La reciente adhesión de Suecia a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) marca un hito significativo en la política de seguridad europea, dada la histórica postura de neutralidad del país. Este cambio refleja una reevaluación de las estrategias de seguridad en el contexto de las tensiones crecientes en Europa, particularmente con el conflicto en Ucrania con Rusia y la inestabilidad que se vive en la región.
Ahora, después de que el primer ministro sueco, Ulf Kristersson viajara a la capital estadunidense para entregar el instrumento de acceso al secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, con lo que se certifica su histórica entrada como el trigésimo segundo país aliado de la OTAN, ¿qué pasará en la región?
Como es sabido, Suecia ha mantenido una política de no alineación militar durante más de dos siglos, lo que la ha mantenido al margen de los conflictos militares europeos, incluidas las dos Guerras Mundiales y la Guerra Fría. Sin embargo, el entorno de seguridad en Europa ha cambiado drásticamente en los últimos años, especialmente tras la anexión de Crimea por Rusia en 2014 y el no tan reciente conflicto en Ucrania. Estos eventos han llevado a una percepción de amenaza incrementada de Rusia hacia la seguridad europea, impulsando a Suecia a reconsiderar su postura de neutralidad.
La adhesión de Suecia a la OTAN no es solo un reflejo de preocupaciones de seguridad nacionales, sino también parte de una tendencia más amplia de consolidación de la defensa colectiva europea frente a amenazas externas. La OTAN, como alianza, se fortalece con la inclusión de Suecia, ampliando su capacidad y presencia en el norte de Europa, principalmente en el Mar Báltico y en el Ártico. Esto, a su vez, envía una señal clara a potenciales agresores sobre la unidad y la determinación de la alianza para defender a sus miembros.
Sin embargo, lo anterior puede ser vista por Rusia como una provocación y un acto de agresión, aumentando las tensiones existentes. Rusia ha expresado repetidamente su oposición a la expansión de la OTAN, considerándola una amenaza directa a su seguridad. En este contexto, es crucial que la OTAN y Suecia manejen cuidadosamente su diplomacia y comunicación para evitar malentendidos y escaladas innecesarias.
Por otro lado, la situación en el Medio Oriente, aunque distinta, también influye en la percepción de seguridad en Europa. Conflictos en Siria, Palestina, Yemen, y otros lugares, junto con el terrorismo y la crisis migratoria, representan desafíos complejos para Europa. Puede que la reciente adhesión no tenga un impacto directo en estos asuntos, pero refuerza la capacidad de la alianza para responder a crisis multidimensionales que pueden afectar la seguridad y estabilidad de los países del occidente.
En esta orden de ideas, es importante entender que todo esto representa un cambio significativo en la arquitectura de seguridad de los países occidentales, reflejando las preocupaciones actuales y adaptándose a un entorno de seguridad global en evolución. Pero, también es importante considerar que Rusia no se quedará con los brazos cruzados y hay que esperar la respuesta por parte de Kremlin y de Putin frente a una organización que se fortalece cada día más.
Mientras que Putin sigue aferrado con la adhesión de Transnistria a territorios rusos, con el posible regreso de Trump a la Casa Blanca y los discursos de von der Leyen y de Macron sobre la importancia del fortalecimiento militar de la región, existe mucha especulación e incertidumbre en la geopolítica internacional.
Ciertamente es que el futuro es impredecible, pero, mientras que EE. UU. y sus aliados siguen presionando a Rusia, ¿usted cree que una guerra inminente se avecina?
YU CHEN CHENG es Licenciado en Negocios Internacionales por el Instituto Politécnico Nacional. Académico en el área de Bloques Regionales de la Escuela Superior de Comercio y Administración Unidad Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional.
Asociado PJ COMEXI. Sígalo en X como @Chennie_tw