Parece prevalecer cierto dejo de condescendencia ante el voto joven, al verlo como un voto desinformado, poco razonado y sin historia. Sin embargo, no hace falta haber vivido represiones o regímenes de un partido único para desear influir en el rumbo del país, ante una realidad marcada por el temor al futuro, la violencia, la crisis del modelo neoliberal, y un largo etcétera que hoy retan la esperanza de las juventudes alrededor del mundo.
Se estima que unos 6.6 millones de jóvenes podrán votar por primera ocasión el próximo 2 de junio, de los cuales, casi un millón pertenecen al Estado de México. ¿El total de jóvenes? Más de 26 millones de votantes entre 18 y 29 años que representan el 30% de la lista nominal en el país.
Un sector poblacional que históricamente ha votado poco, pero que desde 2018 ha mostrado mayor interés por la vida política mexicana. Un ejemplo interesante fue el Simulacro Electoral del 7 de mayo, el cual convocó a más de 400 planteles del país de las 32 entidades del país.
Con la participación de cerca de 300 mil estudiantes, además de docentes y trabajadores universitarios, este simulacro muestra una realidad distinta a la que se ha pregonado en toda la campaña: Jorge Álvarez Maynez, de Movimiento Ciudadano, ocupó un segundo lugar en las preferencias, por encima de Xóchitl Gálvez, por cerca de 15 puntos.
Ya desde 2012, buena parte de los referentes mediáticos de aquel entonces se mostraban nerviosos ante el movimiento 132. La suerte de “inocencia” de la sociedad mexicana sobre su clase política y el sistema político y económico imperante, terminó de perderse dos años más tarde, con Ayotzinapa.
Hoy, lo que en círculos políticos se califica como voto joven, es un electorado cada vez más consciente y politizado. Y aunque sea lugar común decir que sólo las generaciones de sus padres o sus abuelos conocen el peligro de dar el voto a un partido político, la realidad es que, a una semanas de la elección, tales advertencias son argumentos para promover el voto en contra de Morena.
Conviene mirar las movilizaciones estudiantiles en apoyo a Palestina que iniciaron en la Univeridad de Columbia y se han extendido a otras universidades de Estados Unidos y Reino Unido. Universidades de “élite”, como Oxford y Cambridge, donde las imágenes de las protestas juveniles contrastan con la arquitectura predominantemente gótica de sus Colleges.
El mensaje es claro, las juventudes en México y alrededor del mundo no son apáticas ni despotilizadas, sino desencantadas con un modelo neoliberal y su clase política, que precarizó su futuro.
¿Qué harán los jóvenes este próximo 2 de junio? La respuesta seguramente no será uniforme, pero el simulacro electoral y las protestas sociales en las que participan son un buen termómetro para indicarnos que ha pasado el tiempo de que ese electorado fue un espectador pasivo: hoy buscan incidir en el presente y el futuro.