Hay quienes piensan que las elecciones subnacionales pueden subestimarse. Las grandes federaciones demuestran lo erróneo de esa percepción. Coincidan o no con una elección presidencial, estos comicios siempre atraen el interés mundial.
El próximo domingo toca el turno a Brasil. Más de 155 millones de personas serán convocadas a las urnas para elegir 5 mil 600 alcaldías y vicealcaldías, así como 60 mil concejalías. Al tratarse de elecciones municipales, de su desenlace depende el futuro de grandes e importantes ciudades. Además, los comicios de este año serán un termómetro que permitirá medir fuerzas entre los adeptos a la izquierda encabezada por el presidente Luiz Inácio Lula da Silva y quienes respaldan a la ultraderecha que aún lidera el expresidente Jair Bolsonaro.
Si bien aquellos son los polos más visibles, el país amazónico ha sido históricamente multipartidista. Son muchas las fuerzas que compiten, aunque algunas tienen presencia geográficamente delimitada. Las personas en la política tienen relativa autonomía respecto a sus partidos políticos. Esto último ha llevado a que en el plano local muchas de las disputas sean más personalistas que programáticas.
Destaco cinco razones por las cuales poner la lupa en esta jornada electoral.
En primer término, porque unos comicios de este tamaño – hay 463 mil candidaturas – permitirán distinguir cómo están ganando terreno dos grandes tendencias globales. Una, donde los populismos de derecha están ganando adeptos en Austria, Francia, Hungría y El Salvador, por mencionar algunas naciones, cuyos profundos problemas de gobernanza generaron condiciones para el surgimiento de líderes que desafían la política tradicional. Frente a ello, sobre todo en Latinoamérica, hay partidos de izquierda pujantes que, desde las banderas de la política social, están generando ofertas atractivas al electorado y reconquistando espacios de primera importancia.
Ahí un segundo aspecto de los comicios 2024. Brasil aplicó reglas innovadoras que consiguieron que 5 mil candidaturas recaigan en personas con discapacidad y que haya reservas de tiempo de propaganda gratuita para personas afrobrasileñas. Hay, sin embargo, un déficit innegable en términos de paridad: una de cada tres candidaturas es mujer.
En tercer lugar, el uso de las redes sociales vuelve a ser tema en Brasil. La justicia federal ordenó la suspensión inmediata de la red social digital X (antes Twitter), después de que la empresa se negó a bloquear cuentas de usuarios acusados de poner en riesgo la democracia del país. Esta resolución tendrá un impacto para la estrategia de la ultraderecha que solía informar/desinformar a través de esta plataforma.
Sao Paulo ofrece el cuarto elemento a observar, el cual está dado por la temible combinatoria entre expectativas cerradas y una entidad políticamente rentable. Un triple empate entre los principales contendientes a gobernar la ciudad más rica del país está polarizando el discurso político, al grado que en el último debate televisado un candidato aventó una silla metálica a uno de los punteros.
Estas elecciones también están marcadas por preocupaciones sobre la infiltración del crimen organizado en la política. Investigaciones recientes sugieren que la mayor facción del narcotráfico en Brasil, podría estar involucrada en campañas electorales con el objetivo de obtener contratos públicos y blanquear dinero. Esta situación pone en riesgo la transparencia del proceso democrático y subraya vulnerabilidades del sistema político.
Vem Pra Rua cantaban las juventudes brasileñas para invitar a la gente a salir a las calles a mostrar su desesperanza. El próximo domingo no necesitarán de manifestaciones para decidir el destino de sus ciudades. Para incidir bastará con ejercer el más eficaz de los derechos político-electorales. El sufragio libre expresa en forma nítida las preferencias de los pueblos.
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