Sin duda, la entrega de la constancia de mayoría a Claudia Sheinbaum Pardo como primera presidenta electa marca un parteaguas en la vida política y cultural de nuestro país.
Lo que representa para miles y millones de niñas, adolescentes, mujeres jóvenes, adultas y mujeres mayores es más que una esperanza y el rompimiento del techo de cristal que lamentablemente sigue presente en muchos ámbitos de la vida de nosotras las mujeres.
Representa un nuevo horizonte, en el cual el trabajo de muchas mujeres visibles e invisibles a quienes se refirió en su discurso la presidenta electa de México, han hecho en la historia y en décadas recientes por visibilizar que las mujeres tenemos derechos que ejercer y una gran capacidad para tomar decisiones y cambiar nuestros entornos inmediatos.
Después de 65 hombres en el cargo, 200 años después, el pasado 14 de agosto una mujer, científica, líder estudiantil, académica de la máxima casa de estudios: nuestra UNAM de la que hoy 52.1% de mujeres somos parte, llegó al lugar que históricamente y en el sistema patriarcal en el que aún nos encontramos sólo podía ser ocupado por un hombre.
El discurso pronunciado tanto por la magistrada presidenta del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación como por Claudia Sheinbaum no solo nos recordó los datos duros del difícil camino que las mujeres tenemos cuando incursionamos en la vida pública hasta el grado de perder la vida contendiendo o en lo privado.
Esperanza y nuevo horizonte son palabras que significan mucho; sobre todo para las mujeres que desde los silencios de sus casas como bien lo refleja la artista Sofia Weidner en su exposición Musas Negras, padecen el dolor, la soledad, la tristeza, las lágrimas y la desolación ante los diferentes tipos de violencia que se dan en el núcleo familiar en donde el maltrato psicológico, físico, económico, patrimonial y sexual se presentan como una tortura y una prisión para quienes la padecen día a día con consecuencias graves como la perdida de la vida.
Todo ello es parte de ese camino tortuoso, sinuoso y pegajoso en el que muchas mujeres han y hemos transitado.
Los retos no son menores porque los temas de género y con perspectiva de género siguen con una deuda histórica que debe ser saldada lo antes posible.
Temas como la migración de niñas y mujeres, la trata de personas, el respeto y materialización de los derechos reproductivos de las mujeres, así como la deconstrucción de los estereotipos de género, la igualdad sustantiva y no disfrazada en la paridad total y el alto a los feminicidios en todo el país son sólo algunos de los grandes retos que enfrenta ya la presidenta electa de México.
Claro que se trata de ensanchar los derechos humanos, claro que está presente la fuerza de nuestras ancestras. La actuación de muchas mujeres ya se puede ver en los espacios públicos de los que son parte y en los perfiles de las que llegarán a partir de octubre.
Habrá que estar atentos y atentas para que así sea y la masculinización de mujeres en el ejercicio de poder cese para que esta sea una nueva etapa en la que las mujeres vivamos nuestros derechos reivindicados día a día con plenitud, eso también fue lo que el 61.04 % de la ciudadanía decidió en las urnas