Precariedad laboral sin salarios suficientes para cubrir sus necesidades, sin seguridad social, prestaciones y contratos que les ofrezcan estabilidad laboral, son algunas de las condiciones adversas que enfrenta la mayoría de las personas jóvenes en México. Se estima que más de la mitad de quienes tienen entre 15 y 29 años no pueden estudiar o trabajar con certidumbre.
Hace unos días se conmemoró el Día Internacional de la Juventud (12 agosto) y con ese motivo, la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza realizó el estudio: “Jóvenes oportunidad: Datos de la Zona Metropolitana del Valle de México. Análisis de Políticas y Recomendaciones para su inclusión económica”. Describen las barreras de exclusión y precariedad que vive ese sector de la población, que -de acuerdo con el Inegi- se integra por 31 millones de personas en México (23.8 % del total de habitantes).
El análisis de Acción Ciudadana Frente a la Pobreza indica que el 42 % de jóvenes entre 15 y 29 años han vivido en condiciones de pobreza por ingresos y esa circunstancia -indica el estudio- “se convierte en un factor de acumulación de desventajas”, tales como: Desnutrición crónica en la primera infancia; desempeño educativo deficiente; abandono escolar sin concluir la Educación Media Superior y -en el caso de mujeres- la imposición del trabajo de cuidados del hogar.
Los datos del estudio -disponible en: https://frentealapobreza.mx/com-2410/ - indican que cuatro millones de jóvenes entre 15 y 19 años de edad “están fuera de la escuela”; siete millones, entre 20 y 29 años de edad, carecen de Educación Media Superior completa; un millón de jóvenes entre 15 y 29 años, están fuera de la escuela y no trabajan (además de tener rezago educativo), y dos millones de la misma edad tienen trabajos precarios.
Y no es solamente tener un lugar en las aulas, porque quienes lograron ingresar a los estudios universitarios y trabajan, se enfrentan a horarios escolares que no les permiten atender sus responsabilidades laborales y deben tomar una decisión: dejan el empleo para hacer sus estudios sin retraso o postergan todas sus materias o algunas de ellas para tener sustento económico. En lo personal, he observado esas condiciones como docente -desde hace casi 21 años- en la Universidad Autónoma del Estado de México.
A ello habría que añadir -en el caso del Valle de Toluca- a quienes vienen de municipios alejados a la capital o de otras entidades, y apenas cuentan con los recursos suficientes para sobrevivir, lo que les impide tener una alimentación y salud adecuadas, además de limitar sus condiciones para cumplir al 100 % con sus cargas académicas.
Si bien los espacios educativos son “igualadores sociales”, no todas y todos transitan su formación en las mismas circunstancias. Algo habrá que hacer para no replicar las condiciones de desigualdad que les impiden alcanzar su pleno desarrollo.
#TodoComunica
Al escenario anterior habría que añadir problemas emocionales como depresión y ansiedad, así como violencia intrafamiliar y/o escolar.
Profesor de la Universidad Autónoma del Estado de México.
Contacto en X: @RJoyaC