/ lunes 15 de enero de 2024

Retrato Hereje | Los (verdaderos) pendientes del López Obrador


Se trata, sin duda, de una circunstancia singular. El equipo de la virtual candidata presidencial del oficialismo, Claudia Sheinbaum, trabaja en una agenda de prioridades que nada tiene en común con la cascada de iniciativas de reformas constitucionales que el presidente López Obrador planea presentar el 5 de febrero. Debemos asumir que el mandatario busca distraer con banderas electorales, mientras que quien pretende sucederlo dilucida cómo resolver la herencia tóxica que recibiría en caso de ganar en las urnas.

En las próximas semanas se puede generar el extraño espectáculo de que la doctora Sheinbaum se sienta obligada a endosar las propuestas surgidas de Palacio -inviables política, jurídica y económicamente. O decida guardar un sonoro silencio que dé cuenta de su seriedad y arroje señales de deslinde del pasado inminente. Cualquiera que sea su decisión, tendrá un impacto en el electorado.

Un legado en verdad responsable del Presidente sería asumir el costo de algunas acciones que suavizaran la carga no para la próxima elección, sino para la siguiente generación. Y esa carga se expresa en la deuda pública, en el déficit financiero que lo obligó a endeudar al país, y lo hará dejar al siguiente gobierno un boquete presupuestal estimado entre 500,000 y 700,000 millones de pesos.

Tal losa financiera está alimentada por los costos sin límite que suponen los subsidios a la ineficiencia de Pemex y la CFE, así como el tren de gastos para obras monumentales cuya rentabilidad es harto cuestionable.

López Obrador dejará pendiente una reforma del Estado que encare la inseguridad, el rezago en salud y en educación. Y quedará en el aire la promesa presidencial de atacar de fondo la corrupción. El mandatario asumió que su honestidad personal sería suficiente para que ello permeara, pero eso nunca ocurrió en el erario federal, mucho menos en los estatales, ni siquiera, según todas las evidencias, en los negocios de sus hijos.

A unos meses de que termine su gestión, el Presidente anticipó el escenario de iniciativas del Ejecutivo armadas al vapor que llegarían al Congreso federal en las próximas semanas, durante su periodo de sesiones de primavera. Incluso podría ocurrir el estrafalario momento de que presentara propuestas en septiembre, unos días antes de concluir su mandato.

Las enviará a las cámaras “aunque no pasen”, anunció López Obrador en su mañanera de la semana recién concluida. Una tribuna ganada por la retórica inagotable, la propaganda galopante, mentiras y verdades a medias. Ello seguramente se agudizará durante el lapso que nos separa del día en todos tendremos cita con las urnas.

Apuntes: Mientras las alertas en Morena elevan su volumen con respecto al riesgo de perder el gobierno de la ciudad de México, Morena y sus partidos satélites participan en una negociación con Marcelo Ebrard que incluye la postulación de figuras cercanas al excanciller. El problema es que parecen diseñadas para la derrota…, aunque ese sea quizá el objetivo. En Álvaro Obregón, claramente dominado por la oposición vía Lía Limón, Morena postuló a Javier López Casarín, empresario y cercano operador de don Marcelo. En Benito Juárez, firme enclave panista, se perfila la morenista Leticia Varela, cercana al exjefe de Seguridad Ciudadana, Omar García Harufch. Pero el Partido del Trabajo, parte del oficialismo, impulsó a Dora González, ligada a Ebrard, pero una virtual desconocida en la zona. Una segunda lectura a ese movimiento es que González buscará dañar a Varela, esposa de René Cervera, al que Marcelo atribuye una historia de traiciones. Otro marcelista, Carlos Candelaria -exdirector de Pasaportes en la cancillería-, buscó colarse en alguna boleta electoral sin éxito, y acabó siendo sumando al equipo de la aspirante de Morena a la jefatura de Gobierno, Clara Brugada. Mientras, el reloj electoral sigue avanzando.


