El pasado 7 de octubre se cumplieron 111 años del sacrificio de don Belisario Domínguez.
Personaje ilustre, nació en Comitán, Chiapas, el 25 de abril de 1863. Hizo sus primeros estudios en su estado natal y después se fue a París, donde obtiene el título de médico, en 1890. Regresa a su terruño a ejercer la profesión con gran espíritu de solidaridad, ganándose el aprecio del pueblo, no sólo por sus conocimientos, sino también por su labor humanitaria, particularmente en favor de los pobres.
Para combatir la intolerancia y los abusos del poder político y económico, la ignorancia y el fanatismo, llegó a ser presidente municipal de su localidad. En 1912 es electo senador suplente y meses más tarde, al morir el propietario, don Belisario rinde la protesta de ley y ocupa el cargo de titular, el 6 de marzo de 1913.
Cuando se encontraba en la ciudad de México siguió de cerca el curso de la llamada Decena Trágica, periodo en el cual un golpe de Estado, encabezado por algunos generales del régimen porfirista, entre ellos Victoriano Huerta, apoyados por el embajador de Estados Unidos, culmina con la detención y renuncia del presidente Francisco I. Madero y del vicepresidente José María Pino Suárez, a quienes posteriormente Huerta manda asesinar.
Ya como titular del Ejecutivo, el 16 de septiembre de 1913 Victoriano Huerta rinde ante el Congreso su primer informe de gobierno, aunque en realidad fue una de las farsas más denigrantes y perversas de nuestra historia.
El 23 de septiembre del mismo año, al tener la oportunidad de hablar en el recinto parlamentario, don Belisario Domínguez, aun consciente del peligro, tacha de vulgar mentiroso a Huerta por presentar hechos falsos; lo acusa de usurpador, de dar muerte a Madero y Pino Suárez, y de apoderarse de la presidencia de la República por medio de un cuartelazo y del crimen. Al final de su intervención, propone al pleno la destitución de Huerta, ofreciendo llevarle él personalmente el acuerdo. La respuesta llega el siguiente 7 de octubre, cuando, hacia la medianoche, es sacado de su hotel, con rumbo al panteón de Coyoacán, en cuya entrada es vilmente asesinado.
Con su sacrificio crece y se fortalece el movimiento constitucionalista, y con ello la renuncia y salida del país del dictador. En enero de 1953, por decreto del presidente Adolfo Ruiz Cortines, se toma la decisión de honrar la memoria del Senador Belisario Domínguez, de reconocer su legado de rectitud, firmeza y valor, instituyéndose la condecoración para premiar, cada 7 de octubre, a los hombres y mujeres de México que se hayan distinguido por su ciencia o su virtud en grado eminente, como servidores de la patria o de la humanidad.
Lejos de seguir tan singular ejemplo de dignidad, con el transcurrir de los años la política y un elevado porcentaje de quienes la practican han caído en el desprestigio, debido a los frecuentes actos de corrupción, ineptitud, abyección y cinismo. En el desempeño de los cargos públicos, es una falacia eso de preservar el orden constitucional y las libertades, de impulsar y fortalecer la democracia, o de gobernar con el compromiso de superar el atraso, la ignorancia y la marginación, pues están demasiado arraigados el egoísmo y la falta de valores, la frivolidad y la decadencia del sentido de la responsabilidad.
Por eso, la mentira de servir a México hoy se traduce en un auténtico desastre, evidenciado en el derroche de recursos o los miles de fallecimientos a causa de una pandemia mal atendida, de la destrucción del sistema de salud y de la violencia incontrolable. Por eso, la despreciable imagen de una tómbola en funciones de arma destructiva, usada para acabar con la profesionalización y autonomía del Poder Judicial.
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Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.