Nos encontramos en la antesala de lo que muchos pronostican que será la madre de todas las batallas.
La elección para renovar la gubernatura de la entidad que cuenta con el mayor padrón y lista nominal del país con más de 12.5 millones de mexiquenses de los cuales el 51.2% somos mujeres, dará el banderazo de salida la primera semana de enero de 2023 de acuerdo a lo que establece la legislación electoral.
En el Estado de México, serán las elecciones locales previas a la elección presidencial de 2024 que comenzará en el mes de septiembre de 2023.
Con la organización coordinada entre el INE, el Instituto Electoral de Coahuila y el Instituto Electoral del Estado de México, se llevan a cabo trabajos de preparación y firmas de convenios como ocurrió el pasado 9 de diciembre en la sede del Instituto Nacional Electoral.
En el ámbito político electoral del país se percibe un ambiente polarizado con motivo de la reforma electoral planteada desde el ejecutivo, aprobada en la Cámara de Diputados y hoy en día en la cancha del Senado de la República.
Con este contexto quiero referirme a esta palabra que desde hace ya un buen tiempo forma parte de nuestra cotidianeidad: polarización. La polarización política es un fenómeno que genera un alineamiento extremo de posiciones, contrapuestas en función de una identificación ideológica o partidaria.
La polarización es una división que produce efectos profundos en la sociedad pues organiza la forma en la que nos relacionamos con el debate público. Estudiosos del tema refieren que la polarización crea apatía y retraimiento, otros por su parte opinan que energiza al electorado y estimula la participación política.
Ambas posturas encuentran razón; sin embargo, lo cierto también es que para crear polarización se requieren dos polos completamente extremos que alimenten cada una de las posturas que se refieren contrarias. Esto es lo que causa un gran daño a nuestra sociedad.
En lo que se refiere a la reforma electoral, algunas de las posiciones extremas son regresión vs parcialidad y burocracia privilegiada económicamente. La historia democrática de este país se ha construido con diferentes reformas electorales que han modificado temas de gran calado para la vida democrática del país.
En un contexto de civilidad que implica los valores ético – políticos de toda civilización, lo que debe ocurrir es poder generar autocritica para reconocer lo que no ha estado bien, revisar y reconocer lo que sí y generar un análisis y discusión de los temas que puedan ponernos en un contexto democrático de avanzada.
Lo incorrecto es no explicar a la ciudadanía de que trata cada tema y cada postura, eso alimenta la polarización y ésta confunde y genera odio social, cuando lo que requerimos es una democracia más justa, igualitaria e incluyente.