/ lunes 12 de febrero de 2024

Retrato Hereje | Marcha del 18F: tercera llamada

La nueva manifestación convocada para el próximo domingo 18 será un barómetro clave para reflejar el talante ciudadano contra el gobierno López Obrador y, en particular, ante su “Plan C” de reformas constitucionales. El inminente arranque de las campañas permitirá también estimar en qué medida el ánimo adverso al oficialismo podrá traducirse en votos para el frente opositor y sus candidatos.

Dos marchas previas, la del 13 de noviembre de 2022 y la del 27 de febrero de 2023, colocaron como destinatario no a Palacio Nacional, sino al Congreso federal -que desarrollaba periodos de sesiones en ambos momentos. Un enfoque similar ahora destacará sin duda el llamado a que Morena y sus aliados pierdan peso en los poderes legislativos nacional y locales -que serán renovados en todos los estados, menos en Coahuila.

En aquellas oportunidades la respuesta de interés provino del propio López Obrador. Ahora el escenario será diferente, pues la atención importante se orientará hacia las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Su toma de postura, cualquiera que sea, influirá en el ánimo público cuando las urnas ya están a la vista. Sobrarán quienes prevean una condena incendiaria por parte de Sheinbaum, pero quizá le sumaría más una actitud serena, con la mano abierta incluso para quienes no están de acuerdo con su movimiento.

Por cuanto a la señora Gálvez, su riesgo no será menor, antes quizá al contrario. Una marcha exitosa -incluso si se exhiben carteles con su nombre- sería una oportunidad excelente para relanzar su causa, pero apropiarse de un impulso masivo que no necesariamente la tendrá a ella al centro, puede imponerle un dañino tinte oportunista. Urgida de una mayor proyección, Xóchitl encara tentaciones más peligrosas.

Lo mismo cabe decir para la disputa electoral por el gobierno de la ciudad de México. La marcha tendrá a la capital como caja de resonancia, por lo que muchas miradas se concentrarán en lo que hagan y digan ese domingo y los días siguientes tanto Clara Brugada, la abanderada del oficialismo, como el aspirante opositor, Santiago Taboada, quienes hasta ahora parecen marchar cercanos en las intenciones de voto. Lo que ocurra en el centro político del país marcará un sello en el balance electoral del 2024. Más les valdrá a ambos mostrar pertinencia ante el 18F.

Los organizadores de esta nueva movilización aseguran que el compromiso sellado con organismos cívicos, empresariales y políticos es notablemente superior que en las dos ocasiones anteriores. El esquema de planeación que fue mostrado a este columnista hace unos días proyectaba ya movilizaciones ese día en más 80 ciudades del país y en al menos media docena de metrópolis del extranjero.

Las diversas organizaciones que apuntalan la campaña de Xóchitl Gálvez se autodenominaron por meses “La marea rosa”, en alusión al color utilizado en las movilizaciones previas que se identificaba con el del INE, cuya defensa agrupó a esos centenares de miles de personas. La propia Xóchitl les ha pedido mudar el concepto por “Fuerza Rosa”, pero lo en verdad importante es que se trata de una estructura que opera en forma paralela a las dirigencias del bloque PAN-PRI-PRD que postula a la activista hidalguense.

En las reuniones de organización destacan personajes como Ernesto Ruffo, Emilio Álvarez Icaza, Cecilia Soto, Santiago Creel, Amado Avendaño y Guadalupe Acosta Naranjo. Es frecuente la presencia en esas mesas de Claudio X. González, cliente frecuente para ser demonizado en las conferencias mañaneras de Palacio. Los testimonios recogidos sobre tales reuniones apuntan a que González ha disminuido su perfil de influencia. “Actúa como facilitador”, coincidieron en decir las fuentes consultadas.

Sin embargo, es claro que la dimensión de las dos movilizaciones previas desbordó los alcances reales de los organismos que se presentaron como convocantes. Las voces que se expresaron aquellas veces provinieron de nuestra grieta como nación. Es probable que lo hagan de nuevo. Y cuando la gente manifiesta esa grieta, esa herida, hay una ruta a la vista, los supuestos líderes deben seguirla. O al menos, escuchar atentamente.

