Esta semana tomaron protesta y entraron en funciones los nuevos diputados locales quienes tendrán dos responsabilidades muy grandes: por un lado, la posibilidad de votar las reformas constitucionales que en este momento están en las Cámaras federales y que, momentáneamente, al menos, no podrían llegar a las diputaciones locales hasta que se resuelva el amparo que impide ese paso; pero por el otro, atender y resolver las 100 iniciativas que el Ejecutivo estatal, por la vía del secretario general de Gobierno, Horacio Duarte Olivares, se le ha dado por encargo a la bancada de Morena.
Es curioso cómo se están haciendo las cosas ahora con esta nueva administración y es que en la relación entre Poderes del Gobierno estatal siempre se ha tenido cierta consideración y respeto protocolario entre Ejecutivo y Legislativo relacionado con los momentos en que se dan los respectivos relevos, tomando en consideración que nunca hay coincidencia entre las elecciones y los consecuentes relevos.
De manera natural, digamos, los diputados locales de todas las bancadas le brindaban la cortesía al mandatario entrante de recibirle y aprobarle, prácticamente, el primer paquete de iniciativas que presentaba a la Legislatura por lo que, casi siempre, el Ejecutivo aprovechaba para presentar ajustes y modificaciones en materia administrativa respecto a cómo reacomodaría su organigrama y algunas otras cuestiones relacionadas con la administración pública, por ahí pasaba alguna otra pero prácticamente eran aprobadas por unanimidad.
En algunos casos, no pocos, esta cortesía alcanzaba al último año de los diputados locales quienes se congraciaban con el mandatario entrante en la víspera de un nuevo proceso electoral en el que se lanzarían forzosamente por otra posición (recordemos que la reelección de legisladores es un proceso relativamente nuevo), ya sea por una presidencia municipal o hasta una diputación federal o senaduría, incluso, quienes pertenecían al miso partido del mandatario en turno, apostaban por un cargo bajo el cobijo del Ejecutivo.
La cortesía era devuelta al Legislativo al año siguiente con la llegada de los nuevos diputados, el Ejecutivo esperaba pacientemente a la toma de protesta de los legisladores para luego reunirse con los respectivos coordinadores de bancada, todos y cada uno de ellos, sin importar el tamaño de la bancada, recibían la invitación para escuchar los planes de cada grupo para la agenda legislativa y después presentar la propuesta del gobernador para impulsar el trabajo y ser respetuoso entre poderes.
Queda claro que los tiempos cambian y que las formas difieren pero, definitivamente, no hay registro en la memoria (o al menos no recientemente) de un manejo político en el que un representante del Ejecutivo acuda sólo con los miembros de su bancada para darles la indicación de que hay una agenda legislativa que se impone desde las oficinas de Lerdo 300, sino que, además, se le impone un plazo fijo y perentorio de un año para que sea trabajado y resuelto.
Es un hecho que Morena será quien tome las decisiones importantes en la Legislatura local y más aún que en alianza con el Partido Verde y el del Trabajo lograrán sacar cualquier cosa que necesiten por contar con los votos necesarios para hacerlo, pero de igual forma se había hablado de un trabajo legislativo fundado en la cordialidad y el consenso con las otras bancadas, tratando de evitar el tener que imponer el número y apelando a al sano debate en la palestra pública para llegar a acuerdos en el beneficio de los mexiquenses.
El desdén a los grupos parlamentarios de la oposición, e incluso a los de los aliados, no fue bien recibido por los legisladores locales por lo que quizás será la primera tarea de Francisco Vázquez el tener que zanjar esa incomodidad y dar muestras de que la intención de trabajo conjunto y dialogado es real y que, si bien deberán atender las iniciativas planteadas por la gobernadora Delfina Gómez, sin duda estas se deberán realizar siguiendo el protocolo legislativo y no por instrucción.
Entre los temas que los legisladores locales deberán tratar se encuentra, sin lugar a dudas, una posible reforma a la Constitución local, que si bien no sería tratada en los primeros trabajaos de la Legislatura, sí deberá ocurrir en su momento dependiendo de cómo avancen las iniciativas federales que obligarían a adecuaciones en lo local, pero que tienen un interés propio e interno a la entidad que se ha trabajado en los primeros meses de este año y que posiblemente podrían estar realizándose independientemente de lo que ocurra con las reformas presidenciales.
Además de eso, hay temas pendientes que se han dejado en la congeladora, no solos por la Legislatura pasada, sino desde mucho antes como el tema del aborto que mantiene al Estado de México prácticamente como la única entidad del país en donde no se tiene una legislación al respecto, incluso por detrás de otras entidades con una vocación mucho más conservadora y clerical como es Puebla.
Sin duda alguna los legisladores locales tienen un arduo trabajo en frente y deberán atenderlo lo más pronto posible tanto con la conformación de las comisiones como la estructura y forma de trabajo que cada bancada determinará para atender los temas de interés de sus votantes y de la ciudadanía en general porque, a final de cuentas ya advirtieron (y algunos lo sintieron en carne propia) que con la reelección los votantes de sus distritos sí ponen y quitan diputados en función del trabajo que realicen pues a más de uno lo dejaron morir solo por el simple hecho de no haber regresado nunca a agradecerles el voto.
En fin que los tiempos han cambiado, las formas también y los diputados deberán atender los compromisos contraídos en campaña porque ya está visto que la población no solo se los demandará sino que, además, les pasará la factura en tres años cuando vuelvan a ponerse la piel de oveja para tocar a sus casa en la búsqueda de seguir en el cargo.