/ lunes 24 de junio de 2024

#TodoComunica | Vacíos emocionales en estudiantes

El incremento de las adicciones, la violencia, la violencia escolar, así como las conductas de riesgo en niñas, niños, adolescentes y jóvenes, ha provocado que se ponga “atención” a las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como un enfoque preventivo a fin de que adquieran las habilidades para reconocer y regular sus emociones.

La educación socioemocional -que surgió en los años 90 del siglo pasado-, pretende que el estudiantado muestre interés y preocupación por quienes les rodean (empatía), así como el desarrollo de relaciones sanas, la toma responsable de decisiones y el manejo de retos de forma constructiva. Ello derivó de un estudio realizado en 1999 (Pianta), en el que se identificó que cuando los menores de edad conviven en ambientes adversos -con exposiciones permanentes a formas de violencia en el hogar y/o la escuela- son proclives a comportamientos de riesgo y se afecta su desempeño académico.

En 2007, Casassus encontró que cuando las y los estudiantes no son escuchados, reconocidos o aceptados, cuando no son comprendidos en sus necesidades e inquietudes por la autonomía, pueden presentarse comportamientos agresivos que afectan su aprendizaje y desarrollo emocional.

Incluso, de manera más reciente, las neurociencias reconocen que “un cerebro emocionado es capaz de aprender de manera efectiva, pues el aprendizaje está estrechamente vinculado a la curiosidad y la atención” (Álvarez, 2020). Sin emoción no hay conexión y esa conexión es la que permite despertar el interés por aprender. Se ha identificado que la memoria de largo plazo se estimula con experiencias agradables, como base del aprendizaje.

En 2015, John Hattie, de la Universidad de Melbourne, analizó la interacción maestro-alumno con la participación de aproximadamente 250 mil personas del nivel universitario y encontró la importancia del manejo de emociones como la ira, la ansiedad, la desesperanza, que afectan el aprendizaje, así como del optimismo y la esperanza, que lo favorecen.

Esta reflexión surge porque recientemente concluyó el periodo 2024-A en la Universidad Autónoma del Estado de México, en bachillerato, licenciatura y posgrado, y me llamó la atención -como docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales- la falta de atención que manifiestan (desde sus hogares) estudiantes de nivel superior, lo que, naturalmente, impacta en su entorno escolar. Jóvenes desolados, sin claridad de los pasos que darán, que carecen de “pistas” para encontrar su rumbo en el campo profesional o que siguen dudando de sus propias capacidades y talentos, y que -de una u otra forma- se reflejan al momento en el que pretenden insertarse en el ambiente laboral.

Sería importante que, en todos los niveles, se procuren programas institucionales sistemáticos y permanentes con una visión socioemocional, para prevenir problemáticas que van en aumento como la violencia, las adicciones, así como la ansiedad, la depresión e incluso los suicidios.

#TodoComunica

Ya se trabaja en el primer informe de la gobernadora, Delfina Gómez Álvarez, que rendirá en septiembre próximo. ¿Cuál será el sello del primer año?

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

X: @RJoyaC

El incremento de las adicciones, la violencia, la violencia escolar, así como las conductas de riesgo en niñas, niños, adolescentes y jóvenes, ha provocado que se ponga “atención” a las emociones en el proceso de enseñanza-aprendizaje, como un enfoque preventivo a fin de que adquieran las habilidades para reconocer y regular sus emociones.

La educación socioemocional -que surgió en los años 90 del siglo pasado-, pretende que el estudiantado muestre interés y preocupación por quienes les rodean (empatía), así como el desarrollo de relaciones sanas, la toma responsable de decisiones y el manejo de retos de forma constructiva. Ello derivó de un estudio realizado en 1999 (Pianta), en el que se identificó que cuando los menores de edad conviven en ambientes adversos -con exposiciones permanentes a formas de violencia en el hogar y/o la escuela- son proclives a comportamientos de riesgo y se afecta su desempeño académico.

En 2007, Casassus encontró que cuando las y los estudiantes no son escuchados, reconocidos o aceptados, cuando no son comprendidos en sus necesidades e inquietudes por la autonomía, pueden presentarse comportamientos agresivos que afectan su aprendizaje y desarrollo emocional.

Incluso, de manera más reciente, las neurociencias reconocen que “un cerebro emocionado es capaz de aprender de manera efectiva, pues el aprendizaje está estrechamente vinculado a la curiosidad y la atención” (Álvarez, 2020). Sin emoción no hay conexión y esa conexión es la que permite despertar el interés por aprender. Se ha identificado que la memoria de largo plazo se estimula con experiencias agradables, como base del aprendizaje.

En 2015, John Hattie, de la Universidad de Melbourne, analizó la interacción maestro-alumno con la participación de aproximadamente 250 mil personas del nivel universitario y encontró la importancia del manejo de emociones como la ira, la ansiedad, la desesperanza, que afectan el aprendizaje, así como del optimismo y la esperanza, que lo favorecen.

Esta reflexión surge porque recientemente concluyó el periodo 2024-A en la Universidad Autónoma del Estado de México, en bachillerato, licenciatura y posgrado, y me llamó la atención -como docente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales- la falta de atención que manifiestan (desde sus hogares) estudiantes de nivel superior, lo que, naturalmente, impacta en su entorno escolar. Jóvenes desolados, sin claridad de los pasos que darán, que carecen de “pistas” para encontrar su rumbo en el campo profesional o que siguen dudando de sus propias capacidades y talentos, y que -de una u otra forma- se reflejan al momento en el que pretenden insertarse en el ambiente laboral.

Sería importante que, en todos los niveles, se procuren programas institucionales sistemáticos y permanentes con una visión socioemocional, para prevenir problemáticas que van en aumento como la violencia, las adicciones, así como la ansiedad, la depresión e incluso los suicidios.

#TodoComunica

Ya se trabaja en el primer informe de la gobernadora, Delfina Gómez Álvarez, que rendirá en septiembre próximo. ¿Cuál será el sello del primer año?

Profesor de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UAEMéx.

X: @RJoyaC