/ viernes 12 de julio de 2024

Pensamiento Universitario | La educación pública

Desde sus niveles básicos, la educación pública en México se encuentra rezagada y enfrenta diversos problemas estructurales.

Las deficiencias en cobertura, calidad y asignación de recursos se reflejan en la marginación de amplios sectores, bajos conocimientos y pocas habilidades de razonamiento y comprensión lectora, según lo corroboran los resultados de las mediciones internacionales, donde la costumbre es ocupar los últimos lugares entre los países evaluados.

Desde luego, esto es consecuencia de un tradicional sistema mediocre, simulador y mafioso, llevado al extremo en el presente sexenio, causante de dañar severamente a numerosas generaciones y al propio desarrollo nacional.

El mundo cambia y evoluciona. En la llamada sociedad del conocimiento, los avances en ciencia y tecnología se han convertido en indicadores que debieran obligar a redimensionar el trabajo escolar en medios como el nuestro, e inscribirlo en un proceso de mayor eficacia, desde la primaria hasta los estudios universitarios, con el objetivo de incentivar el potencial cognitivo del alumnado, elevar la productividad mediante egresados competentes y fortalecer la democracia con la formación de ciudadanos responsables.

Abordar los nuevos modelos y metodologías implica contar, de inicio, con liderazgos educativos de alto prestigio, cuyos atributos y características profesionales hagan posible el progreso efectivo. Funcionarios éticos, con experiencia y preparación suficientes, capaces de identificar y satisfacer las exigencias del contexto, a partir de un enfoque racional e incluyente, en el cual todos los actores involucrados generen una dinámica de mejora continua y respuestas innovadoras.

Frente al tamaño del desafío, lo idóneo sería incrementar los apoyos y tener al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) a figuras de la talla de un José Vasconcelos, en su tiempo abogado, político, escritor, maestro e ideólogo, y un convencido de que en la educación radica la fuerza necesaria para transformar a México en una nación verdaderamente libre y soberana. En sus tres años al frente de esta secretaría, realizó una labor extraordinaria en lo humano y en la creación de infraestructura, destinada a combatir la ignorancia y el analfabetismo, particularmente de la población indígena; a ofrecer instrucción industrial, técnica y agrícola, y a difundir la cultura y el arte en el país.

O bien, a otro gran referente como don Jaime Torres Bodet: poeta, diplomático, escritor y uno de los políticos más cultos y visionarios del siglo pasado. Titular de la SEP en los sexenios de Manuel Ávila Camacho y Adolfo López Mateos, su extenso legado se distingue también por logros históricos, y entre ellos se cuentan la enseñanza basada en la ciencia y escindida de credos religiosos, de fanatismos o del carácter socialista; los programas de construcción de escuelas, del libro de texto gratuito y la capacitación del magisterio.

Por desgracia ahora, cuando los cargos en los gobiernos federal y estatales se saturan de gente sumisa en un 90 por ciento y apta en lo restante, la conducción de tan importante dependencia se ha encomendado a individuos mediocres y sin los conocimientos en la materia, pero dispuestos a acatar la consigna de obstaculizar la superación intelectual, cultural y profesional de las y los mexicanos.

Lo indignante del asunto es que, ante la próxima designación en ese puesto del impresentable Mario Delgado, morenista de muy cuestionados antecedentes, los rectores de universidades e instituciones de educación superior, integradas en la ANUIES, celebren públicamente la decisión.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com

Desde sus niveles básicos, la educación pública en México se encuentra rezagada y enfrenta diversos problemas estructurales.

Las deficiencias en cobertura, calidad y asignación de recursos se reflejan en la marginación de amplios sectores, bajos conocimientos y pocas habilidades de razonamiento y comprensión lectora, según lo corroboran los resultados de las mediciones internacionales, donde la costumbre es ocupar los últimos lugares entre los países evaluados.

Desde luego, esto es consecuencia de un tradicional sistema mediocre, simulador y mafioso, llevado al extremo en el presente sexenio, causante de dañar severamente a numerosas generaciones y al propio desarrollo nacional.

El mundo cambia y evoluciona. En la llamada sociedad del conocimiento, los avances en ciencia y tecnología se han convertido en indicadores que debieran obligar a redimensionar el trabajo escolar en medios como el nuestro, e inscribirlo en un proceso de mayor eficacia, desde la primaria hasta los estudios universitarios, con el objetivo de incentivar el potencial cognitivo del alumnado, elevar la productividad mediante egresados competentes y fortalecer la democracia con la formación de ciudadanos responsables.

Abordar los nuevos modelos y metodologías implica contar, de inicio, con liderazgos educativos de alto prestigio, cuyos atributos y características profesionales hagan posible el progreso efectivo. Funcionarios éticos, con experiencia y preparación suficientes, capaces de identificar y satisfacer las exigencias del contexto, a partir de un enfoque racional e incluyente, en el cual todos los actores involucrados generen una dinámica de mejora continua y respuestas innovadoras.

Frente al tamaño del desafío, lo idóneo sería incrementar los apoyos y tener al frente de la Secretaría de Educación Pública (SEP) a figuras de la talla de un José Vasconcelos, en su tiempo abogado, político, escritor, maestro e ideólogo, y un convencido de que en la educación radica la fuerza necesaria para transformar a México en una nación verdaderamente libre y soberana. En sus tres años al frente de esta secretaría, realizó una labor extraordinaria en lo humano y en la creación de infraestructura, destinada a combatir la ignorancia y el analfabetismo, particularmente de la población indígena; a ofrecer instrucción industrial, técnica y agrícola, y a difundir la cultura y el arte en el país.

O bien, a otro gran referente como don Jaime Torres Bodet: poeta, diplomático, escritor y uno de los políticos más cultos y visionarios del siglo pasado. Titular de la SEP en los sexenios de Manuel Ávila Camacho y Adolfo López Mateos, su extenso legado se distingue también por logros históricos, y entre ellos se cuentan la enseñanza basada en la ciencia y escindida de credos religiosos, de fanatismos o del carácter socialista; los programas de construcción de escuelas, del libro de texto gratuito y la capacitación del magisterio.

Por desgracia ahora, cuando los cargos en los gobiernos federal y estatales se saturan de gente sumisa en un 90 por ciento y apta en lo restante, la conducción de tan importante dependencia se ha encomendado a individuos mediocres y sin los conocimientos en la materia, pero dispuestos a acatar la consigna de obstaculizar la superación intelectual, cultural y profesional de las y los mexicanos.

Lo indignante del asunto es que, ante la próxima designación en ese puesto del impresentable Mario Delgado, morenista de muy cuestionados antecedentes, los rectores de universidades e instituciones de educación superior, integradas en la ANUIES, celebren públicamente la decisión.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com