Cualquiera diría que los diputados locales van a estar muy ocupados en el último año de su gestión. Las iniciativas de ley se les acumularon y el tiempo para resolverlas se les está encogiendo.
Pero en el fondo no es así. Como la mayoría de ellos piensa en la reelección, la próxima legislatura podría ser muy parecida y tendría otro período de tres años para atender pendientes.
Lo dramático sería que la fracción de Morena perdiera la mayoría, pues de ser así, todo lo calculado vendría a tierra y muchos proyectos de ley o de reformas se quedarían en la nevera.
La otra posibilidad es que los diputados actuales, conscientes de ese riesgo, se pusieran a aprobar proyectos a troche y moche, es decir, al vapor, con una prisa que no sería razonable.
Sin embargo, los legisladores ya deben estar haciendo las previsiones necesarias para que esto no suceda y poder seguir trabajando al mismo ritmo, es decir, con el marcador en contra.
El hecho de que hayan pensado en otorgarse carta blanca para realizar su campaña de reelección sin necesidad de dejar el cargo por licencia, como solía hacerse, les garantiza que, al menos, van a estar en ventaja sobre sus opositores y podrán manejar su futuro desde el poder.
Ni todas las enmiendas de Morena a la legislación del Estado han sido buenas ni todas han sido malas. Sus diputados han tenido detalles y en eso basan la esperanza de sostenerse en su posición actual a pesar de que algunos cambiaron de caballo, es decir, de partido, por pensar que les convenía más o porque no estaban de acuerdo con el rumbo trazado por sus dirigentes.
Además, habrá quienes, luego de pertenecer a la legislatura actual, estén planeando lanzarse a la conquista de una posición más importante, dentro de su partido o en otro, porque ya tengan alguna oportunidad de participar en un juego que aquí se conoce como “la danza de los chapulines”.
De cualquier modo, más de 300 proyectos legislativos, algunos importantes, están en espera de ser revisados, discutidos y resueltos en las gavetas de la Cámara de Diputados. Algunos ya estaban allí hace dos años o más, de manera que la capa de polvo que los cubre tiene ya un considerable grosor.
Si los legisladores están dispuestos a pisar a fondo el acelerador, es posible que un buen porcentaje de proyectos resulte aprobado antes del relevo, que, como se ha dicho antes, podría no ser tal.
Si esto no sucede así y el rezago se acumula, por haber topado con dificultades tan graves como la pandemia, no importa: tiempo es lo que sobra. Por la reelección.