La nueva manifestación convocada para el próximo domingo 18 será un barómetro clave para reflejar el talante ciudadano contra el gobierno López Obrador y, en particular, ante su “Plan C” de reformas constitucionales. El inminente arranque de las campañas permitirá también estimar en qué medida el ánimo adverso al oficialismo podrá traducirse en votos para el frente opositor y sus candidatos.

Dos marchas previas, la del 13 de noviembre de 2022 y la del 27 de febrero de 2023, colocaron como destinatario no a Palacio Nacional, sino al Congreso federal -que desarrollaba periodos de sesiones en ambos momentos. Un enfoque similar ahora destacará sin duda el llamado a que Morena y sus aliados pierdan peso en los poderes legislativos nacional y locales -que serán renovados en todos los estados, menos en Coahuila.

En aquellas oportunidades la respuesta de interés provino del propio López Obrador. Ahora el escenario será diferente, pues la atención importante se orientará hacia las candidatas presidenciales Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez. Su toma de postura, cualquiera que sea, influirá en el ánimo público cuando las urnas ya están a la vista. Sobrarán quienes prevean una condena incendiaria por parte de Sheinbaum, pero quizá le sumaría más una actitud serena, con la mano abierta incluso para quienes no están de acuerdo con su movimiento.

Por cuanto a la señora Gálvez, su riesgo no será menor, antes quizá al contrario. Una marcha exitosa -incluso si se exhiben carteles con su nombre- sería una oportunidad excelente para relanzar su causa, pero apropiarse de un impulso masivo que no necesariamente la tendrá a ella al centro, puede imponerle un dañino tinte oportunista. Urgida de una mayor proyección, Xóchitl encara tentaciones más peligrosas.

Lo mismo cabe decir para la disputa electoral por el gobierno de la ciudad de México. La marcha tendrá a la capital como caja de resonancia, por lo que muchas miradas se concentrarán en lo que hagan y digan ese domingo y los días siguientes tanto Clara Brugada, la abanderada del oficialismo, como el aspirante opositor, Santiago Taboada, quienes hasta ahora parecen marchar cercanos en las intenciones de voto. Lo que ocurra en el centro político del país marcará un sello en el balance electoral del 2024. Más les valdrá a ambos mostrar pertinencia ante el 18F.

Los organizadores de esta nueva movilización aseguran que el compromiso sellado con organismos cívicos, empresariales y políticos es notablemente superior que en las dos ocasiones anteriores. El esquema de planeación que fue mostrado a este columnista hace unos días proyectaba ya movilizaciones ese día en más 80 ciudades del país y en al menos media docena de metrópolis del extranjero.

Las diversas organizaciones que apuntalan la campaña de Xóchitl Gálvez se autodenominaron por meses “La marea rosa”, en alusión al color utilizado en las movilizaciones previas que se identificaba con el del INE, cuya defensa agrupó a esos centenares de miles de personas. La propia Xóchitl les ha pedido mudar el concepto por “Fuerza Rosa”, pero lo en verdad importante es que se trata de una estructura que opera en forma paralela a las dirigencias del bloque PAN-PRI-PRD que postula a la activista hidalguense.

En las reuniones de organización destacan personajes como Ernesto Ruffo, Emilio Álvarez Icaza, Cecilia Soto, Santiago Creel, Amado Avendaño y Guadalupe Acosta Naranjo. Es frecuente la presencia en esas mesas de Claudio X. González, cliente frecuente para ser demonizado en las conferencias mañaneras de Palacio. Los testimonios recogidos sobre tales reuniones apuntan a que González ha disminuido su perfil de influencia. “Actúa como facilitador”, coincidieron en decir las fuentes consultadas.

Sin embargo, es claro que la dimensión de las dos movilizaciones previas desbordó los alcances reales de los organismos que se presentaron como convocantes. Las voces que se expresaron aquellas veces provinieron de nuestra grieta como nación. Es probable que lo hagan de nuevo. Y cuando la gente manifiesta esa grieta, esa herida, hay una ruta a la vista, los supuestos líderes deben seguirla. O al menos, escuchar atentamente.

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