan.
En este sentido, The Conference Board, ha indicado que, si bien la economía mexicana exhibe un nivel mayor que el promedio de América Latina, la productividad por trabajador ha registrado tasas de crecimiento negativas, con cinco años consecutivos (2018-2022) de retrocesos en su nivel promedio, lo que aumenta la brecha entre esta economía y los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).
En términos prácticos, la productividad por hora trabajada en México durante 2022 fue de USD 32, mientras que en Estados Unidos fue de USD 87.2, es decir 2.7 veces más, lo que afecta los ingresos de la población. Esto ha llevado a que, en México, el PIB per cápita esté todavía por debajo del nivel previo a la crisis de la Covid-19.
Y aunque la Ley Federal del Trabajo señala que el número de horas máximo que una persona puede laborar en México por semana es de 48, las y los colaboradores deben extender estos horarios debido a la necesidad de cumplir con las metas establecidas dentro de sus espacios de trabajo, cuestión que refuerza la idea de que en nuestro país la productividad es baja en comparación con otras naciones.
Las y los trabajadores mexicanos no somos eficientes y no se han desarrollado controles para poder observar las deficiencias que se presentan en las áreas de trabajo y mejorarlas con la finalidad de respetar los límites establecidos por la ley, sin demeritar la productividad laboral.
Lic. Gilberto Javier Sauza Martínez / Vicepresidente de CONCAEM
FB: GilbertoSauzaMx TW: gilbertosauzamx IG: gilbertosauzamx