/ viernes 20 de septiembre de 2024

Pensamiento Universitario | Salvar al Xinantécatl

A consecuencia del desinterés, la ineptitud y la complicidad de las autoridades, continúa la destrucción de un recurso natural de excepcional importancia, como lo es el volcán Xinantécatl o Nevado de Toluca.

Nuevamente, en este diario se han publicado las evidencias, derivadas de las denuncias de ejidatarios de San Juan de las Huertas, quienes durante mucho tiempo se han cansado de exhibir los daños causados a ese valioso ecosistema, sin que los encargados de las dependencias respectivas cumplan con su responsabilidad y den las soluciones inmediatas al problema. La situación empeora, y en esta ocasión se dan a conocer las acciones de deforestación realizadas por particulares dentro de las áreas supuestamente protegidas, en un caso por la construcción de una vivienda en el lugar denominado La Planta, y en otro por la de un colector de agua en el paraje La Caseta, aprovechando los ríos y veneros de la zona, con la intención de vender luego el vital líquido.

Todo esto es muy preocupante y se debe evitar, pues el criminal deterioro del bosque está afectando una función vital en la recarga de los acuíferos, de las dos lagunas ubicadas en la cima del coloso y en la conservación de la biodiversidad. Aunque las protestas y reclamos son frecuentes, el sector oficial no reacciona, y al ser omiso en la estricta aplicación de la ley solo fomenta el abuso y la impunidad de los depredadores.

El abandono institucional de esa región es histórico, y la ausencia de políticas públicas encauzadas a su protección y restauración han contribuido en acabar con un espacio insustituible, orgullo y símbolo de nuestra particular identidad. El perjuicio irreparable se manifiesta en la morfología de los terrenos y en los cauces hidrológicos, en la erosión de extensas superficies y la pérdida de la capacidad de infiltración en los suelos, motivado por la tala de miles de árboles y la pérdida de flora y fauna; la explotación de los bancos de arena, grava y tepojal; el aumento de las actividades agropecuarias y hasta por el excesivo tránsito de personas, causantes de la acumulación de toneladas de basura.

La magnitud de la catástrofe debiera obligar a los tres niveles de gobierno a coordinarse y actuar con prontitud, invirtiendo los recursos necesarios para salvar de la devastación un bien de valor incalculable. Como ocurre en muchos otros temas, es lamentable constatar la falta de profesionalismo, la simulación y la demagogia de la mayoría de los altos burócratas, al no saber ni querer constituir administraciones de avanzada, dejar de atender las funciones esenciales del cargo y no resolver los problemas estructurales. En cambio, se especializan en llevar a cabo proyectos clientelares, por ejemplo, destinando grandes cantidades de dinero a los perversos programas electoreros, generadores de control, manipulación y aplauso fácil, cuyo objetivo es mantener en el atraso y la pobreza a ese pueblo hoy calificado de bueno y sabio.

La alteración del clima, la contaminación ambiental, la escasez del agua y la anarquía en los espacios urbano y rural es algo cotidiano en nuestra triste realidad, y da lugar al imperativo de entender y concientizarse sobre una enorme amenaza. El pésimo desempeño de los organismos oficiales y los malos hábitos de la gente tienen ya un efecto alarmante, pues la destrucción de la naturaleza repercute en la calidad de vida de los seres vivientes y pone en peligro la propia existencia de la especie humana.

Ante la urgencia de corregir el rumbo, la sociedad no puede permanecer silenciosa y apática. Su deber es asumir un papel protagónico y demandar los resultados deseados, a fin de darle un sentido inverso a este trágico escenario.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com

A consecuencia del desinterés, la ineptitud y la complicidad de las autoridades, continúa la destrucción de un recurso natural de excepcional importancia, como lo es el volcán Xinantécatl o Nevado de Toluca.

Nuevamente, en este diario se han publicado las evidencias, derivadas de las denuncias de ejidatarios de San Juan de las Huertas, quienes durante mucho tiempo se han cansado de exhibir los daños causados a ese valioso ecosistema, sin que los encargados de las dependencias respectivas cumplan con su responsabilidad y den las soluciones inmediatas al problema. La situación empeora, y en esta ocasión se dan a conocer las acciones de deforestación realizadas por particulares dentro de las áreas supuestamente protegidas, en un caso por la construcción de una vivienda en el lugar denominado La Planta, y en otro por la de un colector de agua en el paraje La Caseta, aprovechando los ríos y veneros de la zona, con la intención de vender luego el vital líquido.

Todo esto es muy preocupante y se debe evitar, pues el criminal deterioro del bosque está afectando una función vital en la recarga de los acuíferos, de las dos lagunas ubicadas en la cima del coloso y en la conservación de la biodiversidad. Aunque las protestas y reclamos son frecuentes, el sector oficial no reacciona, y al ser omiso en la estricta aplicación de la ley solo fomenta el abuso y la impunidad de los depredadores.

El abandono institucional de esa región es histórico, y la ausencia de políticas públicas encauzadas a su protección y restauración han contribuido en acabar con un espacio insustituible, orgullo y símbolo de nuestra particular identidad. El perjuicio irreparable se manifiesta en la morfología de los terrenos y en los cauces hidrológicos, en la erosión de extensas superficies y la pérdida de la capacidad de infiltración en los suelos, motivado por la tala de miles de árboles y la pérdida de flora y fauna; la explotación de los bancos de arena, grava y tepojal; el aumento de las actividades agropecuarias y hasta por el excesivo tránsito de personas, causantes de la acumulación de toneladas de basura.

La magnitud de la catástrofe debiera obligar a los tres niveles de gobierno a coordinarse y actuar con prontitud, invirtiendo los recursos necesarios para salvar de la devastación un bien de valor incalculable. Como ocurre en muchos otros temas, es lamentable constatar la falta de profesionalismo, la simulación y la demagogia de la mayoría de los altos burócratas, al no saber ni querer constituir administraciones de avanzada, dejar de atender las funciones esenciales del cargo y no resolver los problemas estructurales. En cambio, se especializan en llevar a cabo proyectos clientelares, por ejemplo, destinando grandes cantidades de dinero a los perversos programas electoreros, generadores de control, manipulación y aplauso fácil, cuyo objetivo es mantener en el atraso y la pobreza a ese pueblo hoy calificado de bueno y sabio.

La alteración del clima, la contaminación ambiental, la escasez del agua y la anarquía en los espacios urbano y rural es algo cotidiano en nuestra triste realidad, y da lugar al imperativo de entender y concientizarse sobre una enorme amenaza. El pésimo desempeño de los organismos oficiales y los malos hábitos de la gente tienen ya un efecto alarmante, pues la destrucción de la naturaleza repercute en la calidad de vida de los seres vivientes y pone en peligro la propia existencia de la especie humana.

Ante la urgencia de corregir el rumbo, la sociedad no puede permanecer silenciosa y apática. Su deber es asumir un papel protagónico y demandar los resultados deseados, a fin de darle un sentido inverso a este trágico escenario.

Ingeniero civil, profesor de tiempo completo en la UAEM.

juancuencadiaz@hotmail.com