/ martes 2 de julio de 2024

Mirada empresarial | Romper los círculos viciosos en educación

La educación, la inversión que se realice en ella, así como los resultados que ésta brinde, sin lugar a dudas, es un parámetro infalible de la calidad de vida que una nación puede ofrecer a su población; de ser rendimientos escasos, cualquier país estará destinado a padecer en el futuro los estragos de no promover un nivel educativo competitivo.

Lastimosamente en México, se ha detectado que la matrícula escolar de educación básica disminuyó en un millón 144 mil 84 estudiantes tan sólo durante los últimos 4 ciclos escolares. Durante 2018, la matrícula en educación inicial era de 249 mil 302 alumnos, cifra que de acuerdo a la Secretaría de Educación Pública (SEP) cayó a 217 mil 391; 31 mil 911 alumnos menos. En tanto, en preescolar la matrícula pasó de 4 millones 734 mil 627 en el ciclo escolar 2019-2020 a 4 millones 334 mil 938 en el 2022-2023.

En primaria, se presentó una cifra aún más preocupante, ya que para 2018 se contaba con una matrícula de 13 millones 862 mil 321 que decreció 516 mil 352 estudiantes menos, colocándose en 13 millones 345 mil 969; mientras que en secundaria pasamos de 6 millones 407 mil 56 a 6 millones 210 mil 924, un total de 196 mil 132 alumnos menos.

Estas cifras de deserción resultan escalofriantes y deben ser atendidas con suficiencia por las autoridades educativas que tienen una tarea titánica en las manos. Pero, ¿cómo llegamos a este escenario?

Los expertos en materia educativa manifiestan que la primera causa de abandono escolar es la falta de vinculación directa en la observación de los niños dentro de las aulas; es decir, desconocemos si realmente están dentro de los salones de clase, si atienden las clases y, lo más importante, si en realidad están obteniendo un aprendizaje.

Como segundo punto, los niveles educativos están disminuyendo su calidad, por lo que dejan de ser atractivos para las y los jóvenes de nuestro país porque consideran que no están aprendiendo nada valioso dentro de los salones de clase; en otras palabras, para ellos, no hace ninguna diferencia el asistir o no a clases.

Y finalmente, la poca capacitación formativa que reciben los profesores, así como la falta de incentivos económicos sólidos para acudir a dar una clase proactiva y sin aprendizaje por repetición, hacen que las y los niños desestimen las lecciones dentro de las aulas. Con esto, los padres consideran que sus hijos no aprenden lo necesario y evitan enviarlo a clases.

Las becas ofertadas por las autoridades a estudiantes de educación básica no cumplen con la función de retener a los alumnos dentro de los salones de clase; sin embargo, el problema no es tan sólo otorgar una beca, se debe generar una correlación en la que se pueda supervisar la asistencia de las y los niños, mientras desarrollan nuevas habilidades.

Recibir un estímulo económico, debe ser tan sólo un aliciente para acudir al salón de clases; el atractivo más importante tiene que ser el obtener conocimientos, descubrir las habilidades innatas, desarrollarlas y ponerlas en práctica en la vida diaria. La educación siempre será la mejor inversión.

Lic. Gilberto Javier Sauza Martínez / Vicepresidente de CONCAEM

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