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La cancelación de la tradicional visita a la Basílica de Guadalupe –que permanecerá cerrada del 10 al 13 de diciembre− marca el principio del fin de un año calamitoso para México y el resto del mundo.

  · miércoles 25 de noviembre de 2020


En algunos lugares de la república, la policía está irrumpiendo en fiestas y reuniones familiares para suspenderlas y arrestar a sus organizadores, y aunque no pocos estados lucen ya los colores verde y amarillo, los menos disciplinados han vuelto al color rojo para controlar un ascenso del número de personas afectadas por coronavirus.

En algunas entidades –como la Ciudad y el Estado de México− el cambio a color naranja, en el que estuvieron anclados durante varios meses, está prendido con alfileres y con fuerte riesgo de volver al rojo. Sólo por motivos económicos, la capital del país se mantiene entre esos colores, pero está adoptando severas restricciones para desarrollar actividades en lugares públicos, como el cierre tempranero y la prohibición de consumir bebidas alcohólicas, medidas que pronto se extenderán al Estado de México si no es que ya están vigentes.

¿Es posible imaginar, en condiciones tales, cómo será el tiempo de posadas y festejos navideños en que muchas personas beben como si estuvieran a punto de morir de sed?

Se está cruzando cada vez con mayor claridad el límite que separa la aceptación voluntaria de las precauciones higiénicas de su aplicación forzosa para detener al virus que comenzó su devastador periplo en un mercado de verduras y mariscos de Wuhan, China.

Las personas que peinan canas pueden adaptarse con facilidad a las restricciones, pero muchos jóvenes que están en la flor de la edad, no quieren dejar pasar oportunidades de divertirse y convivir con alegría. En las fiestas y antros, ya con unas copas, bailan, gritan, ríen estrepitosamente, hacen de lado la sana distancia y se relajan, es decir, se descuidan y quedan a merced del virus maligno –aunque no los hay benignos− que azota a la humanidad.

Diciembre se anuncia como un mes de abierto forcejeo entre la autoridad, que alternativamente recomienda e impone medidas, y las personas que definitivamente se resisten a cuidarse y a cuidar a otras.

Mientras tanto, la vacuna a la que apostó con mayor entusiasmo nuestro país, la que está siendo desarrollada por la Universidad de Oxford y el laboratorio Astra Zeneca, reporta haber logrado un 70 por ciento de efectividad que, según los investigadores, puede subir a 90 si se duplica la dosis, pero ni se espera tenerla disponible a fin de año y parece que su aplicación masiva, igual que la de otras vacunas anti-Covid, presenta todavía grandes dificultades logísticas para su traslado y conservación.

Así nos acercamos al último mes del año.

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