Continúa la destrucción del Xinantécatl o Nevado de Toluca, estimulada por la ineptitud y el desinterés de las autoridades.
Una nueva evidencia se acaba de publicar en este diario, con motivo de las denuncias de un grupo de ejidatarios del poblado de San Juan de las Huertas, quienes exhiben los daños causados a un recurso natural de excepcional importancia. En esta ocasión se habló de la tala ilegal de pinos, incluso en donde nacen los manantiales, de la existencia de basureros clandestinos y del robo de agua con mangueras conectadas en algunos veneros de la zona.
Se refirieron también a sus demandas anteriores, hechas a lo largo de muchos años, sin que se haya logrado evitar el desastre, con una enérgica intervención de los distintos gobiernos.
Todo esto es muy preocupante, y sin duda viene a corroborar la apatía y la complicidad del sector oficial ante la criminal afectación del bosque, cuya función, aunada a la de las dos lagunas ubicadas en la cima del coloso, es esencial en la recarga de los acuíferos y en la conservación de la biodiversidad. Aunque las protestas y reclamos son frecuentes, la burocracia dorada sigue sin cumplir con su responsabilidad, y se resiste no sólo a aplicar la ley a los depredadores del valioso ecosistema, sino también a elaborar y aplicar programas de protección y restauración inmediatas.
El abandono institucional es histórico, y la ausencia de políticas públicas de conservación están acabando con un espacio insustituible, orgullo y símbolo de nuestra particular identidad. Por eso ahora la deforestación y la pérdida de flora y fauna son muy graves, y la impune explotación de los bancos de material y las actividades agropecuarias han propiciado la erosión de extensas regiones, y con ello un daño irreparable a la morfología de los terrenos y a los cauces hidrológicos, con la consecuente pérdida de la capacidad de infiltración en los suelos.
La magnitud de la catástrofe debiera obligar a los tres niveles de gobierno a coordinarse y actuar con prontitud, evitar la simulación y las mentiras e invertir los recursos necesarios para recuperar un bien de valor incalculable. Como ocurre en muchos otros temas, es lamentable constatar la incompetencia y falta de ética de la mayoría de los supuestos funcionarios, al no saber ni querer constituir administraciones de avanzada, dejar de atender las funciones esenciales del cargo y no resolver los problemas estructurales. En cambio, se especializan en llevar a cabo proyectos clientelares, por ejemplo, destinando grandes cantidades del dinero de los mexicanos a los perversos programas electoreros, generadores de control, manipulación y aplauso fácil, cuyo objetivo es mantener en el atraso y la pobreza al pueblo bueno y sabio.
La alteración del clima, la contaminación ambiental, la escasez del agua y la anarquía en los espacios urbano y rural es algo cotidiano en nuestra triste realidad, y da lugar al imperativo de entender y concientizarse sobre una enorme amenaza. El pésimo desempeño de los organismos oficiales y los malos hábitos de la gente tienen ya un efecto alarmante, pues la devastación de la naturaleza deteriora la calidad de vida y pone en peligro la propia existencia de la especie humana.
Ante la urgencia de corregir el rumbo, la sociedad no puede permanecer silenciosa y apática. Debe asumir un papel protagónico y demandar los resultados apropiados, para darle un sentido inverso a este trágico escenario.
Comentario final: Los contribuyentes exigimos una Toluca con agua, sin baches ni basura, ordenada y segura.
Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.
juancuencadiaz@hotmail.com