La poeta neoyorquina Louise Glück, académica de Cambridge, fue proclamada ganadora del premio Nobel de Literatura 2020 con una bolsa de más de un millón de dólares, a pesar de que no figuraba en la lista de los probables ganadores.
La Academia Sueca, organismo que otorga el famoso galardón, distinguió por primera vez en este siglo, después de 26 años, a una mujer que no escribe cuentos ni novelas, como la mayoría de sus predecesoras, sino poesía lírica, género literario que, lamentablemente, no está de moda.
El veredicto dejó nuevamente estupefactos a los críticos que cada año esperan que el codiciado premio se otorgue a escritores tan populares como el japonés Haruki Murakami o el checo Milan Kundera, que venden millones de libros en diversas lenguas del mundo. Es la misma decepción que sufrieron en su momento quienes veían con singular asombro que autores como Franz Kakfa, Marcel Proust y Jorge Luis Borges, entre otros, no recibían el famoso telegrama.
El Nobel de Literatura es el premio que se espera cada año con mayor expectación entre personas de todo el orbe a pesar de que no pocas veces ha sido otorgado por motivos políticos o de coyuntura más que literarios.
Los integrantes de la Academia tienen un gusto muy particular que jamás coincide con los deseos de los lectores, sobre todo cuando reinciden en su marcada tendencia de favorecer a escritores rusos en el exilio o autores de calidad literaria tan discutible como Bob Dylan.
Louise Glück, la afortunada de este año, es una autora de 77 años que goza de amplio reconocimiento en su país, donde ha ganado las más importantes recompensas, como el premio Pulitzer.
Su abundante producción poética, que exhibe, según los críticos, marcada influencia de su compatriota Emily Dickinson, es nítida, correcta, impecable, producto de una esmerada educación, que exalta los valores familiares, el afecto que se cultiva entre padres, hijos y hermanos porque en ellos encuentra su mejor motivo de inspiración.
Por otra parte, Glück invoca frecuentemente la mitología, en especial la relacionada con personajes que han visitado el infierno, de donde surge el tema de su poemario más importante que lleva por título: “Averno”. Otras obras le han dado merecida fama tanto en su país como en el extranjero, aunque no haya sido favorita.
Desde luego, no es culpable de que la opinión de la Academia Sueca no coincidiera una vez más las preferencias de millones de lectores.
Es una buena escritora, Merece hacer el viaje a Estocolmo en diciembre próximo para recibir de manos del rey de Suecia, al igual que los ganadores de las otras ramas, el premio mejor dotado del mundo.