Hasta hace poco, hablar de transición política tenía poco sentido para la realidad de los habitantes del Estado de México. Si acaso, el concepto era relevante como objeto de estudio, no así en la praxis política mexiquense.
Tardamos 23 años más que a nivel federal para que hubiera una alternancia de partido en el Poder Ejecutivo. Y tardamos 5 años más para que el estado se uniera al tsunami morenista que hoy tiene 22 gubernaturas. Un crecimiento meteórico de este fenómeno que, apenas en 2011 era impulsado por el presidente de México, como un movimiento político y social.
Entre las definiciones sobre transición política hay una que podría describir el momento político por el que atraviesa el Estado de México y que es la expectativa de transformación radical de la forma en que se ha gobernado este estado.
¿Pero cambio de qué y para qué? Puede apuntalarse la hipótesis de que los más de 3.3 millones de votos a favor de la gobernadora electa respaldan una renovación de las normas, valores, prácticas e instituciones sobre los que se ha gobernado este estado, en términos políticos, pero también en decisiones que inciden en la economía, la cultura o el medio ambiente. El para qué se explica por sí solo considerando diversos indicadores que nos recuerdan las deudas pendientes de los administraciones estatales anteriores con la población mexiquense, particularmente con quienes menos tienen y que históricamente fueron utilizados como botín político.
Hace unos días, el gobernador Alfredo del Mazo presentó su último informe de gobierno, el cual será recordado por la presencia del presidente López Obrador quien, a lo largo de su administración, nunca había asistido a un informe de un gobernador.
La sorpresiva visita del presidente a este evento resulta sintomática de un transición de gobierno que ha resultado más cordial de lo esperado, lo cual destaca ante el ríspido clima político nacional que enmarca la lucha por la presidencia en 2024. Más importante aún, es el importante peso simbólico de la presencia del presidente. El cuándo y el dónde sin duda no fueron casualidad. La visita del mandatario se da en un evento de cierre de una administración que representa la última en el largo ciclo de más de nueve décadas de gobiernos priístas y que tuvo como sede justamente a Toluca, hasta ahora epicentro de la política mexiquense.
Si bien será hasta el 15 de septiembre que la maestra Delfina Gómez tome protesta como gobernadora del Estado de México, puede decirse que la compañía del presidente López Obrador da ese componente simbólico necesario en toda transición política y le da un excepcional respaldo a su gobierno del que se espera transforme la vida pública de esta entidad.