Es la plática de moda. No hay vida sin agua. Las presas están casi vacías. La lluvia que cae no se filtra. No sirve cerrar el agua, sólo se retrasa la agonía, hay que curar al enfermo, lograr la recarga del origen, los mantos freáticos, los depósitos naturales del agua, sembrar árboles.
Nevo y el agua se filtra al subsuelo, tarda en llegar, pero la nevada dejó su cuota de agua, retrasa el día cero.
Lerma hizo su evento de Guardianes del Agua, el día 19 de febrero. Motivaron a escuelas, ciudadanía, servidores, cabildo y asociaciones con un reconocimiento o nombramiento. Lerma, la que se quedó sin laguna y a la que le cambiaron su limpio río, por una maloliente planta tratadora que no logra dar abasto a las necesidades de la zona. Espera algún día se recuperar el río, por el que corran aguas limpias, pueda volverse a nadar y pescar sin riesgo de morir intoxicado.
Pero, al paso que vamos en lugar de rescatar el agua, vamos a beber pura agua tratada y esta también un día se acabará.
No es mala onda, la cultura, la educación y las políticas públicas deben modificarse para que el ciclo de la vida humana en nuestro país, sea sustentable. No es un acto de magia que pueda darse de un día para otro, es necesario modificar el comportamiento social involucrándonos en una economía que pondere los recursos naturales, la vida animal, los recursos forestales, los procesos productivos y modifique el uso de ellos para que nunca se agoten. Retrasar la adaptación, sólo encarecerá el proceso y encarecerá la transición a precios inalcanzables para muchos. Empresas que no puedan migrar, quebrarán. Cuando los autos de gasolina dejen de circular, el precio de los híbridos, eléctricos, de hidrógeno o magnéticos será alto y quizá muchos ya no podamos tener carro y el traslado a la escuela, el trabajo o el paseo se complique.
El agua, siempre será un bien preciado. No hay vida sin ella. 70 por ciento de nosotros, es agua. Todos los seres vivos, la necesitan y hasta a los no vivos, les da equilibrio, el suelo sin agua, se fractura. El aire sin humedad, reseca los pulmones. Las plantas mueren.
Si queremos agua, debemos plantar árboles en los lugares de recarga del agua y no talarlos para construir fraccionamientos o explotar minas de arena o querer circular trenes en zonas de reserva ambiental, ni refinerías en zonas hidrológicas, o permitir el fraking contaminando vetas de agua con substancias químicas, ni arrojando ácido de las explotaciones mineras cómo ocurrió en el río Sonora o como pasa en las minas de Zacazonapan, Cerquita del Río del Ahogado.
Restablecer el equilibrio del agua, para que nos dure siempre, requiere la participación de 126 millones de mexicanos, de su gobierno, sus empresas y comercios, sus escuelas y centros recreativos, sus líderes y para ello requerimos acciones pensadas, planeadas, ordenadas en sus acciones y difundidas eficazmente para lograr el cumplimiento.
Así podemos retrasar la agonía y hasta librarnos de ella...
Licenciado en Comunicación por la UAEM
Maestrando en Periodismo Político por la Carlos Septién García