Hace casi 2 años, escribí en mi tercer libro “La penúltima guerra”, aun no publicado, la posibilidad de que el volcán Popocatépetl pudiera hacer erupción. En el mismo texto menciono dos ataques a países soberanos y capitalistas, Corea del Norte a la del Sur y Rusia contra Ucrania.
Las 2 predicciones fueron basadas en el análisis de hechos, causas y consecuencias, la primera a partir de datos científicos, la segunda en hechos sociales.
Espero algún día poder publicar el libro, donde también se describe el fenómeno del calentamiento global y la crisis económica, incrementando las condiciones de pobreza mundiales y quizá contribuir a la prevención o ralentización del daño.
De la misma forma anterior, podemos especular sobre el futuro de México en 2023 y después de 2024. En donde dependiendo del comportamiento social y de quien haya triunfado en las elecciones estatales y federales, se recuperen las instituciones sociales diseñadas para proteger los derechos de los ciudadanos, la libertad civil y la real separación de poderes, con el consecuente malestar de los grupos empoderados por AMLO, quienes podrían respetar la ley y esperar nuevos tiempos o desconocer los resultados adversos, propiciados por una sociedad cansada de mentiras, enfrentando la voluntad de la mayoría contra su voluntad personal, generando inestabilidad social, violencia, más empobrecimiento, encarecimiento de productos y riesgo de intervención de naciones norteñas para garantizar la estabilidad social y política de su vecino del sur.
No es que uno sea aguafiestas, “pero, el horno no esta para bollos”. Creer que toda crisis cae como anillo al dedo para distraer a la ciudadanía activa, obligándola a sobrevivir sin prever el futuro, es como pisotear al caído o rascar sus heridas, tarde o temprano despertará, -igual que Don Goyo- y buscará un camino para liberar presión, arrojando lava a diestra y siniestra.
Detener a Don Goyo, es casi imposible, un fenómeno natural, que busca su equilibrio natural, alterar el equilibrio natural destruye al mundo, agotamos el agua, los bosques, el clima cambia, aparecen enfermedades migrantes, la tierra se seca, pero los fenómenos sociales son susceptibles de control, si las causas que los provocan desaparecen, si los servicios de salud atienden a la mayoría, si se elimina la pobreza, si hay respeto y sana convivencia entre los estamentos sociales, si se cumple el pacto social que integra al Estado.
México ha sufrido en su historia, desequilibrios e incumplimiento del pacto, propiciando invasiones, pérdida del territorio nacional, violencia, abuso social, esclavitud disfrazada de trabajo. Hemos pasado por dos imperios a partir de la independencia, la centralización del poder, el desconocimiento de dos Constituciones federal y dos pactos federales que retrasaron el desarrollo de México por la lucha y el abuso egoísta de las fuerzas vivas, obreros, campesinos, economistas, científicos, empleados.
No ha sido fácil, encontrar válvulas de escape a los conflictos sociales, sin detener el crecimiento y desarrollo, el problema es que, la identidad nacional, gestada a mediados del siglo pasado, se enfrenta a la desaparición, ante la gestación de varios méxicos al mismo tiempo, sin acuerdo. Cada quien quiere su Nación dentro del mismo territorio y eso es imposible. México no es de ricos o pobres, cultos o no, educados, empresarios u obreros, científicos y empleados, políticos y apolíticos. México, es de todos quienes habitamos en el mismo territorio. Destruir a unos, para que vivan otros no es correcto. Debemos convivir en paz y productivamente, bajo el mismo cielo, sobre la misma tierra, consumiendo responsablemente los recursos. Sin pretender imponer por la fuerza y con mentiras un modelo que ha probado su ineficiencia en varias naciones, dejando en pobreza e inseguridad a sus ciudadanos.
Tener capacidad de predecir lo social de un hecho, ayuda a modelarlo y orientarlo hacia la paz o la guerra.
pedro_gomez77@hotmail.com
Licenciado en Comunicación por la UAEM
Maestrando en Periodismo Político por la Carlos Septién