El debate del 10 de septiembre entre Donald Trump y Kamala Harris se dio en un contexto político inusual con la reciente renuncia del presidente Joe Biden a la carrera presidencial.
Biden, quien, a sus 81 años, había comenzado a aparecer en eventos públicos mostrando signos de fatiga y dificultad para mantener la concentración, lo que generó preocupación entre sus seguidores sobre su capacidad para seguir al frente del país.
Dicho lo anterior, el debate fue sin duda, un espectáculo digno de un reality show más que de un encuentro político serio. Ambos contendientes, en su estilo característico, ofrecieron un intercambio cargado de retórica afilada, indirectas y, en muchos casos, una desconcertante falta de sustancia. Mientras que Trump, en su ya familiar modo confrontativo, atacó a Kamala con su habitual desprecio por los matices, la vicepresidenta no se quedó atrás, respondiendo con un tono de paciencia apenas disimulada, como si estuviera manejando a un adolescente rebelde.
Cabe destacar que, uno de los momentos más comentados de la noche fue cuando Trump, fiel a su estrategia de descalificación, sugirió que la administración Biden-Harris es un desastre en cámara lenta. “Están llevando al país al abismo, y lo saben”, sentenció con esa mezcla de certeza y alarmismo que lo caracteriza. Kamala, por su parte, replicó con una sonrisa calculada, subrayando que el verdadero desastre fue la gestión de Trump durante la pandemia, que, según ella, dejó una “herencia de caos” que su administración ha tenido que limpiar.
Por otra parte, las diferencias en estilo y enfoque fueron evidentes desde el inicio. Trump, sin reparos, lanzó una serie de afirmaciones, algunas sin respaldo evidente, pero con la seguridad de que sus seguidores no cuestionarían la veracidad. Kamala, en contraste, optó por un enfoque más estructurado, citando estadísticas y estudios, pero perdiendo en ocasiones la conexión emocional que Trump, a su manera, sabe cómo establecer, aunque sea a través de la polarización.
Del mismo modo, el tema de la inmigración fue otro punto álgido. Trump criticó las políticas de la administración actual, describiéndolas como una invitación al caos fronterizo. Kamala defendió las reformas propuestas por su administración, subrayando la necesidad de un enfoque humano y legalmente sólido. Sin embargo, ambos parecieron más interesados en señalar los defectos del otro que en ofrecer soluciones concretas.
En esta orden de ideas, el impacto real del debate se reflejó en las encuestas posteriores, que mostraron un leve pero notable cambio en las preferencias de los votantes. Kamala Harris consiguió aumentar su apoyo entre los votantes indecisos en un 3%, especialmente entre jóvenes y mujeres, lo que sugiere que su mensaje resonó con estos grupos clave. Por otro lado, Donald Trump logró consolidar aún más su base, aunque no consiguió atraer a un número significativo de nuevos votantes. A pesar de la intensa cobertura mediática, el debate tuvo un efecto limitado en modificar las opiniones preexistentes. Ya falta poco para la fecha en que los estadounidenses tengan que decidir el futuro de su país, el cual, tendrá también un impacto geopolítico transcendental.
Para usted, ¿quién ganó el debate?
YU CHEN CHENG es Maestro en Ciencias de Administración por la Universidad Marítima y Portuaria de México. Académico en el área de Bloques Regionales de la ESCA Unidad Santo Tomás del IPN y asociado del Programa de jóvenes del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (PjCOMEXI) Sígalo en X como @Chennie_tw