La película de “Intensamente 2” no me gustó. Aunque nuestro gusto o desagrado no determina el mérito en los contenidos de esta magnitud. Entiendo lo complicado que pudo haber sido desarrollar una película que hiciera alusión a las emociones; más aún el desafío que enfrentó Disney-Pixar para otorgarle incluso un género a cada una de las emociones, Alegría personificada en lo femenino, Furia expresada en lo masculino y el resto que tiene una idea qué proyectar dentro de la historia.
Una de las razones que no me gustaron de la nueva entrega, fue la incorporación de Ansiedad como la nueva emoción, que aunque manifiesta uno de los malestares actuales en los seres humanos, la profundidad de la emoción es superflua, y no podría ser de otra manera, resultaría mucho más complicado incorporar más elementos que forman parte de la ansiedad.
Se muestra un personaje que tiene un episodio de ansiedad, pero con un entorno favorable, una red de apoyo de relaciones interpersonales que la ayudan a sobrellevar los problemas. Sentir ansiedad a la mexicana implica necesariamente observar las condiciones de inseguridad que vivimos todos los días, además de la violencia que incluso es hasta familiar. Quizá la película demuestra la ansiedad en el primer mundo, no está ni cerca de la ansiedad “a la Latinoamérica” por ejemplo.
En la película se genera un acierto interesante, y es vincular la ansiedad con la posibilidad, es decir lo futuro. Y en una sociedad actual en donde cada día nos pertenece menos, no existen posibilidades de jubilación, hay un individualismo y rebeldía sin sentido.
No hay nada que nos garantice un buen futuro, que incluso lleguemos vivos. Sören Kierkergard, filósofo danés, nos puede ayudar a aproximarnos desde una mirada distinta, que hay detrás de todo esto. La angustia es el concepto que desarrolla, como una forma de incertidumbre hacia el futuro, que muchas veces puede que haya efectos positivos y beneficiosos para el ser humano; pero frente a la imposibilidad de garantizar un mañana, los seres humanos necesitan que alguien más controle su destino. Por lo que se sostiene la conciencia humana en algo. La esperanza.
Hace poco hice un ejercicio con mis alumnas y alumnos, en donde les preguntaba si era posible o no predecir el futuro, la mayoría me dijo que no. Después pregunté cuánto tiempo se podían hacer del salón de clases a la cafetería, tocar la puerta y regresar, después de distintas estimaciones, una alumna salió corriendo para comprobarlo, hizo menos del tiempo que predijo, sin embargo, quería demostrar los alcances de nuestras decisiones en la garantía de un futuro, aunque sea en una mínima parte, saber que algo todavía podemos controlar, nuestro tiempo y nuestro cuerpo.
Pero la mayor parte de mis alumnos piensan en todas las imposibilidades que pueden estar alrededor de una decisión, lo que lleva a mermar las ganas de hacer algo por nosotros.
La ansiedad se da por no saber qué pasará con el futuro, pero paradójicamente los seres humanos también no saben qué hacer con tanta libertad, es por ello que muchas personas son adictas al trabajo.