¿La democracia que tenemos realmente ofrece igualdad, libertad, pluralismo y participación de la ciudadanía en las decisiones que se toman? Yo creo que aún no, pero estamos en ese proceso de transición a la democracia.
El partido hegemónico en el poder que consolidó el presidencialismo mexicano funcionó por la concentración total que hizo de los Poderes de la Unión y el control vertical de los hombres que encabezaron los gobiernos locales, anulando con ello, cualquier contrapeso que pudiera existir.
A partir de los años 70 y con impulso de actores opuestos al régimen como líderes del PAN, partidos y movimientos de izquierda, se gestaron cambios que dieron paso a la voz de las minorías.
Fue el año 2000 el de la transición mexicana a la democracia, era la primera vez que existía alternancia en el poder ejecutivo después de 71 años del PRI; a pesar de ello, la falta de mayoría legislativa y de consensos dejó fuera reformas estructurales y constitucionales importantes ligadas a déficits sociales que ya se venían arrastrando del pasado, uno de ellos, el tema de Chiapas, por ejemplo.
A pesar de ello hubo continuidad con el siguiente gobierno emanado del mismo partido, al cual hoy en día, desde diferentes trincheras, se le hace el mayor reproche respecto del tratamiento que dio a temas relacionados con el crimen organizado o el incendio de la guardería ABC.
La sociedad mexicana ha modificado su visión de la política que vive diariamente, lo vemos en el viraje que dio de nueva cuenta el timón al PRI en las elecciones de 2012 y que finalmente concluyó con la llegada de Andrés Manuel López Obrador en 2018, quien ha gobernado con serias críticas a sus decisiones. La alternancia es parte de lo que caracteriza a las democracias.
Un régimen democrático de cualquier color debe materializar los rasgos y principios democráticos como la inclusión, la tutela de los derechos humanos, el principio de igualdad que permita que hombres, mujeres y personas de la diversidad sexual tengan las mismas oportunidades en todos los ámbitos de su vida personal, profesional y política, por ello mi pregunta inicial a usted amable lector o lectora.
La democracia no puede dejar de lado el proceso histórico que le ha dado vida; los acuerdos, las rupturas y los movimientos sociales acallados de forma violenta como el 68, Acteal o Ayotzinapa para poner fin a gobiernos autoritarios y dar paso a la democracia son parte de esa historia que sigue acumulando hechos.
En próximos meses iniciará el proceso electoral para renovar la gubernatura de la entidad, en donde a diferencia del plano nacional, nunca ha habido alternancia. Será importante ver el proceso histórico del propio estado, y por supuesto, el tema de la paridad que llegó para quedarse.
Consejera Electoral IEEM, Académica UNAM.
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