Especialistas y organizaciones han señalado la importancia que tiene la salud para el desarrollo integral de las naciones: invertir en la salud es un compromiso con la sociedad y un requisito para el desarrollo sostenible.
De igual forma, en diferentes análisis se han observado los vínculos que existen entre la salud, el desarrollo y el crecimiento económico; trabajar para alcanzar mejores resultados en salud y contar con poblaciones más sanas contribuye a una mayor productividad y, con ello, obtener mejores resultados económicos.
Pese a ser conocidos los beneficios que implica contar con una población sana, en nuestro país aún se observan retos y oportunidades para alcanzar el bienestar de las y los mexicanos. De acuerdo con especialistas en salud de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), en los últimos años, México ha experimentado una profunda crisis y estancamiento en esta materia.
En la actualidad, el sistema de salud de México se compone de tres elementos principales que funcionan de manera simultánea: esquemas de seguro social basados en el empleo, servicios de asistencia pública para aquellos que no cuentan con seguro, y el sector privado conformado por proveedores de servicios y aseguradoras independientes. Esta segmentación se basa en el empleo y la economía, y que repercute en la cobertura de enfermedades y calidad de tratamientos médicos que puede ofrecer cada uno de ellos.
A partir de este esquema, en nuestro país, se pueden detectar acciones que no favorecen la adecuada puesta en marcha de un sistema de salud que responda a las exigencias de toda la población. Ya que, tan sólo durante 2023, de acuerdo con una investigación del CIEP (Centro de Investigación Económica y Presupuestaria), se aprobó un presupuesto total de 937 mil 492 millones de pesos para el rubro de salud, de los cuales sólo se ejercieron 875 mil 353 millones de pesos; es decir, un gasto 6.6 por menor de lo aprobado.
Este subejercicio es resultado de las diferencias que se reportaron entre el gasto aprobado y el ejecutado para la población que no cuenta con seguridad social, especialmente dentro de la Secretaría de Salud.
De igual manera, al corte de 2023, el gasto funcional en salud representó apenas el 2.6 por ciento del PIB (Producto Interno Bruto) de México, un nivel significativamente inferior al recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) que establece al menos el 6 por ciento de la producción nacional.
Además de estas cifras globales del sistema de salud de nuestro país, los especialistas coinciden en que si las personas teniendo acceso a los servicios de salud, optan por un sistema privado, entonces implícitamente el comportamiento señala que hay un problema en la ejecución, tanto interno como externo. Hoy es necesario contar con un sistema sanitario sin subjetividad y sin conflicto de intereses; la salud y el bienestar de las familias mexicanas no puede ser dejada a la suerte.
Lic. Gilberto Javier Sauza Martínez / Vicepresidente de CONCAEM
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