Se trata, sin duda, de una circunstancia singular. El equipo de la virtual candidata presidencial del oficialismo, Claudia Sheinbaum, trabaja en una agenda de prioridades que nada tiene en común con la cascada de iniciativas de reformas constitucionales que el presidente López Obrador planea presentar el 5 de febrero. Debemos asumir que el mandatario busca distraer con banderas electorales, mientras que quien pretende sucederlo dilucida cómo resolver la herencia tóxica que recibiría en caso de ganar en las urnas.

En las próximas semanas se puede generar el extraño espectáculo de que la doctora Sheinbaum se sienta obligada a endosar las propuestas surgidas de Palacio -inviables política, jurídica y económicamente. O decida guardar un sonoro silencio que dé cuenta de su seriedad y arroje señales de deslinde del pasado inminente. Cualquiera que sea su decisión, tendrá un impacto en el electorado.

Un legado en verdad responsable del Presidente sería asumir el costo de algunas acciones que suavizaran la carga no para la próxima elección, sino para la siguiente generación. Y esa carga se expresa en la deuda pública, en el déficit financiero que lo obligó a endeudar al país, y lo hará dejar al siguiente gobierno un boquete presupuestal estimado entre 500,000 y 700,000 millones de pesos.

Tal losa financiera está alimentada por los costos sin límite que suponen los subsidios a la ineficiencia de Pemex y la CFE, así como el tren de gastos para obras monumentales cuya rentabilidad es harto cuestionable.

López Obrador dejará pendiente una reforma del Estado que encare la inseguridad, el rezago en salud y en educación. Y quedará en el aire la promesa presidencial de atacar de fondo la corrupción. El mandatario asumió que su honestidad personal sería suficiente para que ello permeara, pero eso nunca ocurrió en el erario federal, mucho menos en los estatales, ni siquiera, según todas las evidencias, en los negocios de sus hijos.

A unos meses de que termine su gestión, el Presidente anticipó el escenario de iniciativas del Ejecutivo armadas al vapor que llegarían al Congreso federal en las próximas semanas, durante su periodo de sesiones de primavera. Incluso podría ocurrir el estrafalario momento de que presentara propuestas en septiembre, unos días antes de concluir su mandato.

Las enviará a las cámaras “aunque no pasen”, anunció López Obrador en su mañanera de la semana recién concluida. Una tribuna ganada por la retórica inagotable, la propaganda galopante, mentiras y verdades a medias. Ello seguramente se agudizará durante el lapso que nos separa del día en todos tendremos cita con las urnas.

Apuntes: Mientras las alertas en Morena elevan su volumen con respecto al riesgo de perder el gobierno de la ciudad de México, Morena y sus partidos satélites participan en una negociación con Marcelo Ebrard que incluye la postulación de figuras cercanas al excanciller. El problema es que parecen diseñadas para la derrota…, aunque ese sea quizá el objetivo. En Álvaro Obregón, claramente dominado por la oposición vía Lía Limón, Morena postuló a Javier López Casarín, empresario y cercano operador de don Marcelo. En Benito Juárez, firme enclave panista, se perfila la morenista Leticia Varela, cercana al exjefe de Seguridad Ciudadana, Omar García Harufch. Pero el Partido del Trabajo, parte del oficialismo, impulsó a Dora González, ligada a Ebrard, pero una virtual desconocida en la zona. Una segunda lectura a ese movimiento es que González buscará dañar a Varela, esposa de René Cervera, al que Marcelo atribuye una historia de traiciones. Otro marcelista, Carlos Candelaria -exdirector de Pasaportes en la cancillería-, buscó colarse en alguna boleta electoral sin éxito, y acabó siendo sumando al equipo de la aspirante de Morena a la jefatura de Gobierno, Clara Brugada. Mientras, el reloj electoral sigue avanzando.

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