Quienes vivimos, convivimos y transitamos por la ciudad de Toluca (y por el municipio completo) seguramente estamos de acuerdo en que las calles, avenidas y vialidades de todos tamaños, anchuras y extensiones con un verdadero muladar. Quienes no estén de acuerdo con esta afirmación lo más probable es que vivan en un mundo aparte, irreal y tal vez imaginario.
Adonde quiera que vayas en Toluca hay algún agujero. En algunas declaraciones el alcalde de Toluca, Juan Maccise, dijo que se trataba de unos seis mil agujeros, y el arriba firmante cree que se quedó corto en sus cálculos. El caso es que la ciudad de Toluca de Lerdo está completamente cacariza.
Pero de manera muy especial resalta el Paseo Tollocan, emblemática avenida que rodea la ciudad y que es un auténtico mugrero. Y que no es responsabilidad del ayuntamiento, sino de la Junta de Caminos del Estado de México y de un contrato de esos de asociaciones público privadas que pusieron en boga los gobiernos de Enrique Peña Nieto, el ahora redimido verde Eruviel Ávila Villegas y Alfredo del Mazo Maza.
Se les llama por sus siglas APP. Y junto con los contratos denominados Proyectos de Prestación de Servicios, abreviados como PPS, se han llevado carretadas de dinero, dejando en cambio vialidades con un mantenimiento infame, llenas de parches y de agujeros que se tapan hoy y se destapan a la semana siguiente.
Todo aquel medianamente embebido en los asuntos de las vialidades del estado de México, conoce el asunto: se pagan millones de pesos al año, en contratos que se firmaron hasta por tres décadas, para darle mantenimiento a carreteras y avenidas mexiquenses. Y también conoce el resultado, que sufren a diario los automovilistas.
Según datos de la Junta de Caminos del Estado de México, los Proyectos de Prestación de Servicios facturan cada mes al gobierno estatal algo así como 65 millones de pesos para dar mantenimiento a las vías primarias, secundarias y terciarias objeto de sus contratos. Algo así como dos millones de pesos diarios, que por lo visto no alcanzan para tener en un estado decente vialidades como Paseo Tollocan. Y no quisiera referirme a las horas pico que la Junta de Caminos o la constructora prestadora de servicios, eligen para poner un poco de grava, untar chapopote y pasar una aplanadora manual en los baches para “taparle el ojo al macho” o darnos “atole con el dedo”.
A Toluca (antes) la bella no la quieren los funcionarios que entre sus funciones deberían atender su mantenimiento y conservación. La han dejado con el rostro picado de una viruela de omisiones, contratos leoninos, abusos y excesos.
Director del noticiario Panorama Informativo Toluca de Grupo Acir Toluca. Gerente de Meganoticias Toluca.
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