30 niños murieron por órdenes de Herodes el Grande, en Belén, intentando matar a Jesús, el Rey de los Judíos, según los 3 sabios o reyes magos, a quienes entrevistó.
2240 niños han sido secuestrados en México para prostituirlos, venderlos y esclavizarlos según cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública SESNSP entre 2017 y 2023 en México.
De los años 2012 a 2022 La Ciudad de México, tuvo el mayor número de denuncias por trata de personas con 1484 carpetas de investigación abiertas, le sigue el Estado de México, con 739 a 2022.
Es curioso que un buen número de secuestrados llegan a los estados de Chihuahua, Coahuila y Nuevo León, como destino intermedio o final. El mayor número de secuestrados y secuestradas, son dedicados a la prostitución.
Hasta en Toluca, Capital mexiquense la prostitución está en boca de taxistas que invitan a los pasajeros nocturnos, para que visiten los antros donde trabajan venezolanas, latinas, europeas y asiáticas sin que haya forma de protegerlas y reducir la trata.
México ocupa el tercer con niños secuestrados, dedicados a la prostitución y mendicidad, después de Tailandia y Camboya.
Jesucristo dijo que, de los niños es el reino de los cielos, por su curiosidad, su deseo de aprender, ausencia natural de maldad. Explicó a los adultos que, quien no se hiciera como niño, no entraría a su reino, sin embargo, los niños se han convertido en víctimas de la maldad del mundo. El egoísmo, la codicia, las perversiones de hombres y mujeres roban la inocencia de menores, que nutren su mente y forman su carácter con valores morales y humanos que los corrompen y enseñan a abusar de otros menores.
Es la lucha por la supervivencia donde los secuestrados al crecer, se convierten en los mismos delincuentes que los abusaron. Sin temor a matar, violar, engañar, mentir, drogar, agredir, prostituir. Su identidad es formada corrompiendo sus valores, haciéndolos perder el amor al ser humano y la confianza, no sienten dolor al provocar dolor. Es la ley de la selva.
Los sociólogos e historiadores humanos analizan los ciclos sociales, considerando que, por la ley del péndulo, todo lo que sube baja, un ciclo de progreso, tiene uno de retroceso. Al exceso de corrupción, sigue la santidad extrema, la de golpe de pecho en fin de semana, para llenar el costal de piedritas de lunes a sábado.
Lamentablemente, los ciclos, son círculos que se repiten, bondad, corrupción, maldad – bondad, corrupción, maldad. Y no terminan a menos que el corazón del hombre cambie, porqué de la llenura del corazón habla la boca y donde está el corazón, está el tesoro del hombre.
Paso el domingo de Ramos, recordando la entrada de Jesucristo a Jerusalem, su camino estaba lleno de palmas portadas por quienes le adoraban. Muchos de ellos lo crucificaron, el bueno que pagó por el perdón de los malos, con su vida. Se sacrificó el justo, por los injustos. Su influencia era tal, que quizá pudo liderar una revolución y personificar al Mesías reinante que esperaban los Judíos, alguien que los liberara del gobierno de romanos, griegos y egipcios. Lo que ellos querían, pero no lo que necesitaban para cambiar su corazón y llenarlo de verdadero amor, como el de Jesucristo, quien entregó su vida hasta la muerte, para entregar el perdón a quienes lo crucificaron, por el arrepentimiento y perdón, en el sacrificio de Cristo Jesús.
Pedro_gomez77@hotmail.com
Licenciado en Comunicación por la UAEM
Maestrando en Periodismo Político por la Escuela de Periodismo, Carlos Septién García